EnglishMuchos argentinos y extranjeros ya hablan del principio del fin del kirchnerismo y no tanto por la salud de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien acaban de someter a una intervención quirúrgica para drenarle un hematoma cerebral, sino especialmente por el acelerado deterioro político y económico que desde hace dos años, tras la reelección presidencial, sufren su gobierno y el país.
Un declive que, pese a la solidaridad que podría generar su nuevo estado de salud, está afectando muy negativamente a la Presidenta y su equipo de Gobierno frente a las próximas elecciones legislativas del 27 de octubre. Como bien señaló días pasados el analista hispanoargentino Carlos Malamud: “la mayoría de las encuestas publicadas al día siguiente de tan trascendental anuncio,la nueva enfermedad de Fernández, seguían pronosticando una debacle del oficialismo, aún mayor a la vivida el pasado 11 de agosto luego de conocerse los resultados de las primarias obligatorias. Las famosas PASO supusieron en su momento el final de la aventura reeleccionista de Fernández y cuestionaron, inclusive, su proyecto político.”
Entre otras victorias de la oposición argentina, que pronostican diversas encuestas en estos comicios fundamentales para el devenir del kirchnerismo, está la del candidato Sergio Massa que se impondría sobre el candidato oficialista Martín Insaurralde en la provincia de Buenos Aires.
La debacle se alimenta de muchos problemas a la vez. Entre ellos, cabe señalar los conflictos y divisiones dentro del propio peronismo; el descontento popular producido por la mala gestión pública, la crisis económica, la inflación, la creciente pérdida de reservas; las peleas intersindicalesy los numerosos escándalos de corrupción, como el que tiene como protagonista al vicepresidente de la República, Amado Boudou, actualmente a cargo de la presidencia por el reposo que debe guardar Fernández.
Es lógico que la profundización del declive kirchnerista afecte también a la política exterior y sus relaciones internacionales del actual gobierno, en particular con aquellos considerados socios estratégicos en Sudamérica. De hecho, ya se encuentra el gobierno argentino bastante aislado en el hemisferio como consecuencia de los problemas que ha tenido con otros gobiernos en los últimos dos años: con el estadounidense por los llamados “fondos buitres”, con el español por el caso Repsol, y con el basileño y algunos otros por motivos comerciales.
Hasta podría afectar la estrecha y especial relación política y comercial que se mantiene con la Venezuela chavista desde hace una década. Aún más, si en las también próximas elecciones municipales en Venezuela el chavismo sufre una debacle electoral del mismo tipo.
Cabe recordar que, sin contar los negocios subrepticios entre funcionarios de ambos países, desde que comenzó el kirchnernismo el intercambio comercial venezolano-argentino se expandió casi un 1.000%, en sectores tan disímiles como barcos petroleros, automóviles, industrias alimenticias, plantas de regasificación, exploración petrolera conjunta en un área colindante con las Islas Malvinas, transferencia de tecnología, y equipamientos médicos, entre otros. Sin duda, estos Gobiernos lograron intercambios sin precedentes, aunque siempre a favor de Argentina. Petróleos de Venezuela (PDVSA) le vende a la Argentina combustibles por entre 800 y 1.000 millones de dólares pagándole, además, por el costo del flete dado quela mayoría se compra en Brasil. Pese a todo, hasta principios del 2013 Argentina adeudaba a PDVSA 1.800 millones de dólares por las compras de fueloil y gasoil. Se trata de una deuda que se renegoció dos veces entre 2008 y 2012.
También en el transcurso de la última década, los Kirchner y el chavismo, actualmente comandado por Nicolás Maduro, establecieron un nuevo marco de vinculación y solidaridad política. La estrecha amistad llevó al gobierno de Chávez a financiar la campaña electoral de Cristina en las elecciones presidenciales de 2007. La solidaridad con ella fue incluso más estrecha que la mantenida con su marido. Cuando en abril de 2012 la presidenta Fernández tomó la decisión de expropiar el 51% de la petrolera YPF, bajo control de la española Repsol, el mandatario venezolano no solo saludó y respaldó la medida, sino que también puso a su disposición “toda la experiencia técnica, operativa, jurídica y política de la empresa nacional PDVSA”. La mandataria argentina siempre le reconoció a Chávez su generosidad y amistad y se lo demostró con creces secundando su ingreso al MERCOSUR y durante la enfermedad. Ella fue otro de los mandatarios que viajó a La Habana en enero de 2013 para tomar conocimiento sobre la salud de su amigo enfermo y posteriormente fue la primera en llegar a Caracas para los funerales.
Uno de los primeros viajes oficiales de Nicolás Maduro como presidente constitucional, fue a la Argentina de Cristina Fernández. Allí, ambos mandatarios se prometieron amistad y apoyo incondicional, mientras firmaban 12 acuerdos de cooperación que profundizarían las relaciones bilaterales. No obstante, estas relaciones están supeditadas a la deriva del kirchnerismo y el madurismo en los próximos meses.