Decirse defensor de los derechos humanos y de la democracia requiere responsabilidad. La defensa de estos elementos no puede darse solamente para los de mi círculo o por conveniencia política y electoral. La voz se debe levantar en el mismo momento en que alguien está en peligro, en el momento en que las instituciones están siendo vulneradas.
Sin embargo, Gustavo Petro no comprende eso. Como ya es común en él, ha demostrado que todos sus movimientos están motivados por su interés de ser presidente de Colombia. En él no hay una motivación real de defender al otro, menos si ese otro es contradictor de lo que él representa: el socialismo del siglo XXI.
Pero antes de que sus seguidores empiecen a decir que resulta estúpida la relación que se le hace con este tipo de socialismo, fundado por Hugo Chávez, hay que aclarar que en 2010, cuando se lanzó a la presidencia de Colombia, él mismo utilizó esas palabras para referirse a su proyecto político: “Nosotros somos el Socialismo del Siglo XIX y lo de Chávez es el Socialismo del Siglo XX, yo no expropio la propiedad de los trabajadores”.
Nosotros somos el socialismo del siglo 21 y lo de chavez es el socialismo del siglo 20 yo no expropio la propiedad de los trabajadores
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 30, 2010
Claro, en Colombia no ha amenazado con expropiar la “propiedad de los trabajadores”, pero sí de los empresarios, de los que ayudan a generar riqueza.
Pero en las actuales elecciones presidenciales, a raíz de que los otros candidatos han dejado ver su cercanía con Chávez y la similitud de su proyecto político con el socialismo promovido por este, claro, más solapado, más, lo que él llamaría, del siglo XXI, ha intentado alejarse del modelo venezolano que ayudó a construir hace más de una década.
No obstante, ese alejamiento ha sido tímido, dejando ver que su real interés no es discutir con la narcodictadura, sino que, en vista de que los países democráticos ven con malos ojos lo que ocurre en Venezuela, ha utilizado como estrategia equipararse con los presos políticos del régimen y afirmar que Colombia se convertirá en Venezuela tratando de afirmar que la democracia está en peligro, todo si no gana las elecciones presidenciales. Petro cada vez más se parece a López Obrador.
En un comunicado que dio a conocer el día de ayer sobre las fraudulentas elecciones realizadas el domingo en Venezuela, dejó ver esta estrategia, además de su tibieza con todos los regímenes de izquierda (ahora se puede afirmar que el tibio es él y no Sergio Fajardo).
Una a una las cuatro frases más curiosas de ese comunicado:
“Las dictaduras del Cono Sur fueron un doloroso y martirizado proceso de contención del proceso de cambio”
¿Solo en el Cono Sur hubo dictaduras? Si en su comunicado habla de América Latina, ¿por qué no referirse a todas las dictaduras de esta región? Si se habla de defender la democracia y los derechos humanos ninguna dictadura debe ser invisibilizada. La razón de no mencionar a toda la región en este ítem es porque en la actualidad Nicaragua y Cuba están bajo el modelo que Petro quiere implementar en Colombia. Así que denunciar estas dictaduras sería clavarse el puñal. Ya lo hemos visto en medios de comunicación acorralado refiriéndose a Cuba, sin embargo, no hay que olvidar que Chávez también afirmó que la isla estaba bajo una dictadura, sin embargo, cuando se montó al poder Fidel Castro fue su principal amigo y asesor.
“Si en Colombia la democracia está amenazada, en Venezuela enfrenta una crisis de legitimidad estructural que la haría inviable”
Ya resulta desesperante que haya gente que afirme que en Venezuela la democracia “enfrenta una crisis de legitimidad estructural”, pues esa democracia se empezó a perder lentamente desde la Constituyente de 1999, cuando, pese a que el chavismo obtuvo el 65% de los votos, se dio a la tarea de amañar las reglas para obtener el 95% de los escaños.
Decir que está en crisis es ignorar que Tibisay Lucena, presidenta del CNE, le rinde cuentas a los hermanos Rodríguez, a Diosdado y a Maduro. Y que cada elección es amañada por ella según las órdenes de sus superiores.
Decir crisis es olvidar que Maduro pasó por encima del poder del Parlamento e impuso una constituyente. Una constituyente rechazada por el pueblo.
Es olvidar que las elecciones locales y regionales fueron una pantalla para hacer ver como demócratas a los nuevos gobernantes.
La democracia en Venezuela no está amenazada porque simplemente allí ya no hay democracia. Eso ya lo han reconocido más de 30 países, ¿por qué a Petro le cuesta tanto admitirlo? Porque admitirlo es afirmar que hay una dictadura, lo cual lo obligaría a reconocer las dictaduras de Cuba, Nicaragua y a la que se dirige Bolivia, quienes serían sus aliados si llega a la presidencia.
“Reafirmo mi compromiso con la libre autodeterminación de los pueblos”
Como ya lo he dicho antes, “libre autodeterminación de los pueblos” es una vieja fórmula de la izquierda para evitar tomar posturas firmes relacionadas con regímenes socialistas. Sin embargo, esta figura desaparece cuando hay que defenderlos, pese a que el mismo pueblo esté en contra de ellos.
En el comunicado de Petro es una forma clara de afirmar que de llegar a la presidencia no implementará ninguna política que debilite al régimen de Maduro, lo cual implicaría abstenerse en las votaciones de la OEA, salirse del Grupo de Lima y oponerse a las sanciones contra la dictadura chavista.
“Solo la observación de prácticas democráticas hará posible la democracia”
Esa es una frase que suena hermosa, sin embargo, es una simple falacia. Una más de las que utiliza Petro. Si, como afirmé, en Venezuela no hay democracia, pues todos los poderes están cooptados por el régimen, ¿en qué momento se van a llevar a cabo prácticas democráticas? Pero más allá, los países afines a Maduro hicieron su respectiva “observación del proceso electoral”. ¿Eso hace que las elecciones del domingo sean democráticas?
Petro y su amor por la democracia
El amor que le tiene Petro a la democracia solo es proporcional a cuánto le sirva esta para llegar al poder. Para Petro esta solo funciona si por medio de ella él y sus aliados logran implementar el modelo que durante años han defendido: el socialismo. Si esto no es así, es porque simplemente ha habido un fraude contra la izquierda.
Sin embargo, cuando se demuestra que ha habido un fraude a favor del socialismo que él defiende, como ocurre en Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia él calla o afirma que la democracia está amenazada, cuando la democracia en esos países ha sido abolida y lo que queda es una simple pantalla para aparentar democracia.
El afán de Petro no es defender a quienes están en peligro. Su afán es implementar lo que él representa: el socialismo del siglo XXI, pese a que para ello sea necesario pasar por encima de miles de cuerpos sin vida, como lo hicieron Fidel, Raúl, el Che, Chávez, Maduro, Ortega, las FARC, el ELN, el M-19, etc. Es por eso que Jaime González afirmó en 2016 que “la dignidad, para la izquierda, es un gigantesco embudo”.
No importa qué tanto trate Petro de alejarse del socialismo en busca de la presidencia de Colombia ni cómo lo llame, ya sea socialismo del siglo XX o del siglo XXI (socialismo es socialismo en Colombia, en Venezuela, en Cuba y en cualquier parte del mundo), su largo trayecto por el M-19 y la política colombiana ha dejado ver que las ideas que lo mueven son socialistas y son las que ayudó a cimentar en Venezuela y las que quiere implementar en Colombia.