El kirchnerismo quedó golpeado ayer. La convocatoria del 17 de agosto fue lo suficientemente importante como para no poderla ignorar ni pasar por alto. Pero las declaraciones de los funcionarios de Gobierno, como la de los periodistas afines, confirman que están grogui. Mientras la imagen de Alberto Fernández y su Gobierno se derrumba, los voceros oficiales balbucean y no hacen otra cosa que confirmar la crisis y la falta de rumbo.
Juan Grabois, “dirigente social” K, no se anduvo con vueltas y pidió «aplicar la autoridad» a las personas que se manifestaron ayer. En su opinión, los fiscales tienen que actuar de oficio para identificar a la gente y así cobrarles una multa económica «por el daño que hicieron». Para el periodista Diego Brancatelli, los que salieron a protestar «son un asco». También los denominó «ridículos, golpistas y odiadores». Entre los más recatados del plantel de la vocería oficial estuvo el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que eligió la victimización: le pidió «perdón» a los médicos por no poder evitar que la gente salga a la calle durante la jornada de ayer.
Más allá de las cuestiones políticas partidarias, hay algo para rescatar en el descontento popular argentino. El liberalismo, de tantos años de prédica, parece haber hecho carne en un sector importante de la sociedad. Es probable que no nos dé el cuero para poner un presidente, por ahora, pero, definitivamente, las ideas de la libertad ya tienen suficiente peso propio como para pensar en un bloque parlamentario a partir del año que viene.
Las críticas al modelo “socialista“, el tamaño del Estado, los reclamos por la presión impositiva, los privilegios del sector público y la relación de la inflación con el déficit fiscal y la emisión monetaria ya son parte del menú opositor, que todavía no tiene una oferta política clara que lo represente. Si comparamos este descontento más claro que el de 2001 con el «que se vayan todos», creo que podemos ser optimistas en el mediano plazo. Pero para consolidar este capital hace falta concretar la opción electoral para el año próximo.
Uno de los referentes liberales que se hizo presente ayer fue el economista José Luis Espert. Junto al analista internacional Luis Rosales participaron de la marcha y brindaron cientos de selfies a sus seguidores, que pudieron llevarse una foto con la dupla, pero con distancia y barbijo cubriendo parte del rostro. Agustín Etchebarne, fundador del partido Uni2, que ya se encuentra formalizando sus afiliaciones para participar de las elecciones de 2021, convocó al #17A y dijo que si los argentinos no salen a la calle serán «un pueblo timorato ante la dictadura». Por su parte, Ricardo López Murphy ya se está probando el traje de candidato para la Ciudad de Buenos Aires. Todos coinciden en que esta vez «hay demanda» de las ideas que representan.
Un acuerdo temprano entre estos espacios y una propuesta legislativa liberal estaría en condiciones de generar un espacio parlamentario pronto, pero también correr el eje del debate en las presidenciales de 2023. El macrismo ya mostró el resultado fallido de la propuesta antikirchnerista insulsa, desideologizada y vacía de contenido. No cometamos el mismo error dos veces.