Que hasta el primero de abril, que hasta Semana Santa, que hasta fin de mes y al final siempre es lo mismo. Ya está confirmado que una vez más, el presidente argentino, Alberto Fernández, correrá la fecha del cierre de la cuarentena. Ya trascendió en varios medios locales que las autoridades evalúan anunciar que nada cambiará hasta el 10 de mayo (inclusive).
Hasta el momento, todos los anuncios tuvieron el mismo proceso. Las fechas que se especulaban antes de los comunicados oficiales se cumplieron siempre al pie de la letra. Cuando en la intimidad le preguntan la jefe de Estado si es posible que cambie de opinión respecto a lo duro de la cuarentena por sus serias consecuencias económicas, Fernández responde “ni un paso atrás”.
La justificación del anuncio, que se prepara junto a un consejo de especialistas, tendría el mismo argumento que hasta ahora: Argentina viene aplanando la curva, no hubo una explosión incontrolable de casos y hay que seguir un poco más en este camino para evitar escenarios parecidos a los de España, Italia o Estados Unidos. Hasta el momento se registraron en el país 152 muertos y hay 3 144 casos confirmados (ante el bajo testeo, claro). Por su parte, 872 pacientes ya fueron dados de alta y no registraron complicaciones de salud vinculadas a la enfermedad.
El presidente y su equipo esperan que el pico pueda llegar a mediados de mayo, por lo que es poco probable que para el 10 del mismo mes se confirme el final de las medidas restrictivas. Como hasta ahora se mantuvo el mismo argumento para extender, probablemente luego veamos uno diferente: la idea de que se está atravesando por el peor momento y que por eso no es momento de cambiar el rumbo. A partir de ese momento es probable que los anuncios puedan comenzar a ser más serios.
Fernández no oculta que el drama del coronavirus (COVID-19) se convirtió en su única prioridad y muchos analistas políticos ya aseguran que se trata de una buena excusa. “Ahora no me preocupa el déficit fiscal. Estoy pensando en otra cosa”, le habría dicho a más de un allegado preocupado por la situación económica.