EnglishSon muchos los autores que han sostenido que la cultura político-económica de los latinoamericanos tiene un fuerte sustento populista, un extendido marco de creencias que los lleva a exigir al poder prácticas de protección asistencial, independientemente del signo ideológico de quienes administran dicho poder, pero más aún si se trata de Gobiernos de izquierda que se proponen modelos de desarrollo socialistas. La evidencia empírica también lo demuestra.
De allí que abunden en América Latina los sondeos de opinión pública que permanentemente ponen de relieve que las grandes mayorías populares no establecen vínculos políticos a partir del debate de las ideas sino, casi exclusivamente, a través de prácticas asistencialistas para la superación de sus necesidades básicas o para el logro de sus aspiraciones y expectativas de bienestar económico.
Esto explica que para las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del próximo domingo 9 de agosto, no sólo el candidato kirchnerista Daniel Scioli sea quien esté encabezando todos los sondeos de intención de voto de esas importantes primarias —consideradas como un examen previo a los comicios presidenciales del 25 de octubre también de este año—, sino también que un buen porcentaje del electorado quiere que ese cambio se dé en continuidad, en forma conservadora.
Ahora bien, que la mayoría de los argentinos apunte al continuismo después de 12 años del polémico kirchnerismo, a estas alturas de la debacle del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, es realmente insólito. Aún más en el marco de esta campaña electoral en que ha habido fuertes denuncias contra el gobierno de la Sra. Kirchner, incluida la que apunta al jefe del gabinete de ministros de Argentina, Aníbal Fernández, por sus supuestos vínculos con operaciones de narcotráfico, lo que ha unido a la oposición que demanda una investigación.
Pero es así. Según un reciente estudio de la firma Poliarquía Consultores, el candidato peronista Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, es el favorito de los votantes con un nivel de aprobación que oscila entre el 38% y el 41%, mientras que el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, del frente opositor Cambiemos, se coloca en el segundo lugar con el 26% y 29%.
Si bien el argentino de hoy quiere cambios, a la vez desea que se mantengan los programas asistencialistas y las nacionalizaciones
También de acuerdo a esta encuestadora, una de las más importantes del país, así como de otros estudios y analistas, ello se debe al arraigado populismo que Argentina sufre desde hace décadas, especialmente en los estratos más bajos de la población.
Si bien el argentino de hoy quiere cambios, a la vez desea que se mantengan los programas asistencialistas, tales como las ayudas por hijo y de todo tipo que cobran 8,5 millones de argentinos, o las nacionalizaciones. A ello cabe añadir el discurso populista de Cristina Fernández, cuya omnipresencia en los medios de comunicación a través de la cadena nacional de radio y televisión ha sido grotesca durante esta campaña electoral.
Las clases medias, en cambio, sí están más abiertas a las necesarias reformas y cambios, y por ello son proclives a un candidato como Mauricio Macri, de la centroderecha argentina, que de llegar al poder realmente aplicaría políticas promercado que harían crecer la economía y terminarían con el aislamiento del país en los mercados internacionales de capital.
Pese a todo, Daniel Scioli no las tiene todas ganadas y su presidencia podría estar en veremos si, aunque salga favorecido en las primarias, no gana en la primera vuelta electoral de las presidenciales pautadas para el próximo 25 de octubre, en las que debe conseguir más del 40% de los sufragios o superar por más de 10 puntos porcentuales al que quede de segundo.
Y si tiene que ir a una segunda vuelta electoral, seguramente otros candidatos y fuerzas opositores terminarán dando su apoyo a la oposición liderada por Macri, aun cuando una alianza con radicales y otras fuerzas de centro y centroizquierda no será nada sencilla.