Muchos creyeron, incluso, grandes empresarios y políticos, que por fin se iniciaba para los cubanos el necesario reconocimiento de la propiedad privada desde la llegadas de los dictadores al Poder, y por otro lado, la consiguiente apertura al libre mercado y de esta manera, el fin de la miseria para los cubanos.
iQué ingenuidad!
Olvidaron todos que el mayor enemigo de las dictaduras es la libertad, y la historia ha demostrado demoledoramente que la libertad económica, para los dictadores cubanos, constituye la más aterradora de las libertades.
El carácter impopular del gobierno cubano va más allá de una simple opinión personal, el mismo se ha hecho evidente a través de los ya casi sesenta años de su existencia.
Basta meditar sobre las incontables medidas adoptadas por el gobierno “revolucionario” en beneficio del pueblo; la mayoría de todas —para no ser absoluto— han ido en detrimento del bienestar del pueblo en contraste con la opulenta vida de los dictadores y sus elegidos cómplices.
“Sacrifícate por un futuro mejor” era la consigna que nos marcó durante toda la infancia, adolescencia y juventud, hasta que la penosa realidad de la vida de los cubanos la hizo insostenible.
No hay mejor ejemplo que demuestre la falta de voluntad política de los gobernantes cubanos en pos de garantizar el bienestar del pueblo que el hecho de que antes de la llegada al poder, Cuba llegó a estar entre los tres primeros países del continente con más alto nivel de vida, mientras que hoy se encuentra sumida en un deterioro total.
Ahora bien, sin temor a equivocarme, puedo decir que durante los últimos ocho años la inclusión del cuentapropismo como nueva alternativa al modelo económico cubano ha sido la medida de mayor trascendencia e impacto no sólo en el ámbito nacional, sino también, y en gran medida, en el ámbito internacional.
¿Pueden darse las condiciones para el reconocimiento de la propiedad privada y el establecimiento del libre comercio en una sociedad donde la producción, los precios, el comercio interior y exterior se encuentre rigurosamente monopolizado y controlado por el Estado, y la libertad de asociación brille por su ausencia?
Es evidente que no, y eso, los dictadores cubanos lo saben muy bien.
Cuentrapropistas son funcionales al régimen
El cuentapropismo cubano fue diseñado por la élite gobernante cubana, y nunca con el interés de garantizar el bienestar del pueblo, lo demostraré más adelante, más bien, fue implantado para mitigar la preocupante falta de liquidez que afrontaba el país, al punto de haberse afectado el presupuesto salarial de los trabajadores.
El cuentapropismo no fue más que una decisión coyuntural, que liberó a los dictadores, por una parte, de la carga del pago de salario a miles de trabajadores que ya comenzaban a sentir los efectos del déficit del fondo salarial, a través de las cada vez más de urgentes demoras en los pagos.
Fíjense si no es así, que ya solucionada esa situación, recientemente los dictadores cubanos optaron por no otorgar más licencias para cuenta propia tasa, según ellos, de manera temporal, que sobre ello.
Vertí mi opinión en un articulo publicado no hace mucho, en este espacio de libertad.
¿Cuáles han sido en definitiva las consecuencias que ha traído para el pueblo cubano el diabólico cuentapropismo diseñado por sus dictadores?
La respuesta es esta: desangrar el bolsillo del ya desangrado pueblo cubano.
Señores, no se dejen engañar, los cuentapropistas en Cuba no son más que revendedores de los gobernantes, una especie de empleado.
Hoy por hoy, los escasos productos que ofrece el Estado a su pueblo y a precios desorbitantes —si se tienen en cuenta los miserables salarios que perciben los trabajadores cubanos— son acaparados por los cuentapropistas y revendidos al pueblo a precios disparatados.
Duplican, triplican y hasta quintuplican los precios
Para que se tenga una idea, un refresco que cuesta alrededor de 12 pesos, precio ya elevado, los cuentapropistas lo venden al pueblo hasta su precio de 20 pesos, mucho más que el salario diario de un trabajador.
Así sucede con los cigarros, por ejemplo. En estos momentos hay una gran escasez con los cigarros marca criollo, el más consumido por el pueblo de a pié.
Pues bien, los cuentapropistas los venden a 10.00 pesos. Una lata de malta que no existe en el mercado estatal, los cuentapropistas las venden a 30 y hasta 35 pesos y así. Hay cajas de cigarro que llegan a costar 30 pesos.
Artículos de higiene básica
Las almohadillas sanitarias utilizadas por las mujeres en su periodo menstrual es otro ejemplo. Cuando aparecen tienen que pagar 10.00 pesos el paquete de 10 almohadillas, cuando el precio fijado por el Estado es de 1,20 pesos.
El cuentapropismo es el mercado negro legalizado para unos pocos que desangran la pobre economía de la mayoría de los cubanos, haciendo más imposible sus vidas, mientras enriquece a los gobernantes y achica sus gastos.
Hasta la próxima.