En la primera etapa del kirchnerismo, cuando la justicia fallaba en contra de los intereses políticos del Gobierno, Néstor y Cristina denunciaban el funcionamiento de un supuesto “partido judicial”. Argumentaban que funcionaba como un órgano político que se dedicaba a ponerle palos en la rueda al rumbo del Poder Ejecutivo, votado por la ciudadanía.
Aunque esos días ya son lejanos, y han pasado muchas cosas en el medio, como la presidencia insulsa de Mauricio Macri, hoy más que nunca debemos recordar y tener presente esos debates. Desde la maquinaria comunicacional oficialista, formada de medios públicos y privados, se llegó a cuestionar la legitimidad del Poder Judicial, ya que no había sido “votado por el pueblo”. A ese nivel de decadencia llegó Argentina y, lamentablemente, pareciera que hoy estamos a la vuelta de la esquina de la reedición de esos debates.
Si el peronismo se enloquecía por los fallos judiciales en contra, imaginemos una situación alternativa donde la Corte Suprema salga a decir que el Poder Ejecutivo “funciona mal”, por lo que hay que “reformarlo”. Probablemente las fuerzas de seguridad estén desalojando a los jueces de su despacho, acusándolos de un intento de golpe de Estado. Bueno, la situación inversa se está dando por estos días y parece que pocos advierten la gravedad de los hechos.
“La Corte Suprema está funcionando mal”, dijo esta mañana el presidente Alberto Fernández, en el marco de la presentación de un proyecto de reforma que afecta al Poder Judicial. “Toda mi vida he dicho que el problema no está en el número de los integrantes de la Corte. Puede funcionar con cinco miembros, lo que sí digo es que la Corte está funcionando mal”.
La referencia al número tiene que ver con las últimas maniobras de los gobiernos argentinos que han usado ampliaciones y reducciones en favor de sus intereses y de la lealtad de los ministros del máximo tribunal. Fernández ya había prometido en campaña que no tocaría el número de la conformación, lo que está ratificando hoy, pero lo cierto es que no es la única herramienta que puede utilizar el Ejecutivo para “meter mano” en otro poder independiente del Estado.
“¿Por qué caemos en estos debates si lo que estamos tratando es que esto funcione de otro modo? ¿Alguien me puede decir a mí que la Justicia Federal ha actuado bien durante los últimos veinte años? El que me dice que sí es un gran cínico”, argumentó Fernández.
El presidente argentino tiene razón en su planteamiento y habría que ser bastante caradura para decir que la justicia argentina tiene un funcionamiento ejemplar. Pero también hay que ser un “gran cínico” para brindar argumentos técnicos cuando lo que se plantea es la inclusión de un consejo, que tiene entre sus miembros al abogado de Cristina Kirchner en sus causas de corrupción.
Argentina está a más de un año de la elección legislativa de medio término y, por estos días, la crisis económica está impactando en la imagen del Gobierno. Sin embargo, Fernández aprovecha la ausencia de un referente opositor de peso para avanzar en los frentes que le sean posibles.
En los próximos meses la agenda podría ser de resistencia civil, ya con cuarentena por medio, las calles le marcaron la cancha al oficialismo con el intento de estatización de Vicentin. A pesar de la pandemia y la situación económica, la gente desconfía del Gobierno y no tiene miedo de protestar.