Es difícil llegar a la conclusión si es peor lo que aprueba el peronismo en el Congreso o los modos que emplea para el cometido. La jornada de hoy en la Cámara de Diputados tuvo de las dos cosas: un dictamen demagógico y contraproducente, aprobado de forma prepotente ninguneando a la oposición y los peores métodos justicialistas. Tal como ocurrió en la década del noventa, un “diputrucho” dio quorum para iniciar el debate parlamentario.
Un poco de historia
Hace poco más de veinte años, el menemismo, en plena ola privatizadora, se encontró sin el número de diputados suficientes para abrir la sesión de la venta de Gas del Estado. Por aquellos días de 1992 hacían falta 130 legisladores sentados para el kick off, número que el Partido Justicialista consiguió para la apertura. A las cuatro y media de la tarde se votó en general y, con el dictamen aprobado, un periodista localizó a un extraño sentado en una banca. Cuando los cronistas increparon al “diputrucho”, el legislador de facto escapó del recinto y, cuando fue abordado por los medios, dejó una excusa memorable: aseguró que lo enviaron a sentarse allí ya que se había descompuesto. Tiempo después se comprobó que era asesor del bloque peronista.
¿Nostalgia menemista?
Daniel Scioli, que desembarcó en la política en el peronismo durante los noventa, puso nuevamente el término “diputrucho” en el debate nacional. Aunque él si había sido electo diputado, el exgobernador bonaerense no tendría que haber podido habilitar el quorum esta tarde, en el tratamiento de la reforma jubilatoria al Poder Judicial. Resulta que Scioli fue nombrado embajador en Brasil, por lo que dejó su cargo en el Legislativo. El referente peronista ya había viajado incluso a su nuevo destino, donde se fotografió con el presidente Jair Bolsonaro, que está por aprobar sus credenciales inminentemente.
En la tarde de ayer, el oficialismo había dicho que abriría el proyecto al debate con la oposición, que tenía algunos reparos con el dictamen original, y se esperaba un debate constructivo en la Cámara. Poco después Máximo Kirchner, jefe de la bancada peronista, dijo que finalmente el oficialismo no discutirá nada y aprobará el texto original. Hoy se supo el motivo del cambio de posición. El “diputrucho” ya se había comprometido en regresar a su antiguo puesto para sentarse un ratito, escuchar el repudio de la oposición, y habilitar el debate parlamentario.
Ante la impune maniobra, la oposición abandonó el recinto y aseguró que judicializará la sesión para declararla nula. Sin embargo, el presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa, aseguró que la maniobra fue legal, ya que el cuerpo todavía no le había aceptado la renuncia a Scioli. Una vergüenza por donde se lo mire.
Encima lo que se votó es inútil, perjudicial y contraproducente
Finalmente, la Cámara de Diputados votó la reforma al sistema previsional de los jueces y diplomáticos, por considerarlas “de privilegio”. Todo en marco del “ajuste” fiscal, que ya le metió la mano a los jubilados en lugar de recortar al Estado descomunal y deficitario.
Para empezar hace falta aclarar que el régimen jubilatorio de los jueces no es exactamente “de privilegio” sino que se trata de uno de los tantos diferenciados del general, como el que tienen los maestros, que se retiran a una edad más temprana que el resto. La mención al privilegio tiene referencia exclusivamente a los montos y a lo que pagaría la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses). Sin embargo aquí hay que hacer algunas aclaraciones: en la mayor parte de los casos, los jueces, a pesar de alcanzar la edad jubilatoria necesaria, siguen trabajando. Es decir, que realizan sus aportes por más tiempo de lo que cobran sus beneficios. Aunque no hay una estadística concreta, a simple vista se puede ver como en el Poder Judicial los magistrados, en la mayoría de los casos, fallecen no mucho después de retirarse y no viven (y cobran) demasiado tiempo como “jubilados”.
Pero esto puede estar a punto de cambiar y, en sintonía con lo que pasa con la mayoría de las leyes con finalidades económicas, el resultado podría ser contraproducente. Es decir, que se termine gastando más plata luego de la reforma que antes.
¿Por qué? Simple…
Como todavía el nuevo cálculo no fue confirmado del todo (si bien se adelantaron algunos aspectos, la ley aprobada dice que se realizará una fórmula en el futuro) hubo pánico en el Poder Judicial y una cantidad considerable de magistrados ya presentaron sus renuncias repentinamente. Todos jueces que habían alcanzado la edad jubilatoria, pero pensaban seguir en el puesto unos años más. La cuenta es clara: el Anses deja de recibir esos aportes y el Estado tiene que destinar recursos para los nuevos jueces, pero también pagarle la jubilación a una camada que tenía ganas de seguir en labor por más tiempo.
Por estas horas, las renuncias se van acumulando y habrá que designar a los nuevos magistrados.
Los mal pensados dicen que esto, en lugar de ser una externalidad negativa de una ley torpe y demagógica, fue la finalidad real de la iniciativa. La idea de la nueva camada de jueces afines ya está dando vueltas en el aire. Pero ese debate ya queda en la interpretación de cada uno. ¿El ahorro? todo parece indicar que, al fin de cuentas, no existe. Todo lo contrario.