“Un gran productor petrolero que es incapaz de pagar sus deudas durante una época de un boom prolongado del precio del petróleo es una bestia rara”. Así comienza un artículo de The Economist, del 20 de septiembre de 2014, en un marco de tensión económica dadas las probabilidades de que Venezuela entre en default. Sin embargo, este artículo no pretende hablar de perspectivas económicas de Venezuela, sino de la crítica situación que vive la “bestia rara”, producto de un perverso y fracasado modelo económico.
El problema de las historias que son contadas desde un solo lado no es que no sean verídicas, sino que carecen de la otra parte. Impresiona que internacionalmente se hable de solidaridad para con el gobierno venezolano como lo hizo la revista Counterpunch, se catalogue como un gobierno que busca disminuir la desigualdad y, más aun, se profundice el ridículo discurso antiimperialista.
Probablemente, las personas que opinan sobre la situación de Venezuela en el exterior y se muestran afectas al oficialismo poco saben de la malversación de los fondos que recibió el Estado durante estos casi 15 años de bonanza petrolera y, como bien es sabido, cuando no eres prudente en el momento en que posees las 7 vacas gordas, la época de las 7 vacas flacas pesa al nivel en el que se encuentra Venezuela hoy en día.
Probablemente, las personas que llaman a que se apoye al corrupto gobierno de Venezuela poco saben de la humillación a la que somos sometidos los venezolanos en las actividades más triviales de un ser humano: comprar comida, medicina, demandar agua y luz, etc. Esta “bestia rara” ha decidido arbitrariamente imponer un sistema de gobierno a cualquier costo, sacrificando la calidad de vida de todo un país.
Es indignante que personas alrededor del mundo se crean la ilusión de que este gobierno actúa en beneficio del bienestar social
Desde el punto de vista estadístico, fracasamos en cualquier indicador de medición del desempeño de la economía en la región. La tasa de inflación de un 69% aproximadamente en 2014, niveles de desabastecimiento de alimentos prioritarios entre 50 y 100%. Sin embargo, en vez de tomar cartas sobre el asunto, el gobierno insiste en que esta situación es causa de la guerra económica de la oposición. Aún cuando se ejercen controles de precios, se intervienen (roban) empresas privadas y se nacionalizan, se controla la distribución de los productos, el gobierno insiste en que los culpables de la situación están en la otra acera. Aún cuando el Banco Central ha impreso dinero inorgánico y desapareció el dinero del Fondo de Estabilización Macroeconómica, la “minoría radical” que se opone al gobierno es la responsable de los números que protagonizan nuestros periódicos todos los días. Y es que la fracasada revolución tiene 15 años buscando culpables y no buscando soluciones a los problemas que nos aquejan.
El gobierno venezolano decidió darle la espalda a los problemas de su país para mantener permanentemente su autoridad
Dicho esto, es inverosímil que haya personas que probablemente jamás hayan puesto un pie sobre este país aleguen que la comunidad internacional debería apoyar a Venezuela. Es indignante que personas alrededor del mundo se crean la ilusión de que este gobierno actúa en beneficio del bienestar social cuando el subsidio de la gasolina representa un 9% de PIB y el gasto en educación un 7% del mismo, cuando hay escasez de bienes básicos porque los fondos se destinan a propaganda política, cuando se deshonran los compromisos con el sector privado del país para pagar deudas a acreedores en Wall Street, cuando no se consiguen alimentos pero queremos mejorar la nutrición de Qatar.
El gobierno venezolano decidió darle la espalda a los problemas de su país para mantener permanentemente su autoridad (porque su sed de poder y riqueza no conoce límites) y conseguir aliados en la comunidad internacional, cosa que le funciono hasta cierto punto. Sin embargo, las bestias raras carecen de razón y ésta en particular no previó una caída de los precios del petróleo. La fiesta de la que gozó en todos estos años ya llegó a su fin y los invitados se han ido poco a poco. Por lo tanto, quién se quedara con Venezuela en su rumbo al abismo?
La mejor forma de juzgar la veracidad de una historia es a través de la experiencia propia. Se tienen las dos partes, los dos testimonios sobre la mesa, si aún se requiere más información para emitir alguna opinión sobre el caso, sería interesante que aquellas personas que justifican la condición de Venezuela manifestaran su empatía y solidaridad sometiéndose a la pesadilla que vivimos los venezolanos hoy en día. Una corriente visita al supermercado, al hospital y a la farmacia basta para entender la magnitud del infierno que vivimos, basta para apuntar el dedo al verdadero responsable de este caos. Una lectura a la “prensa” nacional, a las estadísticas del banco central y a las respuestas que da el gobierno a la situación actual bastara para que entiendan la importancia de denunciar las arbitrariedades que se cometen en este espacio. Vean y juzguen ustedes mismos, hagan su propia historia.