Latam, parada por la cuarentena de la pandemia del coronavirus (COVID-19), le hizo una propuesta al Gobierno de Alberto Fernández para poder continuar operando en Argentina. Entre otras medidas, la compañía que cuenta con 1 700 empleados en la filial local solicitó una reducción del 50 % de los salarios hasta poder volver a operar. En el nombre de la “justicia social” y los “derechos laborales”, como indica la tradición peronista, el Gobierno se negó terminantemente. La izquierda, como era de esperar, apareció para echar más leña al fuego. El diputado Nicolás del Caño dijo que no había que aceptar el chantaje de la rebaja salarial.
Bueno, el peronismo y la izquierda pueden darse por satisfechos. No hubo rebaja de salarios. Directamente se fue la empresa del país. Lo único que hay que negociar ahora es la desvinculación de la totalidad del personal. Todos sin trabajo y desempleados en nombre de sus “derechos laborales”.
Socializar pérdidas y privatizar ganancias es la máxima empresaria. No al chantaje de la LATAM!! ni despidos, ni rebaja salarial!!
— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) June 17, 2020
En la jornada de hoy, la empresa está haciendo formal su propuesta en el Ministerio de Trabajo para las cuestiones vinculadas a la partida. Cabe destacar que, más allá de la complicada situación por la pandemia, de Argentina es el único lugar donde la compañía decide retirarse.
A partir de este momento los vuelos desde y hacia Chile, Brasil y Perú se operarán desde el exterior. Buenos Aires, Iguazú, Bariloche, Salta, Tucumán, Mendoza, Córdoba, Neuquén, Comodoro Rivadavia, Río Gallegos, El Calafate y Ushuaia ya no contarán con los vuelos internos de la empresa. Más de un malpensado (con algo de fundamento, claro) ya afirma que la intransigencia gubernamental hacia Latam pudo haber tenido que ver con una invitación al retiro para favorecer a la estatal Aerolíneas Argentinas (en constante déficit) y sus vuelos de cabotaje.
Massa, completamente desubicado
Mientras la noticia de Latam corría por las redacciones de los medios y las redes sociales, el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, replicaba en sus redes sociales un anuncio de Aerolíneas Argentinas, donde manifestaba su orgullo por la “aerolínea de bandera”. Al instante, cientos de usuarios le criticaron su actitud. Una de las tantas críticas fue la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich:
“Todos queremos a Aerolíneas, pero exhibirlo en el mismo momento que 1 700 empleados de Latam quedan en la calle es, de mínima, desafortunado. Hable con el Presidente para acercarle la ayuda necesaria a las 1 700 familias, y convenzan a la empresa para que se quede”, escribió la dirigente opositora.
Orgullosos de nuestra aerolínea de bandera.
Uniendo esfuerzos, para unir a todos los argentinos y argentinas.#ArgentinaUnida ❤?? https://t.co/JpiDNGIE7B— Sergio Massa (@SergioMassa) June 17, 2020
Una realidad que ya se ve en las calles de todo el país
Aunque hoy el nombre de Latam es lo que aparece en todas las noticias, lo cierto es que no hay que hacer más que caminar por la calle para percibir el desastre de la economía argentina. Los comercios van cayendo como moscas y hasta en las avenidas principales el porcentual de persianas bajas de forma definitiva es alarmante. En Ciudad de Buenos Aires y Córdoba ya se estima que un 20 % de los negocios no sobrevivirá a la cuarentena. En lo personal, no descarto que el cálculo sea conservador y la situación pueda ser aún más grave.
Aunque desde el oficialismo se busca responsabilizar a la pandemia por la grave situación actual, lo cierto es que el coronavirus no fue más que el golpe de gracia para un sector privado que ya operaba entre el margen o directamente, en muchos casos, a pérdida. Lamentablemente, en lugar de darle un poco de aire a la economía real y desregular cuestiones indispensables, el peronismo se vuelca por la necedad y hasta se anima a sugerir expropiaciones.
Pero el desastre que están fomentando le tocará la puerta de la casa de Gobierno a Fernández en cualquier momento. La recaudación fiscal de un Estado sobredimensionado ya se cae a pedazos y la emisión monetaria es récord. El final es más anunciado que la crónica de una muerte de Gabriel García Márquez.