Alberto Fernández prometió en campaña que, una vez más, insistiría con la ley del aborto, que cayó en el Senado durante la presidencia de Mauricio Macri Lo repitió incluso a principios de marzo, antes de la cuarentena, en la apertura de sesiones del Congreso. El peronismo, como fuerza que necesita representar a las mayorías para mantener el poder, tiene un serio problema con esta cuestión, y con otras, que pueden ser muy caras para determinadas minorías necesarias y grupos de presión.
Con el tema del aborto, Fernández tiene un conocido entredicho con la iglesia. El Frente de Todos que comanda con Cristina Kirchner tuvo una ayuda importante de varios sectores religiosos durante la campaña presidencial. Como resalta hoy Miguel Ángel Pichetto, que fue candidato a vicepresidente por el macrismo en 2019, muchos curas plantearon por entonces el problema de un “hambre africana” (posiblemente inexistente) en determinados segmentos del país. Si bien la iglesia no apoyó al peronismo formalmente, lo cierto es que, definitivamente, le “soltó la mano” a Macri y los Fernández lo supieron capitalizar.
Aunque parece no estar muy relacionado con el tema del aborto, en la jornada de ayer hubo una llamada telefónica entre el presidente argentino y el papa Francisco que podría estar relacionada con la suspensión del debate parlamentario en cuestión. Durante quince minutos, Fernández mantuvo un cordial diálogo con su compatriota Jorge Bergoglio al que le agradeció mucho su gestión en el acuerdo de la deuda con los acreedores. “Voy a estar eternamente agradecido al papa Francisco porque en silencio nos ayudó muchísimo”, reconoció Alberto la semana pasada en una entrevista, luego de confirmarse el acuerdo con los bonistas.
Aunque el texto del proyecto denominado “del aborto legal, seguro y gratuito” está redactado, el Poder Ejecutivo ya reconoció que este año no será enviado al Congreso. La razón (o excusa) es la pandemia del coronavirus (Covid-19). En la intimidad de la quinta de Olivos, Fernández ya les confirmó a sus más cercanos colaboradores que “no es momento” ni para el debate político y público, ni tampoco para que los hospitales anden realizando abortos en medio de la campaña.
La funcionaria que habló en público al respecto fue la Secretaria Legal y Técnica de la presidencia, Vilma Ibarra. Ella aseguró que con “7 500 contagios por día no se puede plantear ahora el debate del aborto y ponerle más presión al sistema de salud”.
Por ahora, al menos, uno de los grupos que apoyó la presidencia de Fernández tendrá que esperar por una de sus más polémicas propuestas de campaña. Dada la complicada agenda del presidente argentino, es probable que el año próximo, antes de cumplir con su palabra, deba contar porotos en el marco de una complicadísima situación económica. Una vez más, la necesidad del respaldo de la iglesia le podría ser más necesario a Fernández que el de los pañuelos verdes. Este sector, igualmente no votaría nunca por la oposición, considerada (seguramente de manera injusta) como la “derecha”. Por ahora, en la política argentina, todos siguen tragando sapos para no tragar cosas que consideran peores.