La pandemia del coronavirus (COVID-19) y su cuarentena extendida puso al estatismo en el centro del debate. Para los partidarios de la burocracia todopoderosa y el Estado controlador, la problemática actual representa la excusa ideal para sus argumentos rebuscados. Aunque el sector privado se está fundiendo y la recaudación se derrumba, el Gobierno pretende “ayudar” a la gente repartiendo billetitos de colores recién impresos. Los estatistas aseguran que estamos en vísperas del capitalismo como lo conocemos y no sospechan el impacto inevitable de un iceberg que está demasiado cerca.
Pero ese estatismo exacerbado del kirchnerismo, que le dice a los argentinos que estén tranquilos, ya que en el mundo postpandemia el Gobierno se hará cargo de todo, también permitió que voces más lógicas salgan a cuestionar la vaca sagrada del Estado. El intendente de Avellaneda (Santa Fe), Dinosio Scarpin, reconoció, sin pelos en la lengua, que el Estado argentino no puede hacerse cargo de nada.
El jefe comunal, que se opuso fervientemente a la expropiación de Vicentin, manifestó que la burocracia argentina no está en condiciones de gestionar una gran empresa, ya que ni siquiera puede hacer las cosas mínimas e indispensables:
“El Estado no puede cortar el pasto en la Ruta 11…”¿Cómo va a manejar una empresa como Vicentin? ¿Qué va a manejar… una lilandería, un frigorífico, una fábrica de algodón?”, manifestó el jefe comunal en una entrevista televisiva.
Para Scarpin, el intento de expropiación es una muy mala noticia para el sector privado, ya que manifiesta que ante una crisis financiera, el Estado argentino puede intervenir de esta manera, violando la propiedad privada impunemente.
En su opinión, Vicentin se trata de “una empresa que para poder subsistir tiene que ser altamente competitiva a nivel país, también a nivel internacional porque tiene que exportar, y tiene que estar con la última tecnología”. Para el intendente de Avellaneda, nada de todo esto puede estar a cargo del Estado argentino.
La intervención y el proyecto de expropiación de la empresa agroalimentaria se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para Alberto Fernández y su equipo. En medio de la cuarentena, miles de personas salieron a manifestarse en todo el país con una consigna clara: “No seremos Venezuela”. Afortunadamente, la reacción a la peligrosa iniciativa ha tenido hasta el momento una respuesta acorde en la opinión pública argentina.