EnglishEntre otras malas noticias sobre la política tributaria de Estados Unidos, un nuevo informe de la Tax Foundation colocó al país del norte casi en último lugar en su escala de competitividad impositiva. Entre los Estados miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollos Económicos (OCDE), Estados Unidos se ubicó en el puesto 32 de un total de 34.
El informe se sumerge en las complejidades de las políticas tributarias y clasifica a los países a partir de factores como las tasas de impuestos corporativos, el doble gravamen de dividendos, impuestos a los ingresos empresariales, a la herencia o a la propiedad.
El documento reúne información sumamente valiosa sobre impuestos alrededor el mundo, y divide y clasifica a cada país gracias a los datos de cinco categorías: impuestos corporativos, impuestos al consumo, impuestos a la propiedad, impuestos individuales y normativas tributarias internacionales.
Algunos países, como Estonia en el primer lugar, tienen puntuaciones fuertes en cada una de las categorías. Estonia nunca baja más allá del puesto número 11 en las categorías observadas, y se ubica en primer lugar en dos de ellas: impuestos corporativos y a la propiedad. Otros países tienen puntajes excepcionales en una sola categoría, a pesar de tener una pobre evaluación general.
Estados Unidos y Chile, por ejemplo, se ubicaron en cuarto y quinto lugar respectivamente en los impuestos corporativos. Resulta interesante que en el conteo de competitividad general, el informe ubica a Canadá (24) y a México (19) mucho más arriba que a EE.UU.

Así que, ¿qué puede hacer Estados Unidos para mejorar este pésimo resultado? Si bien hay un número de factores que podrían mejorar su valoración, el paso más importante que el país podría tomar para reformar su competitividad impositiva internacional es disminuir las tasas corporativas. El país tiene las tasas más altas de este tipo de toda la OCDE, y una de las más altas del mundo.
Como hemos visto con las recientes controversias sobre las deserciones corporativas, esta alta tasa se convierte en un problema real para las compañías asentadas en Estados Unidos. Al declarar en Canadá, con una tasa corporativa menor, KPMG encontró que sorpresivamente el pago de tal impuesto era 46,4% menor que en Estados Unidos. Estos últimos rankings surgen poco después de que Canadá disminuyera sus impuestos corporativos de un 36% a un 26%, aproximadamente, en los últimos ocho años.
Para mantener la competitividad con nuestros vecinos de la frontera norte, Estados Unidos debe disminuir sus impuestos corporativos sustancialmente. Estas reformas son un asunto bipartidista. Apenas en 2012, el presidente Obama propuso disminuir la tasa federal corporativa de 35 a 28%. Aunque esa reforma sería bienvenida, no ha habido movimiento en esta materia hasta ahora, y el 28% propuesto por el presidente sigue siendo muy alto.
Asumiendo que no habría cambios en las tasas municipales y estatales, una propuesta como esta daría continuidad a una tasa de más del 32%, lo cual dejaría igualmente a Estados Unidos al fondo de los países de la OCDE.
Un enfoque más efectivo disminuiría el impuesto a niveles de competitividad internacional. Con el promedio de la OCDE en un 25,26%, significaría que la tasa federal debería ser de 21%, con un adicional de 4,1% proveniente de los impuestos municipales y estatales. Una caída de este tipo, distribuida a lo largo de los años, no pasaría desapercibida, y seguiría el precedente de los compañeros de la OCDE.
Desde Canadá hasta el Reino Unido, en los últimos 20 años se ha visto una reducción de las tasas corporativas, y los países compiten entre sí para deshacer los regímenes impositivos más rápidamente.

Siendo realistas, podría llegarse a un acuerdo de dejar la tasa corporativa en 25%. A pesar de que esto seguiría siendo alto, ya es una mejora significativa. Esto ubicaría a Estados Unidos al nivel de sus tres mayores socios comerciales. Estas acciones darían un mayor espacio a las compañías que ya pueden estar pensando en trasladarse a jurisdicciones con menores cargas impositivas en el extranjero.
El régimen de impuestos corporativos de Estados Unidos está entre los peores del mundo. Es el momento crucial de que la nación corte esos impuestos anticompetitivos. Eso por si solo no es suficiente para hacer competitiva a una nación, pero está entre las reformas más fáciles y simples que podrían ocurrir.
Para enmendar el actual sistema fallido también será necesario abordar asuntos como la tasación internacional, el cumplimiento de impuestos complejos que toman tiempo, y los altos impuestos a la propiedad. La más obvia de las soluciones, que es disminuir los impuestos corporativos, ya ha sido probada como exitosa en otras naciones amigas que sentaron el precedente.
Ninguna reforma es sencilla, pero de todas las cosas que pudieran ser hechas para arreglar la competitividad impositiva de la nación, esta puede ser la oportunidad más fácil e inmediata.