En la Argentina repetida hay postales que se reiteran una y otra vez. Ciclos calcados, que a su vez forman parte de otros ciclos más grandes y que tienen un final absolutamente cantado. Uno de los predecibles de la actualidad es el colapso de las páginas del home banking el primer día hábil de cada mes. Los afortunados que contamos con un trabajo registrado esperamos atentamente que el reloj marque las nueve para adquirir los $200 dólares que el Gobierno deja comprar cada 30 días. Al tener un absurdo control de cambios, los precios no se manifiestan y, como en todos los regímenes socialistas con libreta de racionamiento, el desabastecimiento está a la vuelta de la esquina.
Otro denominador común es el análisis periodístico que repite la noticia, que informa sobre los sitios de los bancos caídos, mientras que los panelistas predecibles repiten el mismo análisis: “¿Es posible que el algún momento se “terminen” los $200 dólares habilitados para el ahorro?” Ya la duda sobre si era viable la eliminación del control de cambios quedó absolutamente descartada. Solamente nos preguntamos si “sacarán” el cupo. Claro que eventualmente el cupo se terminará. El único misterio es si se reducirá en el monto o si directamente se prohibirá la compra de moneda extranjera. Como no piensan corregir el desajuste fiscal y siguen emitiendo a lo loco, no parece una posibilidad la solución civilizada de dejar expresar a los precios libremente. El peronismo, una vez más, apuesta por subir la temperatura a una olla a presión que en cualquier momento revienta.
Desde que se decretó la cuarentena, el Banco Central perdió $1 630 millones de dólares y de poco sirvieron los controles gubernamentales para perseguir a los argentinos que compran los “200 verdes” para otra persona. El mes pasado el monopolio monetario prohibió a 5 mil personas el acceso al dólar ahorro, ya que determinó que se trataban de “coleros”. Es decir, personas que venden el servicio de su cupo a alguien más por una diferencia. La medida policial y el escrache no sirvió de nada. En septiembre continuó la hemorragia de reservas, que de a poco van vaciando las arcas del Central.
Lo que termina de hacer evidente la fecha de caducidad del cupo del “dólar ahorro” es el aumento de pesos en el mercado. En lo que va del año, con la economía en picada, el circulante creció un 45 % y la máquina impresora de papelitos de colores no da para más. Tal es así que la noticia del día fue la próxima importación de Brasil de 400 millones de billetes de mil pesos. El trabajo lo hará la Casa de la Moneda del país vecino y nos costará más de $20 millones de dólares.
¿Hay que contar cómo termina la novela? El desastre, cuando llegue, no deberá sorprender a nadie. ¿Qué hacer? Nada… comprar los $200 dólares el primero de octubre antes que cierren la canilla. En este sentido, otra cosa no se puede hacer.