Cuando asumió Alberto Fernández, el actual presidente advirtió que de su administración se podían esperar medidas ortodoxas o heterodoxas, “pero siempre en favor de los argentinos”. Es decir, de su gestión se podía esperar cualquier cosa. Las circunstancias políticas y mundiales hicieron que tenga un primer semestre sin oposición concreta. Los únicos rivales de Fernández (y seguramente los más peligrosos) están puertas adentro, en el mismo Gobierno. Con el kirchnerismo hubo algunos chispazos como la discusión sobre la existencia o no de los “presos políticos” en el país. Pero por ahora la alianza neoperonista sigue caminando.
Eso sí, para consolidar su poder, Fernández tuvo que reforzar algunas sociedades complejas. Si bien el presidente tiene “banca”, el respaldo viene de la mano del sindicalismo y los industriales. Y estos apoyos se pagan. Bah, lo pagamos nosotros. Los argentinos que seguiremos consumiendo productos malos y caros.
En la región, los presidentes de Brasil, Uruguay y Paraguay decidieron cumplir con algunas de sus promesas de campaña y avanzaron con nuevas negociaciones para el Mercosur. Por estas horas, el bloque se encuentra decidido a profundizar importantes acuerdos con diversos países como Corea del Sur, Líbano, India y Canadá. Durante las primeras charlas internas, Argentina mostró sus dudas al respecto, pero los socios avanzaron sin muchos complejos.
Con las negociaciones ya avanzadas, y en una bochornosa actitud, Argentina pateó el tablero:
“En este marco, nosotros tenemos además una crisis y necesitamos de alguna manera ganar un espacio de tiempo nuevo antes de definir cuestiones tan importantes como los tratados de libre comercio y la agenda de relaciones exteriores que está llevando adelante el Mercosur”, señaló Jorge Neme, secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Alberto.
La excusa es clara: la pandemia del coronavirus (COVID-19). Pero todos sabemos que no es más que eso. Una excusa. Podemos tomar esta actitud como un adelanto de lo que se viene: la explicación del default, de la hiperinflación y del país con más de un 50% de pobres.
Desde el equipo argentino indicaron que no desean irse completamente del bloque y pidieron “búsquedas de soluciones político institucionales” para que los países que deseen nuevos acuerdos comerciales puedan hacerlo sin afectar al resto. El Mercosur no debería acceder a esta demanda, ya que de hacerlo, vaciaría de sentido la pertenencia al espacio. Lo único que falta es que Argentina le eche la culpa a los demás por una salida vergonzosa.
Mariano Caucino, especialista en relaciones internacionales y exembajador ante Israel y Costa Rica, señaló que el Gobierno decidió “regalar” oportunidades comerciales al resto de los países de la región y advirtió sobre el peligro de las amistades peligrosas:
“El presidente Alberto Fernández parece actuar en base a criterios ideológicos que lo llevan a confrontar con el presidente de Brasil Jair Bolsonaro. Ello implica un grave error en materia de política exterior dado que las relaciones entre gobernantes deben responder a criterios de Estado y no a caprichos personales o a anteojeras ideológicas. En tanto, mientras la Argentina se aleja de Brasil, Paraguay y Uruguay, parece acercarse a los regímenes de Venezuela y Cuba”, manifestó Caucino.
Por ahora, la presidencia del Mercosur ya reconoció que Argentina dejó de “participar en las negociaciones de acuerdos comerciales en curso”. Seguramente Brasil, Paraguay y Uruguay estarán más preocupados por cerrar estos tratados a la brevedad que por el formalismo para con el socio argentino, que una vez más decide ponerse del lado incorrecto de la historia.