Aunque las causas penales dependen, lógicamente, del Poder Judicial y el Gobierno de turno no interfiere en materia de investigación y sentencias (o al menos no debería), en los años de la gestión previa las autoridades nacionales buscaban mostrar un fuerte respaldo a las víctimas y no a los delincuentes. Durante los cuatro años de la gestión de Mauricio Macri, acompañado por su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el Ejecutivo se empeñó en dar una señal política clara, diferenciándose del período kirchnerista. Lamentablemente, la gestión de Cambiemos no ha hecho muchos más aportes que este y hoy, con el retorno del peronismo, la sensación de desamparo vuelve a hacerse presente en los ciudadanos honestos.
El caso que discuten por estas horas los argentinos es el de Jorge Adolfo Ríos, un jubilado de 71 años, que luego de haber sido asaltado en reiteradas oportunidades la misma noche, ultimó a uno de los delincuentes que entraron a su domicilio en Quilmes, provincia de Buenos Aires.
“Si me preguntás cómo me siento, me siento mal. Yo no nací para matar a nadie, pero tampoco para que me entren tres veces en la misma noche. ¿Con qué intención quería venir esta gente? ¡Cinco personas!”, declaró Ríos en un programa radial luego de volver a su domicilio esta tarde.
El jubilado, que fue detenido tras el hecho, pudo acceder al beneficio de la prisión domiciliaria, por el riesgo que implica su edad y varios problemas de salud que lo aquejan, dado el marco de la pandemia de la COVID-19. Fuentes judiciales confirmaron a los medios que la situación del hombre es complicada, ya que seguirá acusado por “homicidio agravado”.
Ríos, que ya había sufrido dos asaltos esa misma noche, fue abordado por un grupo de cinco delincuentes y sufrió varios golpes violentos. Luego de despertarlo en medio de la noche en su cama, un ladrón comenzó a torturarlo con un destornillador mientras le pedía el dinero. En medio del hecho, la víctima accedió a su pistola Bersa Thunder 9 milímetros y pudo repeler el ataque. Según las cámaras de seguridad, los delincuentes que vigilaban la casa al escuchar los primeros disparos abandonaron el lugar. El último malviviente en escapar de la casa murió de un disparo en el pecho a unos metros de la propiedad. “Yo no soy un delincuente”, aseguró Ríos, que espera un proceso judicial complicado por la muerte de Moreyra de 26 años.
Más allá de la perspectiva ideológica del Gobierno actual y la tendencia del espacio kirchnerista a empatizar con el delincuente, para el abogado de Ríos, esta situación va todavía más lejos:
“Fueron barrabravas de Quilmes los que robaron y atacaron a Jorge. Me parece que el Estado les tiene miedo o está asociados a ellos”, señaló el doctor Alejandro Cid Aparicio, que representa a Ríos en la causa.
El fallecido según se constató, tenía un importante prontuario. Lo mismo el único detenido hasta este momento, Dibu Chara, también integrante de la barra brava de Quilmes.
“Le pegaron una paliza fenomenal y lo querían torturar con un destornillador. Mi cliente actuó en su legítima defensa. El arma estaba registrada y tenía permiso para portarla. Si no lo mataron los ladrones, lo va a matar la justicia”, manifestó hoy el abogado. Esperemos que no.
Por ahora, el caso que comenzará a dar sus primeros pasos en el ámbito judicial, ya partió a la opinión pública. Otra vez, la grieta binaria vuelve a dividir a los argentinos. Aunque suene difícil de creer, casi medio país está del lado de los violentos.