No es claro si el Gobierno peronista de Argentina se cree lo que dice o si tiene que recurrir a este argumento insólito, ya que no sabe qué hacer con el descontento popular que viene en aumento. Para los ministros de los Fernández (porque ni Alberto ni Cristina hicieron referencias concretas por sí mismos) la multitud que se congregó hoy en todo el país es un grupo de acarreados por la oposición política. Más concretamente, por el frente macrista-radical de Juntos por el Cambio.
Esta acusación no tiene el más mínimo sentido. La coalición parlamentaria opositora, que perdió las elecciones presidenciales con el Frente de Todos, ni siquiera convocó a la manifestación. El presidente del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, mucho más cerca del presidente que del grupo de legisladores opositores, fue contundente. Ni su frente ni su partido convocan y él, además de no ir a la manifestación, aseguró que ni siquiera sabía los motivos de la convocatoria.
Aunque el intendente, Horacio Rodríguez Larreta, se haga el desentendido, las razones de la manifestación son muy claras: protestar contra la reforma de la justicia, criticar el autoritarismo del Poder Ejecutivo, solicitar el final de la cuarentena cavernaria e inútil y pedir por el fortalecimiento de la República y la división de poderes.
Si bien la mayoría de los manifestantes —seguramente— votó por Mauricio Macri en las elecciones pasadas, lo cierto es que más que “macrismo” , todo esto está vinculado a un fenómeno circunstancial. El Gobierno (y Macri también) deberían tenerlo bien en claro. La verdad es que Juntos por el Cambio está perdido, repleto de contradicciones internas, igual que el Gobierno, y no tiene ninguna capacidad de convocatoria semejante. Lo que convoca a la gente es la indignación con el proyecto que está al frente del país. Si no hubo un manifiesto, como Larreta pretende para saber concretamente los motivos de la marcha, es porque todo esto se trata de un fenómeno espontáneo, descentralizado, sin liderazgos y libre. El peronismo podría llamar a este fenómeno “pueblo”.
Desde los medios oficialistas se criticó duramente la iniciativa, con el argumento de la pandemia y la delicada situación que enfrenta el sistema de salud. Sin embargo, la mayoría de la gente se manifestó desde sus autos y los que lo hicieron de a pie mostraron sus banderas con barbijo y el distanciamiento recomendado. Sin embargo, una vez más, los periodistas oficiales volvieron a darle voz a los extremistas delirantes que marchan en contra de Bill Gates, George Soros y el “Nuevo Orden Mundial”. Deciden desconocer que hay algo grande allá afuera y se hacen los distraídos. Al menos públicamente.
También en el departamento de CFK
Aunque el microcentro y el obelisco fue el centro de convocatoria en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un grupo de manifestantes decidió ir a protestar a la casa de la vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner. A diferencia de las otras oportunidades, la exmandataria y actual titular del Senado, no tuvo que lidiar solamente con el escrache abajo. Sus vecinos del piso de arriba colgaron una bandera nacional en el frente del edificio con la leyenda “Argentina República Democrática”.
Mañana por la mañana, los micrófonos apuntarán al bigote de Alberto Fernández. El presidente argentino deberá decidir si reconoce lo que pasa en su país o si continúa en una negación absoluta y poco creíble, que al único que perjudica es a él mismo.