Este lunes 6 de junio por la noche, CNN anunciaba que la precandidata por el Partido Demócrata, Hillary Clinton, logró alcanzar la cantidad de delegados suficientes para convertirse en la candidata oficial de su partido. De esta manera, Clinton es la primera mujer en la historia de Estados Unidos que ha logrado asegurar la nominación a la Presidencia.
Ya el escenario está listo. A pesar de que no es la mejor opción, Hillary Clinton se consolida como la representante del partido del burro y deja por fuera a un candidato del que nunca más tendremos que preocuparnos… O quizá sí.
Cuando Bernie Sanders anunció su candidatura, hace más de un año, lo hizo con un objetivo: liderar una revolución política. Hoy, varios meses y varias derrotas después, la revolución socialista que planeaba imponer Sanders en el escenario social y político de Estados Unidos ha sido neutralizada. Pero esto no significa que halla fallado completamente.
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Desde un principio, los analistas y estrategas aseguraban que las ideas que Sanders representaba eran completamente inviables y que no iban a calar en los electores. Muchos aseguraron que su proyecto “radical” sería rechazado completamente. Pero ocurrió lo contrario.
Durante varios momentos de la contienda, Sanders se mostró como un candidato realmente sólido y con grandes posibilidades de vencer a Clinton, su contrincante. La revolución comenzó a crecer. Los estadounidenses empezaron a sentir al Bernie (Feel the Bern, como reza su slogan).
Entre junio y noviembre del año pasado, medios como The New York Times y CBS mostraban que Sanders estaba comenzando a ser el candidato preferido por gran cantidad de Demócratas y de electores independientes. En varias oportunidades se habló de un empate técnico, y hasta de la posibilidad de que el socialista superara a Clinton.
Sin embargo, la razón se alzó. Poco a poco Sanders comenzó a perder fuerza a mediados de este año. Empezó a perder importantes elecciones primarias como Nueva York. Y hoy ya es imposible que alcance a Hillary Clinton, quien se acaba de posicionar como la virtual candidata del Partido Demócrata.
Muchos dirán ahora que el riesgo ya pasó. Que el fracaso de la campaña del socialista es la evidencia de que esos proyectos radicales no tienen vida en una sociedad libre y próspera como la de Estados Unidos. Pero la verdad es otra: Bernie Sanders pudo haber fallado en su intento de ser Presidente de Estados Unidos; sin embargo, desató un sentir y una inconformidad en los estadounidenses que hasta ahora ha liderado con bastante solidez y seguirá liderando en el futuro.
Estamos observando un año electoral inédito. Los errores del pasado y la coyuntura en la que se encuentran los países del mundo han resultado en que candidatos como Donald Trump y Bernie Sanders tengan algo de éxito.
La creencia de que los ricos tienen la culpa de la pobreza. Los continuos ataques a los grandes emprendedores. La idea de que el Estado debe solucionar los problemas de la sociedad y garantizar absolutamente todo. El intervencionismo, las regulaciones, la falta de libertades del mercado y el populismo incontrolable son ahora ideas incrustadas en los corazones de una parte importante de los ciudadanos americanos —sobre todo los jóvenes.
Aún no es momento para dejar de preocuparse por Bernie Sanders. Sus ideas trascienden completamente su candidatura y pueden estar presentes por muchos años más. Sanders llegó en 2015 para ser presidente del país, para alborotar al establishment político en Estados Unidos y para implantar una revolución. Hoy no pudo lograr el primero de esos tres objetivos, pero los otros dos aún están presentes, por lo que todavía no es momento para que Estados Unidos deje de preocuparse por él.