Desde que los argentinos están obligados a permanecer en sus domicilios por la cuarentena del coronavirus (COVID-19), una tradición comenzó a tener lugar todos los días a las nueve de la noche. Desde sus casas, la gente aplaude por varios minutos en honor a los médicos que en todo el país honran su profesión poniendo en riesgo su propia salud al atender a los infectados de la pandemia.
Lejos de mermar la intensidad de los aplausos, a diario la gente se expresa con mayor emoción todos los días. Algunos cantan el himno, otros gritan consignas patrióticas y los pocos que transitan en sus vehículos por las actividades permitidas hacen sonar las bocinas de sus autos. Por estos días, es imposible estar en Argentina y desconocer que se hicieron las nueve en punto. Aunque todas las ventanas estén cerradas, el homenaje a los servidores públicos en esta complicada situación se hace escuchar con ganas.
Hasta el momento, los índices de apoyo a las medidas implementadas por el presidente Alberto Fernández parecían casinorcoreanos. Las diferentes encuestadoras aseguraban que el respaldo popular a la cuarentena contaba con el beneplácito de más del noventa por ciento de los argentinos. Claro que todavía no llegó el sacudón del impacto económico de las medidas, lo que puede empezar a cambiar la cuestión.
Evidentemente, la oposición consideró que algo de las encuestas podía llegar a reflejar la realidad, ya que todos salieron a respaldar al presidente sin reparos ni tapujos. La clase política argentina terminó cerrando “la grieta” y la única diferencia del peronismo y el macrismo quedó en un tema concreto menor: la estrategia de repatriación de los argentinos.
Sin embargo, algo pasó en la tarde de ayer que terminó en un serio dolor de cabeza para Fernández y la clase política en general. En una entrevista televisiva, la periodista Viviana Canosa le preguntó al presidente si ellos, con los diputados y senadores, no deberían dar el ejemplo y bajarse los salarios, en sintonía con el sacrificio que le piden al sector privado. Fernández, incómodo, respondió que un juez de la Corte gana más que el presidente y que no consideraba justo que un legislador deba recortarse el salario, ya que vive de su ingreso.
En un momento de susceptibilidad general, sus palabras cayeron muy mal y los internautas liberales lograron viralizar un reclamo que viene de hace rato: el costo desmedido de la burocracia política. De un momento a otro la cuestión que hasta ahora formaba parte de un sector minoritario se volvió general. Aparecieron los trending topics en Twitter, se viralizaron las imágenes del reclamo, se compartieron miles de posteos en Facebook y las redes sociales argentinas parecieron emular al pequeño microclima liberal.
El reclamo trajo consigo una consigna: a las nueve y media, minutos después del homenaje con aplausos, vendría el reclamo de las cacerolas. Así fue. Media hora después del merecido tributo, que ya se volvió tradición, sonó el primer reclamo masivo y ensordecedor en contra de Fernández y compañía. Sí, horas después de que se confirmaran los índices delirantes de apoyo al oficialismo. Cosas que pasan en Argentina…
Ni lentos ni perezosos, en el macrismo se dieron cuenta que algo estaba pasando y elaboraron a las apuradas y contra reloj una propuesta para que los legisladores y sus equipos se rebajen el 30 % del salario. Una reacción lenta y desesperada de un espacio político que minutos antes parecía tan oficialista como el kirchnerismo.
El tema quedó en la agenda y seguramente esta noche vuelvan a sonar las cacerolas. Si el reclamo no se diluye con el correr de los días, seguramente veremos alguna medida que busque calmar un poco los ánimos de la indignación repentina.