Quien tenga un solo ápice de dignidad le seria muy difícil vivir en Cuba. Es ciertamente repugnante escuchar hablar a los gobernantes cubanos de las virtudes del sistema de salud diseñados por ellos e incluso vender esta idea con gran éxito.
Sepan que es un fructífero negocio mediático que aprovechan estos inmorales gobernantes, para lavar, sin escrúpulos su asquerosa imagen que venden con tanto éxito que se exporta y tantos otros desean que haya lo mismo en sus países, según me comentan, aunque me cuesta creerlo.
No les hablaré hoy de la deficiente higiene y alimentación en los hospitales ni de la gran escasez de medicamentos, ni de lo poco confiable de los equipos médicos ni del descontento de los profesionales y trabajadores en general de la salud —por los bajos salarios y pésimas condiciones de trabajo—.
Tampoco les hablaré del déficit de médicos a causa de la exportación desmesurada de galenos con el encubierto propósito de cubrir a los dictadores de una falsa imagen de filantropía en el extranjero.
Pues el socialismo es el mayor producto de exportación de los tiranos, hasta el momento Venezuela ha sido su mayor comprador; gastando —supuestamente invirtiendo— más de lo que dio la Unión Soviética antes de derrumbarse por la propia incapacidad de sostener una economía centralizada como la que proponen estos regímenes.
Ese centralismo lleva al control absoluto. Logrando que todo esté en sus manos y al no poder abarcarlo todo, hay servicios que quedan insatisfechos. Al estar a cargo de los dictadores, no hay a quien reclamar. Al contrario, sancionan a quien colabora.
Por eso hablaré hoy de un servicio básico de la salud. El servicio de ambulancias conocido como el SIUM, Sistema Integrado de Urgencias Médicas de Cuba. Es un insulto a la dignidad e inteligencia humana escuchar a los dictadores cubanos pregonar a toda voz y sin medida que cuba es una potencia médica, cuando ocurren casos como este:
Pues bien señores, en esta “potencia medica” los habitantes de Nitrógeno, una comunidad rural situada en la provincia Camagüey, no tienen acceso a este servicio básico de urgencia.
Recientemente, un anciano de 90 años de edad tuvo de ser trasladado en pésimo estado de salud hacia el hospital en una carreta tirada por caballos al haber sido infructuosas las gestiones realizadas por familiares y vecinos solicitando el servicio del SIUM.
Más de 2 km de distancia por caminos intransitables tuvo que padecer el anciano antes de llegar al hospital y, por si fuera poco —hecho que demuestra el falso humanismo del sistema cubano—, al solidario vecino, dueño del transporte rústico, le fue impuesto una multa por haber utilizado su precario medio de transporte para un objetivo no autorizado por los gobernantes.
Así es y sépanlo quienes anhelan que sus países sean como Cuba. El socialismo exige que los medios de producción sean de propiedad colectiva, entonces hasta una carreta debe servir a los “intereses de la revolución”.
Aquí ni la solidaridad es posible. Pues el Gobierno debe verificar, autorizar y permitir hasta la ayuda. Porque en el socialismo la anulación de la propiedad privada se extiende a toda acción privada.
Al no ser nada tuyo, tampoco lo es tu voluntad. Entonces si te atreves a ayudar a otro, cuando el Estado falla, prepárate para las consecuencias.
¡Sobran las palabras señores!
Hasta la próxima.