Hace un tiempo se planteó la innovadora idea de que Costa Rica pudiera ser una especie de Silicon Valley, tal y como ha sucedido con San Francisco, en Estados Unidos, que agrupa grandes empresas tecnológicas como Google, Apple, Ebay, Nokia, Intel, Tesla Motors, entre otros, y la convirtió en una ciudad muy desarrollada.
Cada país debe establecer su modelo de desarrollo, algo en lo que ha fallado Costa Rica, que aún no cuenta con una estrategia clara, y esta podría ser su gran oportunidad; además podría ser también una facilidad para que el sector servicios se pueda desarrollar mejor, pues contamos con un gran atractivo para la tercerización de servicios y el outsourcing.
Hay un gran potencial en Costa Rica para convertirse en un hub tecnológico regional de almacenamiento de información y prestación de servicios en la nube, que nos aseguraría un futuro próspero en el mundo en que la globalización no es una decisión; y entraríamos en un eje económico en auge, que nos ayudaría a desarrollarnos conforme las tendencias de modernidad y ser uno de los países más competitivos en todo el mundo.
Además las empresas start ups son cada vez más populares y permiten el emprendimiento exitoso. Hay que ver las dificultades de emprender en Costa Rica, pues según estudios recientes de la Cámara de Industrias, 80% de la mortalidad empresarial se da en los primeros tres años; además hay 0,57% del PIB que representa la Inversión Extranjera Directa en innovación, que no hemos aprovechado, y existe una brecha tecnológica que genera que solo 5,7% de las empresas puedan lograr servicios novedosos. Esto nos indica que hay que girar el timón para lograr los sueños de muchos costarricenses.
Parece ser que el Gobierno que ofreció un cambio, se opone rotundamente al cambio
Sin embargo, parece ser que el Gobierno que ofreció un cambio, se opone rotundamente al cambio, y para muestra de ello están las lamentables acciones en contra de la herramienta tecnológica e innovadora que nos trae la muy conocida aplicación para móvil de transporte, Uber.
La herramienta creada en el mismo Silicon Valley, es de las más simples y demuestra una mejor forma en el servicio de transporte que la que hemos tenido hasta el momento. Representa calidad, control, seguridad, facilidad y apertura hacia nuevas tecnologías, con alto valor agregado.
Costa Rica tiene el potencial para atraer inversión extranjera directa (IED) hacia una zona económica especial. La evidencia ha demostrado que la inversión extranjera ha sido de lo más beneficioso para el crecimiento económico del país.
Según la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE), los sectores en que más se ha enfocado la IED han sido, centros de contacto, servicios compartidos, back office, entretenimiento, medios y tecnologías digitales, diseño e ingeniería, y software.
La innovación en campos como el manejo de datos, energías limpias, biotecnología, robótica y otros emprendimientos, nos permitiría ser líderes y abrirnos espacio en los mercados internacionales más globalizados; ser un modelo para los que añoran esa inserción en la nueva era tecnológica.
El cambio que se exige aclama por una apertura de mente; donde entra en un enfrentamiento entre la nueva generación que se ve atraída hacia una nueva forma de hacer las cosas, y dejar las estructuras políticas tradicionales y ya anticuadas, necesarias de una transformación que sustituyan las maneras burocráticas de enfrentar la institucionalidad del país, que se ha hecho inoperante.
La baja productividad de muchos países es un claro ejemplo del desaprovechamiento de las nuevas herramientas tecnológicas
La baja productividad de muchos países es un claro ejemplo del desaprovechamiento de las nuevas herramientas tecnológicas, las facilidades de transporte y comunicación que vienen a potenciar la misma.
Como decía el editorial en El Financiero de domingo, “el futuro siempre gana”, por ende, podemos aprovechar la ubicación geográfica, el clima, la paz, el talento humano y muchas otras facilidades de Costa Rica, para ser el nuevo Silicon Valley, o lo más probable es que en las próximas décadas presenciemos una fuga de cerebros y una economía estancada.