Las primeras imágenes en Nueva York ante la pandemia del COVID-19 le sirvieron de ejemplo al Gobierno peronista de Alberto y Cristina Fernández para vender el protocolo de la cuarentena estricta. Mientras Donald Trump advertía los riesgos de destruir la economía, las autoridades argentinas decidieron poner todos sus esfuerzos en un lockdown inviable, extenso y contraproducente. Hoy, Estados Unidos comienza a transitar levemente el camino hacia la normalidad y Argentina discute “el botón rojo” con el que amenaza el presidente. Es decir, retornar al cierre total y absoluto, tal cual se decretó el 20 de marzo.
Pero, además del fracaso a nivel salud argentino, de un país que ya está entre los 10 con más contagios del mundo, es importante reparar en el daño de la economía. Ya es un hecho que a finales de este año el país terminará con pésimos índices macroeconómicos. La peor inflación después de Venezuela, un alto y creciente desempleo y alarmantes incrementos en los índices de pobreza e indigencia.
Aunque el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos anticipa una preocupante inflación anual del 42 %, varias mediciones privadas dicen que el desastre podría ser peor. FocusEconomics, que releva bancos y consultoras privadas ve un 43,9 %. Euromonitor dice que será del 46,8 %, Moody’s un 47,9 % y el Citi cuenta con un 52,6 %. La emisión monetaria descontrolada, de un Gobierno que pretende reemplazar al sector privado con subsidios, ya deja en claro el final de la película. Los economistas liberales ya ven para 2021 una inflación de tres dígitos y más de uno se anima a vislumbrar una nueva hiperinflación, como ocurrió entre 1989 y 1991 antes de la convertibilidad.
Con relación al escenario vinculado al desempleo, Quantum Finanzas dice que podría crecer todavía un 15,5 %, al igual que Santander. El BBVA encuentra la cosa un poquito más complicada y se anima a tirar un 18,6 %. Todos los escenarios coinciden en una Argentina pospandemia de más de un 50% de pobres, al igual que con la crisis 2001-2002. Es decir, nos comimos de la mano de los Kirchner el mejor período posible, con precios internacionales que le han sonreído a nuestras exportaciones agropecuarias. Dilapidamos una oportunidad única en un populismo de corto plazo. Uno de los datos que más duelen es la proyección de la pobreza en el sector infantil. Para fin del 2020, un 62 % de los chicos argentinos serán oficialmente pobres.
¿Y Estados Unidos?
La economía norteamericana, que si bien no es la más libre del mundo, cuenta con un mercado laboral mucho más civilizado que Argentina. El “capitalismo salvaje yanqui”, que permite contrataciones y despidos con menos “derechos sociales” en comparación al reinado de peronia, sumó 1 400 000 nuevos empleos durante el mes de agosto. A nivel nacional, el desempleo ya está por debajo de las dos cifras. Luego de cuatro complicados meses por encima del 10 %, Estados Unidos comienza septiembre con un nada despreciable 8,4 %.
Estas cifras forman parte del penúltimo informe económico que tendrá la gestión de Trump antes de las elecciones de noviembre, pero la tendencia indica que, seguramente, la próxima edición mantenga la tendencia de recuperación.
Habría que ver si Alberto Fernández sigue insistiendo en esta nueva etapa con el temor de “terminar como Estados Unidos”.El presidente norteamericano debería tomar nota y ofrecerle a los votantes su continuidad, en lugar de volcarse por el cambio hacia un Partido Demócrata muy tirado a la izquierda. “Podemos terminar como Argentina“, sería un buen argumento de campaña para el hombre que va por la reelección.