Es claro que el Gobierno argentino, que ya era consciente de la crisis económica inevitable antes de la pandemia de coronavirus, se benefició con varios aspectos del confinamiento de una de las cuarentenas que ya es de las más largas y ortodoxas del mundo. Antes de la pesadilla del COVID-19 la agenda era una: evitar el default a toda costa. Mientras tanto, la frazada corta de la emisión monetaria para cubrir el déficit y las medidas del corto plazo como los controles de precios hacían su aporte. Alberto Fernández confiaba en llegar a un acuerdo con los acreedores para luego empezar a desarticular la bomba antes de que todo volara por los aires. Cabe recordar que en materia de presidentes “tiempistas” Mauricio Macri fracasó y perdió su reelección.
El acuerdo no llegó y el país entró formalmente en default, aunque todavía existen las expectativas de un acuerdo y los tenedores de bonos prefieren evitar el litigio… por ahora. O sea, las negociaciones continúan a contrarreloj y todavía el default “no duele” (mucho). Pero mientras que el Gobierno argentino aprovechó una agenda mediática monopolizada por el coronavirus y Fernández alcanzó unos ridículos índices de apoyo como sanitarista norcoereano, la maquinita del Banco Central de la República Argentina (BCRA) no dejó de emitir billetes. Es que si bien el peronismo se benefició con la poca circulación de los pesos de la economía cerrada, con personas que no pueden sacar su dinero del banco y solamente compran comida para la subsitencia, lo cierto es que esta “acreencia” del Gobierno tiene su lado B: se desplomó la recaudación fiscal. Cabe destacar que estamos hablando de una recaudación que ya no alcanzaba para cubrir el déficit antes del confinamiento.
Luego del último desembolso del BCRA al Tesoro, de 140 mil millones de pesos en mayo, se corroboró un dato más que preocupante: la emisión ya alcanzó su punto más alto en los últimos 30 años. En lo que va del año, la maquinita ya imprimió un billón de pesos, que pueden llegar a arder una vez terminada la cuarentena. Sobre todo si no hay acuerdo por la deuda.
“La emisión monetaria récord para asistencia al Tesoro, a pesar de los esfuerzos del BCRA de esterilizar con Leliqs y pases, es una bomba de tiempo. Las expectativas de inflación se mantienen por encima del 50 % en este escenario, y en algún momento el central deberá desarmar sus posiciones de pasivo no monetario, lo que generará presiones extra sobre la emisión, ya que deberá emitir todo el capital más los intereses. Por lo tanto, no sabemos todavía en qué momento explotará la bomba. Lo que sí sabemos es que vamos a un escenario de altísima inflación, que puede devenir en hiperinflación si se termina de desplomar la demanda de dinero”, indicó la economista Eliana Scialabba en diálogo con PanAm Post.
Otros datos preocupantes para lo que viene
Si bien los industriales confían en que colaborarán en el rebote ante desplome de la actividad finalizada la cuarentena, ocho de cada diez encuestados del sector consideran que tendrán que despedir personal en la reapertura. El dato lo aportó una investigación de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
Por su parte, el Banco Mundial publicó en su informe Perspectivas Económicas Mundiales que para este año, entre la incertidumbre de la deuda y la caída de actividad por la pandemia, Argentina registrará una caída del 7,3 % en su economía.