English“A veces, las reformas simplemente ocurren”, o algo así, dice un viejo refrán en Washington. Las últimas semanas han confirmado esta máxima para quienes seguimos la política de transporte de Estados Unidos. El tema es el del control del tráfico aéreo, que parece estar teniendo un gran impulso dentro del Congreso.

A finales de marzo vimos al Comité de Transporte e Infraestructura de la Cámara de Representantes celebrar una audiencia con miembros del Congreso de ambos partidos, con grupos de expertos, y un representante de la industria aérea. Todos estuvieron de acuerdo en que sería una buena idea reformar el tan vilipendiado sistema de control de tráfico aéreo (ATC, por sus siglas en inglés).
Encabezada por el congresista Republicano por el Estado de Pennsylvania Bill Shuster, la audiencia buscaba explorar las alternativas disponibles para reformar el sistema —desde pequeños ajustes hasta una absoluta privatización. Una propuesta en un punto medio recibió bastante apoyo: implementar una corporación estatal similar a NavCanada, la entidad sin fines de lucro que administra el sistema de ATC.
Mejor calidad, costos más bajos
Como señalaron los panelistas, más de 50 países han reformado recientemente su sistema de ATC de alguna manera. Muchos de ellos lo han hecho aplicando este modelo sin fines de lucro.
Además, solo unos pocos asistentes a la audiencia (como por ejemplo el sindicato de controladores ATC) consideraron que el actual sistema debería ser mantenido intacto, o al menos solo aplicar pequeños cambios con el fin de mantener el sistema como parte de la Administración Federal de Aviación.
Agrupaciones que apoyan el libre mercado han encabezado la causa para reformar el sistema de ATC del país. De hecho, Robert Poole, de la Fundación Reason, ha estado trabajando para reformar el sistema desde principios de la década de 1980.
Él fue uno de los primeros de los expertos en impulsar la comercialización del control de tráfico aéreo, y ahora parece que su trabajo por fin dará frutos. El estudio, publicado el año pasado por Poole para el Instituto Hudson, nos ofrece una introducción sobre por qué dejar el control de las torres de control de los aeropuertos al Gobierno es una idea poco sensata.
Dicho de otro modo, el control no gubernamental de tráfico aéreo ha probado se tan bueno o mejor, y con costos más bajos o similares. Se ha probado que hay pocos beneficios en dejar el control absoluto al Gobierno.
Parece que la reforma está ocurriendo, y parece que el libre mercado es el que está ganando. No es común ver un apoyo tan amplio a políticas positivas como esta. Veamos esto como una victoria de los chicos buenos.