Hace solo unos años, en 2011, José Antonio Vargas vivía el sueño americano como periodista exitoso en Nueva York. Pero en su vida había algo que no estaba bien. Estaba exhausto. Ya no podía soportar más sus mentiras.
Vargas, de 33 años, se había estado ocultando (y mintiendo) desde el momento en el que se enteró de que no era tan estadounidense como alguna vez creyó serlo. Se enteró repentinamente de que era un inmigrante indocumentado a los 16 años; intentó sacar su licencia de conducir, pero le dijeron a secas que sus documentos eran falsos y que, esencialmente, no pertenecía al país.
“Estoy cansado de huir”, dijo Vargas en su nuevo film Documented (“Documentado”), mientras se reunía con sus amigos para planear sus próximos pasos para “salir a la luz” como residente indocumentado con un largo artículo publicado en 2011 en el New York Times.
Inspirado por activistas de la inmigración como Gaby Pacheco —que caminó 1.500 millas en 2010 desde Miami hasta Washington para llamar la atención sobre la difícil situación de una subclase de indocumentados— Vargas decidió que era hora de salir de las sombras, a pesar de las consecuencias.
Así comenzó su lucha implacable por el reconocimiento de 11,7 millones de inmigrantes indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos y que lo ha llevado a darle la vuelta al país. También lo ha obligado a enfrentar el deterioro de su relación con su madre, a quien no ha visto en persona desde 1993.
Recepción en Miami
El viernes 6 de junio le concedieron a Vargas una ovación de pie después de la proyección de su película en el teatro “O Cinema Miami Shores”. La audiencia continuó aplaudiendo por varios minutos, algunos de ellos mientras se limpiaban las lágrimas.
Vargas grabó cada momento desde que decidió salir a la luz: En total tres años de rodaje y 110 horas de grabación.
El film continuará dándole la vuelta al país y será transmitido por CNN desde el 29 de junio hasta el 4 de julio.
“Espero que la gente se dé cuenta de lo que está en juego, que son nuestras familias”, dijo Vargas en referencia a su propia experiencia de separación familiar. “Esto va mucho más allá de lo que la gente piensa”.
En uno de los momentos más intensos de la película, Vargas decide llamar por Skype a su madre, con quien ha evitado constantemente el contacto, incluso al denegarle una solicitud de amistad en Facebook.
Ella le dice que se le ha aclarado mucho la piel y que se le han poblado mucho las cejas. Le toca la cara en la pantalla mientras se seaca los ojos con un pañuelo. “Ven a casa”, le dice. “¿Cuándo vienes a casa?”. “Pronto”, dice Vargas, incapaz de aguantar las lágrimas.
Vargas dijo que hacer la película lo obligó a confrontar la rabia que tenía le tenía a su madre, que le prometió irse a vivir con él en Estados Unidos, pero nunca pudo.
“Este no es el film que quería hacer”, indicó al explicar que las primeras dos versiones de la película no incluían a su familia.
“Todo cambió cuando decidí grabar a mi mamá”, explicó. “Fue muy difícil para mí y realmente difícil para ella también”.
Activistas presionan para crear conciencia sobre la inmigración
El documental fue patrocinado por la Coalición de Inmigrantes de la Florida, que ha estado apoyando a Vargas y le presentó a Pacheco.
“No es solo una campaña legislativa, es un movimiento de liberación”, dijo María Rodríguez, directora ejecutiva de la Coalición, quien abrió la sesión de preguntas y respuestas que vino después de la proyección del film.
“Estoy muy honrada por el coraje que has tenido, no solo para salir como un indocumentado, sino también para compartir tan íntimamente tanto de tu interior”, dijo Rodríguez a Vargas.