La primera jornada electoral para la presidencia de Colombia dio como ganadores a Iván Duque y a Gustavo Petro, sin embargo, también dejó una serie de perdedores por el poco apoyo electoral que tuvieron y por la amenaza que representa para ellos un posible triunfo en segunda vuelta de Duque.
En el PanAm Post hacemos un análisis de los perdedores que dejó la primera vuelta presidencial.
Vargas Lleras y la traición de su maquinaria
Aunque las encuestas señalaban que Vargas obtendría el 7 % de los votos en estas elecciones, muchos confiaban en que su maquinaria política pudiera llevarlo a la segunda vuelta. Tanto así que el modelo de pronóstico de Cifras & Conceptos afirmaba que ocuparía el segundo lugar debido a que poseía entre el 40 % y 42 % de dicha maquinaria.
Sin embargo, Vargas Lleras no logró pasar a segunda vuelta y solo obtuvo 1.407.840 votos; 65.787 sufragios menos que en 2010. Esto no sería tan grave si Vargas no hubiera alimentado su maquinaria desde los cargos ocupados en el Gobierno Santos (ministro del Interior, ministro de Defensa y vicepresidente) y no hubiera manejado una de las más grandes chequeras del Gobierno, como lo es la de la infraestructura.
Pero a diferencia de lo afirmado por algunos analistas, quienes aseguran que las maquinarias no funcionaron en estas elecciones, lo cierto es que estas decidieron apostar por un candidato diferente, Duque, pues aunque el Partido de la U, el Partido Conservador y Cambio Radical declararon que respaldarían a Vargas, la mayoría de sus congresistas se fueron con Duque. Lo que hizo que movieran sus votos a favor del candidato del Centro Democrático.
Sin embargo, pese a la fuerte derrota, Vargas no tiene todo perdido, pues podría volver a Cambio Radical para comandarlo, aunque ya no tendría la misma fuerza de años anteriores; además tiene 1.407.840 votos con los cuales podría negociar un puesto en el Gobierno de Duque.
La traición de Gaviria a Humberto de La Calle
Aunque la derrota del exjefe negociador de paz, del Partido Liberal, estaba cantada, la cantidad de votos recibida hundió cualquier futura aspiración electoral, pues solo obtuvo 399.180 y ocupó el quinto lugar. Este es un fuerte golpe para alguien que estuvo los últimos cinco años bajo las cámaras por el papel que desempeñó en el proceso de negociación entre el Gobierno Santos y las FARC.
La derrota que recibió de La Calle no solo fue consecuencia de la mala imagen que el proceso de paz tiene ante los colombianos, también fue alimentada por el expresidente César Gaviria, quien, silenciosamente, movió la maquinaria del Partido Liberal para favorecer a Iván Duque, con el objetivo, según varios analistas, entre ellos Salud Hernández, de abonar el camino para la entrada de su hijo, Simón Gaviria, al Gobierno del Centro Democrático.
Aunque de La Calle afirmó que seguiría trabajando por los acuerdos de paz, queda esperar si estos no son drásticamente modificados por el próximo presidente, echando por la borda todo el trabajo realizado por el exjefe negociador. De La Calle se hubiera podido evitar este fuerte golpe si su partido no hubiera torpedeado la alianza que se estaba fraguando ente Fajado y él. Lo que también hubiera podido ayudar a que Fajardo le arrebatara el segundo puesto a Petro.
La soledad del presidente Santos
Al presidente Juan Manuel Santos no le sirvió de nada haber logrado un acuerdo con las FARC, ganar el Premio Nobel de Paz, lograr que Colombia entrara a la OCDE y que esté a un paso de que Colombia sea el primer socio global de la OTAN.
La credibilidad de Santos está por el suelo y esto afectó a sus dos alfiles que pretendían lograr fortalecerse en las elecciones presidenciales, de La Calle y Vargas Lleras. Los dos fueron duramente derrotados, y con esto la sociedad colombiana, tanto la que había apoyado su gestión con las FARC como la que le hizo una fuerte resistencia a su Gobierno, dejaron ver que no quería la continuidad de sus políticas.
Aunque su trabajo sea reconocido internacionalmente, Santos será un expresidente que no tendrá capital político ni influencia en el Congreso, y quien ve el posible hundimiento de acuerdo de paz al que llegó con las FARC, legado que pretendía dejarle a Colombia.
El debilitamiento de los partidos tradicionales
El Partido Liberal y el Partido Conservador poco a poco van perdiendo fuerza. Aunque tienen las bancadas más grandes en el Congreso, ya no tienen la fuerza ni la aceptación para poner un candidato propio con verdaderas posibilidades de obtener la presidencia de Colombia.
Es cierto que tienen la capacidad de mover sus maquinarias a favor de un candidato, pero estas no son lo suficientemente fuerte para promover uno propio. Además, en estos partidos ya no hay liderazgos que motiven a la ciudadanía a votar por ellos y los pocos que surgen son dejados atrás por las viejas dirigencias.
Con la bancada que tienen solo pueden negociar ministerios y viceministerios, pero si no modifican su estructura, estatutos y dejan que se renueve su dirigencia, no solo no volverán a tener la capacidad de montar en la presidencia a alguien que ondee sus banderas, si no que con el tiempo no tendrán ministerios que reclamar.
El acuerdo de paz en suspenso
Aunque el primer golpe electoral a los acuerdos se dio en octubre de 2016 cuando estos fueron rechazados en las urnas, lo ocurrido en primera vuelta dejó ver el descontento de buena parte de los colombianos con lo negociado en La Habana.
No es para menos, pues lo prometido por el Gobierno no ha sido acorde con lo implementado. Ejemplo de ellos es la promesa de que ningún integrante de las FARC llegaría al Congreso si había cometido delitos de lesa humanidad, sin embargo, el próximo 20 de julio varios de ellos van a ocupar una curul en Cámara y Senado.
Los acuerdos, tal y como se conocen, van a dejar de existir, pues Duque ha afirmado que tras su llegada a la Presidencia estos serían modificados. Y aunque las estadísticas no están a favor de Petro, en caso de que este sea el ganador de la segunda vuelta, los acuerdos carecerían de toda credibilidad, especialmente el funcionamiento de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), pues para muchos el candidato de izquierda haría todo lo posible por favorecer a los integrantes de las FARC por medio de la JEP.
El miedo de las FARC
Este grupo guerrillero recibió un fuerte golpe con el triunfo de Duque, pues si ocurre lo mismo en segunda vuelta varios de sus líderes tendrán que rendir cuentas ante la justicia por los crímenes cometidos durante el conflicto y explicar sus posibles negocios ilegales después de la firma del acuerdo de paz.
Los líderes de las FARC también verían tambalear los puestos en Senado y Cámara otorgados por Santos, pues varios de ellos están condenados y acusados por cometer crímenes de lesa humanidad, por lo que es posible que Duque, al asumir su rol como presidente, haga cumplir la parte de los acuerdos en la que se establece que ningún líder de las FARC podrá ocupar una curul en el Congreso si ha cometido este tipo de delitos.