English¿Qué nos enseñan las pandillas sobre el Estado de derecho y el constitucionalismo? Cualquier persona podría decir que no mucho. La vida dentro de una cárcel parece ser un universo paralelo que nada tiene que ver con el “mundo exterior”: vivir encerrado entre criminales violentos, y que todos tus movimientos sean vigilados por personas armadas.
Entre los prisioneros escasea tanto la confianza como los métodos tradicionales de orden social. Pero, a pesar de ello, existe dentro de las cárceles una economía pujante, donde millones de negocios ilegales se concretan todos los días. Este es el mundo del excelente libro de David Skarbek, “El orden social del submundo” en el cual el busca explicar cómo el orden y el comercio puede surgir aún en los lugares menos pensados.

El último libro de Skarbek es lo más novedoso de un reciente campo de estudio que explora la gobernanza bajo las circunstancias más difíciles. Comparte muchas similitudes con otros trabajos parecidos, como “El gancho invisible” de Peter Leeson, que explora cómo funcionaba la gobernanza dentro de los barcos piratas.
De hecho, si es que el libro tiene alguna falencia, es que dice lo que uno esperaría del tema aún con un mínimo de conocimiento previo: la gobernanza surge siempre en las circunstancias difíciles. Las personas se asocian para proteger los derechos de propiedad. Cuando el comercio es lucrativo, los grupos intentarán controlar a los individuos para maximizar las ganancias colectivas. Nada de esto es novedoso, pero no por eso significa que las valiosas enseñanzas del libro deben de ser subestimadas.
La investigación del autor es extremadamente rigurosa, a pesar de las complicaciones obvias que surgen cuando uno estudia mercados ilegales. Por su propia naturaleza, las pandillas no son particularmente abiertas a dar información de su modus operandi, y con justa razón. El nivel de sigilo hace muy difícil juntar información sobre las pandillas, pero la investigación de Skarbek usa un conjunto de métodos poco ortodoxos para dar una clara imagen de por qué existen los grupos dentro de las cárceles. Es particularmente notable el uso de autobiografías e historias de exprisioneros y carceleros para explicar los roles que las pandillas juegan en la gobernanza general del sistema carcelario.
En su investigación explica importantes percepciones sobre las pandillas dentro de las cárceles, cómo surgen y por qué existen. Primero descarta la teoría popular de que las pandillas dentro de las cárceles simplemente son una prolongación de sus contrapartes callejeras, con estructuras listas importadas desde afuera. “Durante los 80s las ocho pandillas más grandes identificadas por la correccional de Texas empezaron en una prisión, no en las calles”, hace notar Starbek. Además, explica que para 2010 más de la mitad de los miembros de las pandillas no pertenecían a estas antes de entrar a una cárcel.
Las pandillas en las cárceles tampoco tienen origen en los cambios en el sistema judicial estadounidense a mediados de los 60s, que brindaron más derechos a los prisioneros y en consecuencia menor control estatal. Luego de la implementación de los cambios, estas pandillas carcelarias no surgieron de manera uniforme a lo largo de EE.UU. A decir verdad, la tendencia empezó antes de la nueva legislación y continuó evolucionando en otros Estados en los siguientes 20 años.
La razón real propuesta por el autor es que las pandillas satisfacen una demanda de gobernanza entre los prisioneros. El contrabando de bienes ilícitos en las prisiones es lucrativo, pero en un lugar lleno de criminales violentos, el comercio implica un riesgo muy alto. Si un prisionero no paga, o si los bienes (usualmente drogas) son de baja calidad, no hay medios oficiales a los que las partes afectadas puedan recurrir.
Las pandillas ayudan a lidiar este problema mediante un sistema de responsabilidad comunal para acciones individuales. Si un miembro de una pandilla no cumple con lo acordado, todo su grupo es responsable. Esto crea fuertes incentivos para que las pandillas controlen estrictamente a sus miembros, ya que el error de uno pone en jaque el comercio y puede ocasionar la violencia en contra del grupo.
Una interesante perspectiva de este sistema de gobierno es la “Constitución” que rige en las pandillas. Esta no es tan distinta de los documentos fundacionales de las naciones u organizaciones privadas; define qué puede y qué no puede hacerse entre los miembros de un grupo, y ayuda a formalizar las reglas. Tales constituciones existen en todas las pandillas de prisiones.
Es importante notar que estas constituciones surgen orgánicamente, y no desde un liderazgo, en respuesta a las circunstancias únicas del sistema penitenciario. Al adherirse todos los miembros a un conjunto de normas, se incrementa la confianza dentro de una prisión y se reduce el riesgo asociado con el contrabando de bienes. Las constituciones de estos grupos así permiten un mayor nivel de comercio entre pandillas.
Skarbek provee una importante y fascinante mirada al orden que reina entre ladrones, asesinos y el resto de los habitantes de las cárceles. Más allá de su observación superficial del fenómeno de las pandillas, también ofrece al lector una gran percepción de cómo surgen instituciones en situaciones únicas donde las formas tradicionales de gobierno no logran suplir la demanda. En este aspecto el libro se destaca.
Las ideas de Skarbek tienen consecuencias en campos que van desde la economía política constitucional, pasando por el estudio de los mercados negros y grises, hasta la economía conductual. Académicos e intelectuales harían bien en centrar su atención en el libro, no sólo porque es una fuente útil, sino porque el estudio de esas áreas con la perspectiva de las pandillas penitenciarias se hace mucho más entretenido y valioso.