Los últimos traspiés de la política cuarentenal abrieron varios debates en la opinión pública argentina. El delirio de Horacio Rodríguez Larreta de obligar a los ancianos a pedir permiso al Estado para salir a hacer las compras o la persecución de un grupo de policías a una señora de 85 años que salió a tomar sol frente a su casa, incentivan un debate incómodo para el Poder Ejecutivo a nivel nacional.
La viabilidad de la continuidad de una cuarentena total que irrita cada día más a la ciudadanía abre debates que al presidente no le convienen. Con el correr de los días, las cuestiones referidas a la suma del poder público, en un contexto de justicia y Parlamento cerrados, se discuten cada vez más en los medios de comunicación. De a poco la idea de que Alberto Fernández se siente cómodo con esta circunstancia, como venimos señalando hace semanas en PanAm Post, se va tornando general.
“La cuarentena dejó de ser un instrumento para convertirse en un objetivo, para convertirse tal vez, casi, en un estilo de gobierno”, señaló anoche el escritor y analista Jorge Asís en el programa Animales Sueltos. Para el intelectual argentino, este programa de restricciones le resulta “cómodo” a un Gobierno que estaba jaqueado por una complicada situación económica antes de todo esto. La pandemia por el coronavirus (COVID-19) le dio la oportunidad a la gestión de los Fernández de poner al déficit fiscal, al default y a la inflación en un segundo plano y el encierro obligatorio le dio un relato al Gobierno: el éxito de las miles de vidas salvadas. Para Alberto, lo único prioritario por estas horas.
Según datos de Asís, desde que se implementó la cuarentena, Argentina que tenía ocho millones de personas comiendo en “merenderos” y ahora tiene once millones de ciudadanos que necesitan del Estado para poder alimentarse lo mínimo e indispensable. El escritor advirtió que por estas horas varias intendencias del conurbano ya comenzaron a tener faltantes importantes de comida para estos programas y que la situación se torna insostenible. Es decir, el Gobierno no está en condiciones ni económicas ni de coordinación eficiente para que funcione medianamente el país miserable que se alimenta de la limosna estatal. La impresión de billetes, madre de la futura hiperinflación, no estaría llegando a tiempo para que los referentes locales compren alimentos, mientras esos papelitos de colores valgan algo.
La situación sería tan delicada que va más allá del inaceptable “país merendero”. Aunque Fernández acepte ese futuro miserable para Argentina, no estarían dadas las condiciones para hacerlo funcionar.
“¿El modelo argentino es un comedero gigante y que los militares vayan a La Matanza o San Martín a repartir viandas tres veces por día de acá a la eternidad?”, se preguntó Asis. Para el analista, que fue muy crítico de la gestión de Mauricio Macri, la dupla de los Fernández “vino a poner al país de pie”, pero “lo terminaron acostando”.