El impeachment o juicio político a la presidenta Dilma Roussseff parece inevitable. Los ciudadanos brasileños se despertaron la mañana del lunes 18 de abril con la cruda realidad de que su presidenta, electa hace solo dos años con más de 50 millones de votos, está a punto de perder su cargo.
En la noche anterior el país pudo observar como 367 diputados decidieron que Rousseff deberá ser investigada y juzgada. Solo 137 congresistas empuñaron su defensa a la presidenta; no fue suficiente. El país decidió, más de 350 diputados que representan 96 millones de electores se regocijan con la victoria de la justicia.
Ahora el pedido será enviado al Senado, donde una mayoría simple bastará para sacar a Dilma del Palacio do Planalto por seis meses mientras se lleva a cabo el juicio político.
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Mientras se desarrollaba la votación de este domingo, unos cuantos manifestantes coreaban consignas a las afueras del Congreso en apoyo al impeachment contra Rousseff. Al conocerse los resultados las calles de el Gigante de Sudamérica se llenaron de euforia. Partidarios de Rousseff lloraban a la luz de los fuegos artificiales de aquellos que celebraban la ejecución de la voz popular.
Sin embargo, según detalla VICE News, Brasil estaba sumida en la calma este lunes por la mañana. La ciudadanía estaba digiriendo que la presidenta del país está a un paso de salir de la política por la infame puerta trasera de la historia.
El país observó la reacción de los mercados y esperaba ansiosamente el pronunciamiento de Rousseff, quien habló solo al final de la tarde: “ahora con convicción me enfrento a un golpe de Estado”, aseveró la mandataria.
Reacciona el mercado
El diario El País señala que la divisa brasileña registró en apertura de mercados una apreciación del 1,5%. El Banco Central brasileño intervino para frenar la subida. La Bolsa se mantiene estable.
La tensa situación producto de los múltiples escándalos terminaron torpedeando la frágil popularidad de la primera mandataria.
La Federación de Industrias de Sao Paulo (Fiesp), el más influyente gremio empresarial de Brasil, celebró la decisión de la Cámara de Diputados. “Se ha cumplido la voluntad del pueblo brasileño”, dijeron.
Rousseff, de acuerdo con analistas, pasará a la historia como un desastre económico. Luis De Lion, abogado especialista en política internacional y columnista, asegura que “una economía emergente (Brasil), dirigida por una presidenta rabiosamente proteccionista, no presagiaba nada bueno, menos aún en pleno siglo XXI”.
El año pasado, el primero de su segundo mandato, la crisis económica golpeó fuertemente al país. La tensa situación producto de los múltiples escándalos terminaron torpedeando la frágil popularidad de la primera mandataria.
El auge y la caída de Rousseff
Al salir Lula de la presidencia en 2011 dejó una ilusión de estabilidad que marcó el mito del “milagro brasileño”, aquel mito inflado por la opinión pública interna y externa.
Dilma Rousseff, la protegida de Lula, aprovechó la popularidad de su tutor para ganar las elecciones y prometer seguir la ilusorias políticas sociales de la anterior administración.
No obstante, el mito milagroso se fue desmontando; pese a los buenos resultados en los sondeos de popularidad, el Gobierno de Rousseff no consiguió que el país creciera a las tasas de la década anterior.
[adrotate group=”8″]La administración de Rousseff justificó las mediocres cifras con la crisis internacional de 2008, pero la estabilidad económica de la potencia latinoamericana iba mermando. Las importantes caídas de las inversiones consiguieron atenuar la entrada del capital. En enero de 2013, ya la sociedad civil comenzaba a exigir respuestas.
La difícil situación política obligó a Rousseff a hacer ajustes pocos populares y, lo que en un principio solo afectabas a alcaldes y gobernadores, comenzó a salpicar al ejecutivo por el irracional despilfarro durante la organización del Mundial de Futbol de 2014.
La presidenta comenzó a sentir la inestabilidad de sus políticas que cada vez se agrandaría más. A la fórmula se la añadió los escándalos en torno a Petrobras y la incapacidad de Dilma, más recientemente, de permitir que su mentor Luiz Inácio Lula Da Silva se hundiera solo en la barca de la corrupción.
Recta final
Ahora la decisión queda al Senado. El presidente de la Cámara, Renan Calheiros, es un político de centro derecha. Ya la democracia actuó y decidió que el tiempo de Dilma se acabó.
Jaques Wagner, jefe de Gabinete de Brasil, describió la decisión de los diputados como un “retroceso”, advirtiendo que la decisión “amenaza con interrumpir 30 años de democracia en el país”, según informa el diario brasileño Folha de Sao Paulo.
“La presidente no dejará de luchar… si alguien cree que van a poder acabar con ella, se está engañando a sí mismo”, dijo esta mañana Eduardo Cardozo, exministro de Justicia y actual abogado general de la Unión.
Ya la voluntad de la presidenta no podrá hacer nada. Solo 81 senadores deberán aprobar el juicio a Rousseff, quien es acusada de maniobras fiscales en el cierre de 2014 y 2015, que le habrían servido para maquillar las cuentas al retrasar el pago de préstamos del Gobierno a bancos públicas.
Ya a mediados de mayo el Senado podrá decidir si Rousseff deberá apartarse del cargo hasta que la Cámara decida el futuro político de la dirigente del Partido de Trabajadores.
Para el momento, 41 senadores ya han asegurado que apoyarán el juicio a la presidenta, acercando cada vez más la inevitable salida de Rousseff por la puerta de atrás de la historia política de Brasil.
Con información de: Independent, Foreign Policy, El País.