Luego de los hechos que finalizaron con la renuncia de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia, en la Argentina de la transición no se demoraron las repercusiones y los alineamientos. El primero que habló fue Miguel Ángel Pichetto, senador peronista y compañero de fórmula de Mauricio Macri en las últimas elecciones. Para el veterano legislador ha ocurrido “un quiebre en la institucionalidad” boliviana. Pichetto advirtió que no pensaba hacer más declaraciones, dado lo “complicado” de la situación, pero hizo énfasis en que el mandato de Morales finalizaba el 10 de diciembre.
“También algunos componentes que hay que analizar en la raíz del problema. Evo Morales había modificado la Constitución y le había puesto límites a su reelección. Hubo un plebiscito que perdió, le buscó la vuelta con la Corte, que lo homologó como candidato y es cierto que después hubo actores que se presentaron a los comicios”, señaló. Para Pichetto, la mera presencia del opositor Carlos Mesa “abaló” la candidatura de Morales en la elección inicial. Según el dirigente peronista, lo ideal hubiera sido repetir la elección o ir hacia el balotaje que pedía la oposición inicialmente.
Luego, el que dio breves declaraciones llegando al mediodía fue el presidente Macri, que dejará su puesto el próximo 10 de diciembre: “Todos estamos preocupados por lo que pasa en Bolivia”, señaló el mandatario cuando se dirigía hacia una reunión con su canciller, Jorge Faurie, que llevaría la voz cantante sobre el asunto.
Tras la reunión con el presidente, el ministro de Relaciones Exteriores dijo que “Bolivia está en un impasse”. Para Faurie, y por lo tanto para el Gobierno Macri, “no están los elementos” para hablar de un golpe de Estado.
“Tenemos en la mente los golpes de Estado de la historia latinoamericana, y ninguno de los gobiernos de la región quieren reeditar un mecanismo que tuvo trágicas consecuencias para todas nuestras naciones, eso lo tenemos condenado y apartado de la historia”, resaltó Faurie. El canciller también negó cualquier versión sobre el supuesto pedido de asilo político en el país.
El peronismo, a contramano
En un claro retroceso de lo que sin dudas significará la política exterior argentina, el presidente electo, Alberto Fernández, se abrazó a la teoría del “golpe de Estado”. Desde su cuenta de Twitter hizo referencia a un “quiebre institucional inaceptable” y resaltó que Morales “ya había convocado a un nuevo proceso electoral”.
En Bolivia se ha consumado un golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército. Es un golpe perpetrado contra el presidente @evoespueblo, que había convocado a un nuevo proceso electoral.
— Alberto Fernández (@alferdez) November 10, 2019
Primera gran diferencia entre la coalición oficialista tras las elecciones. ¿Se viene el quiebre?
La Unión Cívica Radical (UCR), socia de Propuesta Republicana (macrismo) en Cambiemos, se diferenció de la posición oficial y la asoció al partido del presidente. En declaraciones radiales, Federico Storani, vicepresidente segundo de la UCR, criticó los dichos de Faurie, que calificó de “lavados”.
“La postura del PRO ante el golpe en Bolivia nos tiene que llevar a replantearnos la alianza con la UCR. Alfonsin ya se hubiera expresado en contra del golpe de Estado en Bolivia, sin dudas”, advirtió Storani.