El proceso de confirmación del juez Brett Kavanaugh como juez asociado de la Corte Suprema de los Estados Unidos no cabe duda que fue histórico, y que será recordado por mucho tiempo.
Fue un proceso duro, donde quienes más sufrieron fueron la esposa e hijas del juez Kavanaugh, enfrentando la desagradable experiencia de ver a su padre ser acusado falsamente de violador.
Lo peor de todo es que no importaba a quien el presidente Donald Trump nominara para la máxima corte de la nación, la izquierda iba a buscar la manera de destruir esa nominación con tal de impedir que otro juez conservador entrara a la Corte Suprema.
Lo más duro para nosotros los constitucionalistas es que recordamos que no siempre se hicieron las cosas de esta manera. Hubo un tiempo en la nación en el que la política era algo serio y no un deporte de sangre, cuando casi todo el mundo sabía cómo el gobierno había sido establecido por los Padres Fundadores y los nominados a la Corte Suprema eran confirmados en votaciones casi unánimes.
El cambio comenzó hace 30 años cuando en 1987 el presidente republicano Ronald Reagan nominó al juez Robert Bork a la Corte Suprema. La izquierda inmediatamente se volvió histérica y acabaron con la imagen de aquel hombre al punto que el apellido del juez Bork se convirtió en un verbo. Si no me creen, busquen un diccionario de inglés, específicamente busquen el diccionario Merriam-Webster y leerán la siguiente definición sobre el verbo “bork”:
“Atacar o derrotar (un nominado o candidato a un cargo público) de manera injusta a través de una campaña organizada de dura crítica pública”
La campaña sucia contra el juez Bork fue tan dura que el Senado terminó votando en contra de su nominación en votación 58-42. Luego Reagan nominó al juez Anthony Kennedy, quien terminó siendo confirmado en votación unánime 97-0. Esto eventos nos lleva al del juez Kavanaugh, quien ahora ocupa la silla del hombre que Reagan tuvo que nominar cuando el Senado rechazó al juez Bork.
Pero aunque puede que hayan pasado 30 años desde la nominación del juez Bork, el libro de jugadas de la izquierda no ha cambiado. Cuatro años después de que los demócratas acabaran con la nominación del juez Bork, nuevamente intentaron acabar con otra a través del desprestigio y la difamación. Lo intentaron nuevamente con el juez Clarence Thomas quien luego de que el también presidente republicano George H. W. Bush lo nominara en 1991, los demócratas hicieron algo similar a lo que le hicieron al juez Kavanaugh: fabricarle un caso de abuso sexual.
En aquel momento, cuando ya las vistas de confirmación habían concluído y la confirmación del juez Thomas era casi segura (al igual que ocurrió con el juez Kavanaugh) los demócratas buscaron a una mujer llamada Anita Hill, quien había trabajado bajo la dirección del juez Thomas cuando éste era supervisor en el Departamento de Educación federal.
Hill lo acusó de acoso sexual a través de una querella que hizo ante el FBI que “misteriosamente” fue filtrada a la prensa. Todo igual a como ocurrió con el juez Kavanaugh. Este escándalo reabrió las vistas de confirmación y retrasó el proceso del juez Thomas quien terminó siendo confirmado en votación partidista 52-48, la votación más cerrada desde el siglo IX, record que fue superado con el voto de confirmación del juez Kavanaugh (50-48).
El proceso de confirmación del juez Kavanaugh fue un proceso donde el propio Estado de derecho y la Constitución estuvieron en juego. Las acusaciones sin evidencia de la Dra. Christine Blasey Ford y la falta de credibilidad en su testimonio donde hubo muchos detalles turbios que fueron desmentidos, demostraron que el derecho a la presunción de inocencia está siendo amenazado en estos tiempos que estamos viviendo.
El juez Kavanaugh vivió un infierno donde en vez de tener que defender su inocencia, tenía que probar que no era culpable. Los medios progresistas intentaron destruir su imagen y los demócratas intentaron asesinar su carácter y nunca le respetaron la presunción de inocencia. Fue un proceso sucio, injusto y dañino para el derecho constitucional.
Aunque el juez Kavanaugh finalmente fue confirmado en una extremadamente cerrada votación no significa que la amenaza no continúa viva. Sigue presente no porque puedan atacar nuevamente al juez, sino porque su dura experiencia es una que le puede ocurrir a cualquiera.
El mensaje que los corruptos demócratas le enviaron al pueblo durante este proceso fue que cuando no estés de acuerdo con que una persona obtenga un cargo, sea un cargo público o un cargo en el sector privado, lo único que tienes que hacer para impedirlo es por medio de una difamación, destruyendo su reputación de por vida sin importar las consecuencias. Para los demócratas, los méritos no son importantes, lo que importa es que el candidato le sirva a los intereses del partido.
Son tiempos difíciles, estamos viviendo la era del movimiento MeToo que en vez de ser un movimiento para ayudar a verdaderas víctimas de abuso sexual, se ha convertido en un movimiento sucio para destruir la reputación de las personas. Aquellas que se prestan para fabricar casos de acoso o abuso sexual no se dan cuenta que le restan credibilidad a las verdaderas víctimas ayudando a su vez a los verdaderos depredadores.
Amenazan el derecho constitucional al debido proceso al buscar reemplazar la presunción de inocencia con la presunción de culpabilidad. ¿Cómo es posible que es un ciudadano acusado tenga que probar que es inocente en vez de ser el acusador quien tenga que probar la culpabilidad? ¿Dónde queda el derecho del acusado a ser declarado inocente hasta que se le pruebe lo contrario?
Los demócratas, una vez más, demuestran su rechazo a la Constitución y a la Carta de Derechos. El Partido Demócrata ha demostrado una vez más ser una organización política peligrosa para la libertad y los derechos de los individuos.
Este 6 de noviembre, cuando el pueblo Americano vaya a las urnas a elegir a sus representantes al Congreso, debe estar consciente a quien le va a dar su voto. Con este proceso de confirmación se demostró que un Congreso dominado por los demócratas sería algo nefasto para la libertad, especialmente ahora que el Partido Demócrata está siendo severamente infiltrado por socialistas radicales.
Los inmigrantes latinos deben ser muy cuidadosos cuando vayan a votar. Recuerden de quienes huyeron cuando salieron de sus países. Se fueron buscando libertad y mejores oportunidades que no conseguían en sus países. Valoren esas libertades y no conviertan a la nación en el desastre del que muchos de ustedes huyeron. En sus manos queda.