
EnglishHasta hace poco no se pensaba en ello, por más protestas masivas, escándalos de corrupción y crisis económica que golpearan al Gobierno de Dilma Rousseff. Pero en las últimas semanas han aparecido más signos que hacen prever un final anticipado del mandato de la presidenta brasileña.
Esos signos tienen muy preocupados a la mandataria y a su mentor, el ex presidente Lula Da Silva, quienes no hacen sino negarlos públicamente. Esos signos, así como la cruda realidad de que la crítica situación económica, política y social que enfrentan, son cada día más evidentes y difíciles de manejar.
En su reciente discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, no hizo sino tratar de tranquilizar a la comunidad internacional, especialmente en materia económica, llegando a afirmar en ese foro que “hoy, la economía brasileña es más fuerte, sólida y resiliente que hace algunos años. Tenemos condiciones para superar las dificultades actuales y avanzar por el camino del desarrollo (…) Estamos en un momento de transición para otro ciclo de expansión profundo, sólido y duradero”.
Pero la realidad se empeña en demostrar lo contrario.
En materia económica, si bien Brasil no vive bajo la amenaza de un colapso económico en la forma clásica e históricamente frecuente en América Latina, la mayoría de los estudios y los analistas nacionales y extranjeros aseguran que el país enfrentará por lo menos dos años de recesión con proyecciones de contracción del Producto Interno Bruto (PIB) de 2,8% en este 2015, y de 1% en 2016, según el propio Banco Central brasileño, así como un aumento del desempleo e inflación que obligan al Gobierno a tomar reformas más duras que las realizadas hasta ahora, y que sin duda serán más impopulares.
Con estos signos económicos, políticos y sociales, es difícil que Rousseff pueda llegar al 1 de enero de 2019 como Presidenta de la República
Si la situación y las medidas que ha tomado hasta ahora el Gobierno, en las que el Real se ha desplomado a los niveles más bajos de su historia, han sido uno de los principales factores que han desgastado la popularidad de Rousseff, que mantiene desde junio pasado sin subir su nivel de aprobación, que permanece en alrededor de un 10%, según el más reciente sondeo del Ibope, lo que seguirá no parece que va a producir una mejora en su popularidad.
Este 2 de octubre, la presidenta ya anunció una nueva reforma que incluye la reducción de diez ministerios, 30 secretarías y 3.000 cargos de confianza, además del 10% de los salarios de los ministros y límites de gastos en los ministerios, lo que le ahorraría al Estado 200 millones de reales (unos 50 millones de dólares) al año. Esta reforma, si bien aplacó políticamente a sus principales opositores en el Congreso, no se sabe aún cómo caerá en la sociedad civil brasileña.
En política, el impeachment o juicio político entró definitivamente en la agenda del Congreso, donde se ha venido discutiendo abiertamente. El pasado 23 de septiembre, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, leyó en sesión plenaria los procedimientos que deberán regular el análisis de las solicitudes ya presentadas y sus posibles consecuencias.
Seguramente la negociación política a la que ha llegado la mandataria con el principal partido del Congreso, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), para lograr que se aprobara la reforma ministerial recién lanzada este octubre, le dará un gran respiro en este espinoso tema del impeachment y en otros necesarios para su gobernabilidad. Con esa negociación, el PMDB —partido del que forman parte el vicepresidente de la República, Michel Temer, y los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado Nacional, Eduardo Cunha y Renan Calheiros, respectivamente—, logró pasar de seis a siete las carteras ministeriales bajo su control, obteniendo el ministerio de Salud, que es el que posee el mayor presupuesto.
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Sin embargo, ¿Hasta cuándo durará esta alianza vital que le da al Gobierno la mayoría en el Congreso para que avancen las medidas de ajuste fiscal y para frenar un eventual pedido de apertura de juicio político en su contra? Nada lo garantiza. Este partido sabe que la vida política futura de Dilma Rousseff está en sus manos.
El último signo que hace prever un final anticipado del mandato de la presidenta brasileña, es el evidente aumento de la creencia en la población brasileña de que con Dilma Rousseff como presidente el país no va a retomar su senda de desarrollo económico y la estabilidad política. Ello también lo evidencian los sondeos de opinión pública. Por eso, muchos brasileños y los líderes de la oposición están pidiendo la renuncia de la presidente.
En fin, con estos signos económicos, políticos y sociales, es difícil que Rousseff pueda llegar al 1 de enero de 2019 como presidenta de la República.