Argentina es la historia de la repetición. Desde el primer peronismo que el país vuelve a tener los mismos problemas, por las mismas causas, que intenta solucionar de la misma manera. Siempre sale mal, siempre pasa lo mismo. A veces me pregunto si la tara es exclusivamente ideológica o si los funcionarios de turno se conforman con ganar tiempo y seguir cobrando su sueldo hasta que todo estalle y se tengan que ir por la puerta de atrás.
Recientemente, el fracaso mega-archi-super anunciado de la “ley de alquileres“, que trajo su consecuencia predecible el primer día de aplicación, inmortalizó el nombre del legislador macrista que impulsó la iniciativa. Daniel Lipovetzky, al que le advertimos en un sinnúmero de artículos en este medio que la ley fracasaría estrepitosamente, no pagará las consecuencias de su irresponsabilidad económica, claro. Pero al menos deberá soportar que en Argentina ya se haga referencia al “Efecto Lipovetzky” para explicar el fenómeno en cuestión. Este principio científico tuvo por unos días su página en Wikipedia, pero el diputado logró bajarla. Por ahora, si uno busca el “Efecto Lipovetzky”, al menos consigue ver un resumen de lo que era el sitio de la enciclopedia digital. Dicen que se enojó mucho con todo esto… Igualmente, más enojados están los propietarios e inquilinos a los que le jodió la vida con esta absurda y contraproducente legislación, que ya había fracasado en reiteradas oportunidades.
Repasando el archivo, ahora en agosto de 2020, hasta yo me sorprendo por la cantidad de veces que alertamos desde estas columnas el desastre que iban a hacer. El 11 de mayo de 2017 publicamos “Argentina no aprende: diputados debaten regulación de alquileres aprobada por el Senado“. Pero ahí no dejamos el asunto, el 25 de agosto de ese año publicamos también “Regulación de alquileres en Buenos Aires: ¿No queda un legislador que entienda de economía?” , unos meses después, lejos de abandonarse la idea en la mente de los dirigentes políticos locales, comenzó la discusión para aplicarla en todo el país. El 15 de octubre de 2018 publicamos: “Desastre: Buscan implementar ley de alquileres a nivel nacional“. Ya para el final de la gestión Macri, y con este tema en boga una vez más, publicamos el 25 de septiembre de 2019 que el Gobierno que dejaba el poder no era más que “una copia mala del kirchnerismo“. Para el 20 de noviembre del año pasado, con la ley siendo aprobada en el Congreso, más que con finalidad catártica que otra cosa, escribí que “Argentina no tiene solución“.
En todos y cada uno de esos artículos explico exactamente los mismos argumentos una y otra vez. Sorprendentemente me han seguido pagando el sueldo. Pero de haber recibido algún cuestionamiento por parte del medio, podría haber esgrimido una defensa digna: es el debate de actualidad de Argentina. No importa si el resultado es cantado o si ya se fracasó de la misma manera en el pasado una y otra vez.
Sin la máquina del tiempo y sin la bola de cristal de la videncia, una vez más, nos toca repetirnos con otro asunto: el control de cambios. Como el Gobierno se dio cuenta que el límite de 200 dólares por mes es burlado por personas que ofrecen el servicio de comprar para alguien más, ahora el Banco Central le declara la guerra a los “coleros” y publica sus números de documentos en un escrache de mal gusto. En la jornada de hoy 5 mil personas fueron inhabilitadas para comprar moneda extranjera y deberán esperar un tiempo para volver a ser autorizadas por el monopolio monetario nacional.
¿Qué va a pasar? ¿Va a frenar el tipo de cambio? Claro que no… el Central seguirá perdiendo reservas y la próxima novedad será una nueva restricción. El único misterio es si el monto de 200 se reducirá o si directamente se eliminará esa mínima capacidad de ahorro en Argentina. Lo que es cantado es que, mientras sigan con este déficit fiscal, imprimiendo billetes para girar al Tesoro, la brecha entre el tipo de cambio formal e ilegal seguirá aumentando. No hay chances que baje el dólar, como tampoco había posibilidades que la ley de alquileres funcione. Si no quieren mirar nuestra historia, pueden tomar el ejemplo de Venezuela. Si tampoco les gusta, la historia tiene 4 mil años de fracasos semejantes en todo el mundo.