EnglishEl interés en las ciudades privadas —ciudades que son gobernadas o son propiedad de corporaciones— ha ido en aumento. Una ciudad privada difiere de aquella tradicional en que un único inversionista es dueño de la tierra y esta persona toma las decisiones que tradicionalmente son responsabilidad de los Gobiernos municipales, tales como la construcción de calles, provisión de seguridad y zonificación.
Anteriormente he expuesto el argumento teórico a favor de las ciudades privadas. Mi análisis puede ser contrastado con las diversas ciudades privadas que actualmente están en construcción. En este artículo ofrezco una mirada crítica a tres de ellas: Eko Atlantic en Nigeria, Lavasa en la India y la Ciudad Económica Rey Abdullah en Arabia Saudita, además de una discusión sobre las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) en Honduras.
De la comprensión de estos casos se pueden extraer lecciones para futuras ciudades privadas.
Sin embargo, antes de evaluar los ejemplos, es útil saber dos razones por las cuales las ciudades privadas serían preferibles a las ciudades de Gobiernos tradicionales. En primer lugar, las ciudades privadas pueden ofrecer una mejor administración de los bienes públicos (p. ej. seguridad, calles, agua limpia y alcantarillado) ya que los ingresos del inversionista está relacionado con su habilidad para atraer residentes. Los dueños de la ciudad tienen incentivos para proveer servicios y bienes valiosos.
Una segunda lección aún más importantes es que las ciudades privadas incentivan el cambio institucional. La libertad económica conduce al crecimiento económico, el cual incrementa el valor de la tierra de la ciudad, beneficiando al inversionista. De esta manera, los dueños de las ciudades tienen grandes incentivos para negociar con los Gobiernos nacionales un mayor grado de independencia institucional para seguir aumentando su competitividad.
Si las ciudades privadas proveen mejores bienes públicos y servicios o alcanzan una mayor autonomía institucional, es, en última instancia, una cuestión empírica. Pero se puede extraer una respuesta preliminar al analizar los proyectos ya existentes de ciudades privadas.
Lavasa, una ciudad diseñada para 300.000 personas, situada entre Pune y Mumbai, está siendo construida y gobernada por Lavasa Corp. Las decisiones concernientes a los bienes públicos, electricidad, agua y caminos serán todas tomadas por Lavasa Corp, nominalmente supervisada por un Órgano Especial de Planificación, un organismo gubernamental. La compañía está invirtiendo aproximadamente US$30 mil millones en Lavasa.
Desafortunadamente, Lavasa Corp parece estar siguiendo una versión perjudicial de autonomía institucional. Según informa Persis Taraporevala de Democracia Abierta, “Un cliente no puede vender o arrendar su propiedad sin el consentimiento de Lavasa Corp. En caso de que un cliente decida demandar a Lavasa Corp, el contrato estipula que esto solo puede ser hecho mediante un proceso de arbitraje en Mumbai. Lavasa Corp tiene el derecho a escoger el árbitro y todos los procedimientos deben ser realizados en inglés”.
En vez de eliminar las barreras de entrada para nuevos negocios, Lavasa Corp está creado un sistema legal que le favorece. En el largo plazo esto probablemente le perjudique, ya que pocos negocios querrán invertir en un sistema con tal incertidumbre.
A Eko Atlantic, la segunda ciudad, tal vez sea más preciso describir como un enclave dentro de la ciudad de Lagos, Nigeria. Albergará a 250.000 personas en tierra recuperada del océano Atlántico, y así como Lavasa, esta será gobernada privadamente: seguridad, electricidad y agua serán proveídos por South Energyx Nigeria Ltd., la compañía que construye Eko Atlantic.
Como en Lavasa, hay pocas razones para creer que Eko Atlantic tiene autonomía institucional. Aunque figuras como Bill Clinton han elogiado el proyecto, no hay indicios de que empezar negocios allí será más fácil que en el resto de Nigeria. Si Eko Atlantic desea ser la Hong Kong de África, primero deben entender qué convirtió a Hong Kong lo que es hoy en día: derechos de propiedad, el imperio de la ley y la posibilidad para cualquier ciudadano de iniciar y desarrollar una empresa.
La ciudad privada más promisoria es la Ciudad Económica King Abdullah en Arabia Saudita que la CNBC definió como “la primera ciudad que cotiza públicamente en la bolsa”. Arabia Saudita entiende que crear una nueva ciudad es más que un gran proyecto de construcción. Atraer emprendedores requiere ofrecerles un sistema legal justo y transparente, y es en este aspecto que la Ciudad Económica King Abdullah muestra un verdadero potencial.
Un “ambiente amigable para negocios” es uno de los pilares sobre los que Arabia Saudita está construyendo la ciudad. La Ciudad Económica King Abdullah tendrá un “ambiente regulatorio amigable para negocios que será competitivo con otras zonas libres alrededor del planeta”.
Es importante mencionar que Arabia Saudita está usando a la Ciudad Económica King Abdullah para experimentar con las libertades civiles, en especial para las mujeres, así como con libertades económicas. El New York Times describe a la ciudad como “una isla de la cual el cambio rebosaría”. Si bien el grado de libertades civiles en la Ciudad Económica King Abdullah todavía es difuso, por lo menos será mayor que en el resto de Arabia Saudita.
Aunque no tan avanzado como los proyectos mencionados anteriormente, las ZEDE en Honduras tienen el mayor potencial. Regiones en Honduras pueden desligarse de las leyes civiles y comerciales del país e importar sistemas legales y administrativos de su preferencia. Estos les permitirá seguir los mecanismos ya probados para estimular el crecimiento económico como en Hong Kong y Singapur. Es más, al construir un sistema de justicia penal paralelo, las ZEDE serán capaces de escapar a la corrupción endémica que aqueja a Honduras.
Si una ciudad privada quiere tener éxito, deberá ser mejor que las alternativas existentes. Una manera de hacerlo es proveer mejores servicios públicos. Pero proveer derechos de propiedad, el imperio de la ley y fomentar el emprendimiento atraerá aún más inversión.
Espero que los futuros inversionistas y constructores puedan aprender de los casos mencionados y mejorar la calidad de vida de las personas de los países no desarrollados y en vías de desarrollo.