El senador demócrata Bernie Sanders fue una sensación mediatica durante su campaña a la presidencia, hablando de justicia social, los derechos de los trabajadores, los derechos de la clase media y su constante crítica a los multimillonarios y a Wall Street. Sus seguidores inundaban las redes sociales con fotos del senador en clase turista cuando viajaba por avión y moviéndose como un ciudadano ordinario.
Pero hay un problema, y es que ese Bernie Sanders ya no es el Bernie Sanders que aspiró a la presidencia de los Estados Unidos. Bernie convirtió su campaña presidencial en un esquema donde con su pedido de un donativo promedio de $27 logró darse lujos que van mucho más allá de una simple clase turista.
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Bernie Sanders se convirtió en una marca publicitaria, en un producto para vendérselo a los ilusos jóvenes universitarios de izquierda que todavía piensan que sus estudios universitarios son costosos porque un grupo de “malvados capitalistas” quieren lucrarse con préstamos estudiantiles y no por subsidios gubernamentales de los cuales las mismas universidades se aprovechan para aumentar sus precios para poder recibir más dinero en subsidios, pero obviamente a los creadores de la marca publicitaria “Feel the Bern” no les convenía que eso se entendiera.
Por ejemplo, mientras Bernie hablaba de “revolución”, el dinero que recibía en donativos paraba en las manos de veteranos estrategas de campaña del Partido Demócrata, mismos estrategas que ya habían trabajado en las campañas de Al Gore, John Kerry y Barack Obama, el mismo “establishment” que Bernie criticaba.
La “revolución” de Bernie era un fraude donde el dinero que recibía en donativos paraba en las manos de los mismos personajes que los donantes detestaban. Por ejemplo, Jeff Weaver, quien era el director de campaña de Bernie y su antiguo jefe de personal, se estaba ganando $10.000 al mes por su trabajo en la campaña de Bernie y ¿de dónde salía el dinero para pagarle? De los donativos que recibía de los creyentes en su “revolución”.
La marca “Feel the Bern” fue de todo menos una “revolución”, al contrario, fue muy lucrativa. En marzo Bernie logró recaudar más de $46 millones y en abril otros $25.8 millones.
Volviendo al tema de la clase turista, la campaña de Bernie no era otra cosa que una empresa cuyo director ejecutivo no podía viajar en vuelos comerciales. Mientras Bernie criticó en varias ocasiones a su oponente Hillary Clinton por recibir constantes donativos de firmas de Wall Street y los lujos que eso conllevaba, él no se quedaba atrás exigiendo volar en un jet privado modelo Gulfstream 200, solo un poco más pequeño que el Gulfstream 400 en el que viaja Hillary, ustedes saben, con tal de ser más “modesto”.
El socialismo de Bernie llegó a ser tan sincero y honesto cuando en abril alquiló un vuelo charter a bordo de un Boeing 767 de Delta Airlines y tomó a bordo a 50 personas de su equipo de trabajo y reporteros y voló a Roma para reunirse brevemente con el Papa Francisco y a la misma vez aprovechar para saludar a su camarada boliviano Evo Morales, ustedes saben, porque un vuelo charter Roma a bordo de un avión jumbo no es algo que se da todos los días.
Pero si ustedes quieren saber de verdad lo honesto que es el socialismo de Bernie Sanders y lo “revolucionaria” que fue su campaña tenían que ver el menú de comida a bordo de ese Boeing 767. Yamiche Alcindor del New York Times publicó en la red social Twitter el menú de aquel vuelo a Roma donde se sirvió langosta, ensalada de cangrejo, sopa de lentejas, lomo de cordero, finos quesos, fino ganache de chocolate y de beber un exquisito vino blanco. En fin toda un menú “revolucionario” y nada burgués.
Todo eso para que Bernie pudiera reunirse unos minutos con el máximo líder de la Iglesia Católica y satisfacer los caprichos de un grupo de reporteros para que cubrieran y publicaran todo el espectáculo.
¿Ahora entienden por qué Bernie estuvo haciendo campaña hasta lo último, aún cuando ya era obvio que Hillary obtendría la nominación?
Si Bernie se retiraba de la contienda temprano, entonces ¿quién iba a pagar por los vuelos charters en aviones privados y quien iba a pagar las langostas y el vino blanco?
Luego el jaque mate lo dio con la compra reciente de una residencia de verano en el Lago Champlain. La “modesta” residencia tiene 5 habitaciones, 500 pies de playa privada por un “modesto” precio de $600,000, ah y la residencia solamente la usará los veranos. Es interesante cuando un hombre que reporta un ingreso anual de US$500,000 puede comprar una residencia de US$600,000 poco después de dar por finalizada una campaña que recaudó millones de dólares. Ya saben los grandes beneficios que puede otorgar un simple donativo de $27.
Señores, socialismo en su mejor definición, vida de burgués pagada con dinero ajeno.
No cabe duda que la campaña “Feel the Bern” fue un fraude bien organizado, toda una marca publicitaria capitalista que logró engañar a millones de ilusos socialistas que donaban parte de sus ingresos para que su falso mesías pudiera viajar a Roma en un lujoso Boeing 767 y su equipo de campaña pudieran tener salarios mensuales de 5 cifras mientras sus seguidores no sabían si iban a poder pagar la renta el próximo mes.
El fraude se acabó, por ahora, pero no cabe duda que volverá y que será lucrativo mientras hayan personas lo suficientemente ilusas como para consumir ese producto porque la campaña “Feel the Bern” no fue mas que eso, un producto de mercadotecnia para ilusos.