EnglishHoy, martes 2 de diciembre, sin debate pluralista parlamentario, aplicando la mayoría chavista y a tan solo cinco días de las elecciones municipales, la Asamblea Nacional venezolana aprobará el denominado Plan Nacional Simón Bolívar, Plan de la Patria 2013-2019, que pasará de esta forma a convertirse en Ley de la República.
El presidente Nicolás Maduro, en evidente provocación y desafío hacia los dirigentes opositores y las fuerzas democráticas del país, ya había asegurado que “todas las autoridades, militares, gobernadores alcaldes, todo el mundo, deberán regirse por este proyecto”, añadiendo que gobernará hasta 2019 con esta ley en la mano.
Por supuesto, el mandatario no dijo que respetará o discutirá las opiniones y propuestas de más de la mitad de la población que no está de acuerdo con el contenido y propósitos de este proyecto. Todo lo contrario, el plan se impondrá y para ello utilizará todo el poder del Estado y los súperpoderes habilitantes otorgados recientemente por la Asamblea Nacional chavista que le permiten gobernar por decreto por un año. Pues Maduro no lo considera solo un lineamiento de gobierno, sino “el testamento político del Comandante Chávez” y “el proyecto más importante en la historia de Venezuela porque resume todos los caminos, los anhelos y las luchas que unen a todos los partidos y colectivos que apoyan el proceso revolucionario”.
Y efectivamente este plan profundiza y radicaliza aún más el socialismo neocomunista bolivariano expresado en el anterior Proyecto Nacional Simón Bolívar (2007-2013), el que la Asamblea Nacional aprobó tras el triunfo presidencial de Hugo Chávez en 2006 y que se proponía el cambio de todas las estructuras de la Nación mediante la puesta en práctica de “cinco motores” o procesos estratégicos: una ética socialista, una economía socialista, una democracia socialista, revolucionaria y protagónica (Estado Revolucionario Comunal y Poder Popular); la suprema felicidad del pueblo en lo social y una nueva geopolítica nacional e internacional.
El nuevo Plan de la Patria Socialista que hoy impone Nicolás Maduro y su gobierno, es la misma propuesta de gobierno que el entonces candidato y Presidente Hugo Chávez presentó para las elecciones presidenciales del 7 de octubre de 2012, y que impulsó luego de su triunfo y hasta su muerte a inicios de este año. Tras el fallecimiento del “líder supremo”, Maduro, en conjunto con el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, no han hecho sino hablar de la irreversibilidad del proyecto chavista plasmado ahora en el también llamado Plan Nacional Simón Bolívar, pero para el período gubernamental 2013-2019.
En materia nacional, este plan propone acelerar la transición al socialismo –entendiéndose éste como un proceso de restitución del poder al pueblo – y la radicalización de la democracia participativa y protagónica para así “pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos… y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política”.
En materia de política internacional, los propósitos del programa son aún más ambiciosos y quiméricos que el plan anterior: defender, expandir y consolidar el socialismo bolivariano del siglo XXI, así como lograr un cambio real, en el sistema-mundo capitalista, el cual suponen que atraviesa por una crisis estructural que puede llegar a ser terminal; convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de lo que denominan “la Gran Potencia Naciente de América Latina y el Caribe”; contribuir al desarrollo de una “nueva Geopolítica Internacional” en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria; y preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana.
Ahora bien, ¿podrá realmente el gobierno de Maduro poner en práctica este plan gubernamental? Luego de ver el comportamiento chavista por 15 años y en particular en los meses de gestión madurista, es evidente que intentará hacerlo por todos los medios posibles, incluyendo los ilegales, y tergiversando su contenido según sus intereses de poder y las circunstancias nacionales e internacionales que le toque enfrentar. Más aún si el oficialismo logra un triunfo apreciable en las elecciones municipales.
El punto radica en hasta donde la sociedad democrática y la comunidad democrática internacional reaccionarán al plan y a su imposición a partir de ahora. Hasta ahora ambos lo han hecho en forma democrática y electoral, en general moderada y pacíficamente, aunque no exentos de conflictos y protestas de calle. Pero, ¿podrán continuar respondiendo por esta vía? La sociedad y su dirigencia tendrán que cambiar sus estrategias de lucha en la medida que este recién aprobado proyecto muestre su verdadera cara comunista y dictatorial; en la medida que, como bien dice el articulista Enrique Standish en PanAm Post, el gobierno cumpla con la cuarta y última etapa de “El Proceso” y logre completar el Estado Revolucionario, convirtiéndose así Venezuela “en el segundo Estado comunista totalitario del continente”.