EnglishRecientemente en Colombia ha vuelto a tomar fuerza el rechazo por los recientes ataques de las FARC a la industria petrolera del país, que afectan importantes oleoductos del país en puntos neurálgicos, como lo fue la voladura del Oleoducto Trasandino en el departamento de Tumaco, cerca de la costa pacífica.
Este ataque, ocurrido hace 20 días, causó el derrame de 410 mil galones de crudo, aunque lo más grave ha sido el daño ambiental en la zona. El ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, lo calificó como “el daño ambiental más grande que ha tenido el país en los últimos 10 años. Y no es para más, pues es probable que el ecosistema jamás pueda recuperarse por completo.
Otro de los atentados contra el medio ambiente y la industria petrolera más graves de este año fue en el departamento de Putumayo, en el que las FARC obligaron a verter 130 mil galones de petróleo, que estaban siendo transportados en camiones cisternas por la carretera. La afectación ambiental también se prolongará por meses, e incluso años, en la vegetación y las fuentes hídricas.
En lo que va de 2015, se han registrado 47 atentados que han significado la pérdida de 30 mil barriles de crudo, que representan una gigantesca pérdida de dinero a la nación. Pero quizá lo más grave es que limpiar e intentar reparar el desastre ambiental le cuesta a Colombia más de 10 millones de dólares.
Así lo afirma Carlos Leal, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet), quien advierte que de continuar este tipo de hechos se podría afectar de manera severa la industria, esto teniendo también en cuenta que este no ha sido el mejor año para la economía petrolera.
“Podría pasar que compañías tengan que declarar cláusulas de fuerza mayor, porque nadie va a operar a perdida, ni dentro de condiciones que no garanticen viabilidad económica ni seguridad de superación. Entonces es muy probable que compañías se tengan que ir del país o se declaren en quiebra”.
Con el crudo que se ha perdido este año se han dejado de ganar alrededor de US$1,5 millones, sin contar con la producción que queda diferida por efecto de que los campos no pueden producir ni sacar la producción del oleoducto.
“Eso es algo que no ha visto la insurgencia, o sí lo ve y lo hacen a propósito, no se sabe, pero desafortunadamente nada se hace para cobrar a quien realmente tiene la responsabilidad en este tipo de hechos”, dice Carlos Leal.
Y es que en Colombia, a lo largo de los últimos 30 años, se han derramado casi cuatro millones de barriles, una cantidad que es comparable con la tragedia ambiental ocasionada por la petrolera Exxon Valdés en 1989, en Alaska, o con la explosión de la planta de British Petroleum (BP) en el golfo de México en 2010, que causó revuelo internacional por los daños al ecosistema.
“A ellos (los de BP) les costaron 18,9 millardos de dólares las penalidades por el evento, por el caso del Exxon Valdés aún se siguen pagando multas; en cambio a la guerrilla, ¿quién le cobra? Pues nadie, nadie responde por un evento tan grave que en materia acumulativa es de proporciones iguales”, dice preocupado Leal.
Y eso sin contar con otras maneras que tienen las FARC para generar trabas a la industria. Además de asaltar los camiones cisternas y volar oleoductos, los insurgentes también se infiltran entre las comunidades y los trabajadores para generar paros que entorpecen la producción. “Y eso va en detrimento de la Nación, porque crudo que no se produce, es crudo que no se liquida y no va a producir regalías”.
Además de esto, hay que tener en cuenta que la cobertura de empleo que genera el sector petrolero en el país es del 70% incluyendo regalías, impuestos y la participación del Gobierno en Ecopetrol, entre otras cosas, y al no tener esos recursos se afecta toda la cadena de valor, y en general, la economía nacional.
Más importante, el daño ambiental
El ataque al Oleoducto Trasandino en Tumaco, que ha generado en mayor desastre ambiental de los últimos 10 años, también trajo y seguirá ocasionando problemas a la comunidad. Cerca de 160 mil personas estuvieron 18 días sin suministro de agua potable, y aunque Ecopetrol y el Gobierno trasportaban el líquido en camiones desde otras zonas del país, la demanda no podía ser completamente abastecida.
La contaminación del río Mira, que llevó la mancha de petróleo hasta el Océano Pacífico, también afectará de manera importante a la pesca, una de las principales actividades económicas de la región.
De hecho, expertos indican que la contaminación del ecosistema en Tumaco es algo que jamás se revertirá. Según los académicos, la zona afectada se recuperará paulatinamente, mientras la población volverá a tener agua para consumo, pero la biodiversidad que habitaba estos ecosistemas se reducirá considerablemente, ya que las pérdidas en flora y fauna son irrecuperables.
Para el Profesor Gonzalo Andrade, del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, lo sucedido afectó totalmente el entorno ambiental porque, según dice, las fuentes de agua contaminada con hidrocarburos desaparecen completamente a todas las especies en cualquier ecosistema acuático.
Este hecho se origina porque el crudo, al disolverse con el agua, se mezcla en diferentes capas. “La capa superficial del petróleo negro que flota es la única que se ve, pero hay una parte que se disuelve en el agua y otra que finalmente se hunde, de tal manera que termina afectando todos los componentes del ecosistema”, explica por su parte el biólogo Germán Márquez, del Instituto de Estudios Ambientales de la misma universidad.
Así, el agua afectada agota el oxígeno y se vuelve inhabitable para los peces. Además los microorganismos que viven en el fondo acuático y actúan como nutrientes de las demás especies también se contaminan.
¿Por qué las FARC continúan haciendo este tipo de atentados?
La delegación de las FARC en la mesa de negociaciones en La Habana se pronunció sobre el atentado días después de que hubiera ocurrido y manifestaron que “no eran las consecuencias deseadas”.
“No nos enorgullecemos del resultado de las acciones contra las infraestructuras petroleras como tampoco nos enorgullecemos de las muertes de soldados enemigos cuando éstas se producen (…) Debemos reconocer que el agregado de la guerra agrava este panorama, afectando a personas y ecosistemas, y que desgraciadamente lo ocurrido en Tumaco ha tenido terribles y no deseadas consecuencias”, señaló Carlos Antonio Lozada, miembro de las FARC.
Sin embargo Ecopetrol manifestó en sus comunicados que atajar la mancha de petróleo para que no llegara al Pacífico fue una tarea complicada “porque miembros armados impedían realizar los procedimientos pertinentes”.
“Grupos al margen de la ley han intimidado a las comunidades, han hecho hostigamientos contra helicópteros al servicio de Ecopetrol y han impedido a los trabajadores realizar de una manera efectiva las reparaciones de los oleoductos y el control de los derrames de crudo en los ríos y en el mar”, dice uno de sus comunicados.
Aunque es difícil saber por qué las actuaciones de las FARC son contradictorias, para Carlos Leal, de Acipet, los ataques a la industria podrían tener que ver con que el sector no está dispuesto a pagar extorsiones.
“Ellos buscan obtener recursos cobrando extorsiones a compañías, contratistas o terceros asociados. Se trata de dejar la industria en paz a costa de pago de extorsiones, que lógicamente son castigadas por la ley, y las compañías son respetuosas de la ley y no se prestan para ese tipo de cosas”, afirma.