El peronismo tiene experiencia en interferir en la oposición cuando es Gobierno para dividirla. Ahora lo está haciendo y le está saliendo bien. En Juntos por el Cambio ya hay “facción dura” y “ala dialoguista” y los analistas no descartan que el espacio se quiebre para las elecciones legislativas de 2021. Pero en esta oportunidad hay un fenómeno bilateral curioso: hay peronismo en el oficialismo, pero también en la oposición.
Miguel Ángel Pichetto, más cómodo con Mauricio Macri que con Cristina, a la que acompañó durante los años del kirchnerismo en el senado, fue el candidato a vicepresidente por la oposición en las últimas elecciones y ahora se convirtió en el titular de la Auditoría General de la Nación.
En medio del tironeo del Frente de Todos por el tema Venezuela, Pichetto metió la cuchara en el conflicto interno del oficialismo: pidió cuidar al presidente y calificó de “personajes secundarios” a los voceros del chavismo en Argentina que forman parte de la coalición de gobierno.
En la jornada de ayer, el canciller, Felipe Solá, volvió a hacer referencia al “autoritarismo” del chavismo y le contestó Alicia Castro, actual embajadora en Rusia y amiga personal del fallecido Hugo Chávez.
“Hay una gran facilidad para meter presos políticos, luego los suelen largar, aunque no siempre. El Gobierno de Venezuela es autoritario, sin dudas”, señaló Solá. Por su parte, Castro se olvidó de la jerarquía de la máxima autoridad de la política exterior y le respondió desde su embajada rusa: “Es llamativo que siga machacando contra Venezuela”, dijo la diplomática prochavista.
Este debate sigue en sintonía con la discusión de la semana pasada, cuando la cartera de Relaciones Exteriores manifestó su preocupación por la “violación a los Derechos Humanos” del régimen de Nicolás Maduro. Esta tibia expresión generó la ira del kirchnerismo duro que advirtió que Argentina, con estas palabras, se ponía “de rodillas” ante Estados Unidos y Donald Trump.
En medio del debate, Fernández volvió con su discurso soso aclarando que le preocupan “todas las violaciones a los Derechos Humanos en el mundo”, enojando por igual a ambos lados de la grieta. El que remató aquella jornada de bipolaridad comunicacional oficial fue el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que indicó que en Venezuela hay “dictadura”.
Esta mañana Pichetto se sumó a la visión de Massa y Solá y llamó a respaldar a Fernández, en la “tradición” justicialista. “No le hacen bien al presidente los personajes como Hebe de Bonafini que aparecen de manera radicalizada. Esto no es inherente al peronismo. En general, el peronismo cuida a la figura presidencial”, señaló.
Para el exlegislador y actual jefe de la AGN, el modelo de Maduro es “insostenible”, por la “permanente violación a los Derechos Humanos”. En la opinión de Pichetto, las declaraciones de Castro son “expresiones que debilitan al presidente, por parte de figuras secundarias”.
Hoy, Pichetto sigue cercano a Mauricio Macri y, formalmente, es parte de la oposición. Pero, por las dudas, si le toca seguir al peronismo en el Gobierno, el veterano dirigente también pone fichas allí y ya juega su interna. Si bien se sintió más cercano a la propuesta de Macri que la de Cristina, un peronismo más tirado a la centroderecha y alejado del chavismo, le resultaría mucho más familiar que el espacio de Juntos por el Cambio. Allí lo esperan sus amigos de toda la vida.