La rampante crisis política, social y económica está afectando seriamente a las familias venezolanas; pero, dentro de ellas, hay un doliente silencioso: los niños.
Ningún ciudadano del país latinoamericano logra evadir los estragos de las políticas domésticas de la Revolución Bolivariana. No hay familia, ni clase baja, media o alta, cuyo estilo de vida no se haya visto perjudicado. Y este diciembre los niños deberán enfrentar una lúgubre realidad: “San Nicolás no vendrá” en la madrugada del 25 de este mes.
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“El año pasado le compré todo a mi hija”, cuenta Dileida Palacios, estilista y madre, a la agencia Reuters: “Pero este año tuve que decirle que todo está muy difícil y que San Nicolás no viene”, apunta.
Además de Palacios, indica Reuters, al menos “38,5 % de los venezolanos cree que esta navidad será peor que el año pasado, y 35 % cree que será la peor hasta ahora”, de acuerdo con una encuesta de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Aunado a eso, la reciente crisis de la escasez de efectivo, la criminalización del billete de mayor denominación, y la crisis bancaria, están derivando en un tétrico panorama que dilapida la posibilidad de unas navidades alegres para unos ciudadanos cuyas fiestas de diciembre, antes, estaban llenas de alegría.
En el interior del país la situación ya es difícil; pero Caracas se está comenzando a oscurecer: cientos de tiendas se han quedado sin mercancía; otros comerciantes han preferido no vender frente a la inestabilidad del dólar; los juguetes son vendidos a un precio inalcanzable para el ciudadano promedio; y las hallacas —el típico plato navideño del venezolano— están comenzando a ausentarse.
“Normalmente la realización de las hallacas era parte de un importante encuentro familiar. Era el día en que todos nos reuníamos en familia para hablar, compartir, cantar y reír; pero este año no fue así. Casi la mitad de mi familia se fue del país, y para los que quedamos se nos hace muy difícil comprar los ingredientes que antes adquiríamos”, cuenta María Elena Sánchez al PanAm Post.
Y, a los niños, también les está afectando el hambre este diciembre, hasta el punto en que la comida ya es prioridad; incluso sobre los juguetes.
“La niña de 8 años Helen Ramírez, quien vive en un barrio de Caracas, pidió a Santa comida para su familia y una patineta del show de Disney ‘Soy Luna'”, se lee en Reuters; sin embargo, es muy probable que la patineta jamás aparezca bajo su arbolito.
“Esos patines están lejos del alcance para la familia de Ramírez. Cuestan unos 400 mil bolívares aproximadamente, lo que serían unos US$ 100 a la tasa del mercado negro, y alrededor de 14 veces el salario mínimo mensual”, apunta la agencia.
Por último, un niño de 11 años de clase media alta, cuya familia prefirió que se mantuviese en el anonimato, cuenta al PanAm Post que este año sus padres le dijeron que probablemente su regalo no llegaría a tiempo.
“Me reunieron en la sala y me dijeron que la situación está difícil para traer cosas importadas. Yo esperaba que me llegara lo que había pedido para este diciembre; pero esta vez no será”, dijo.
“Yo siempre recibo lo que quiero, pero sé que la situación está muy complicada para mi papá. Ellos trabajan mucho, pero las cosas están muy caras”, señaló el niño.
Frente a eso, sus padres explican que el alto precio del dólar y la inestabilidad de la moneda les impide hacer grandes gastos en estos momentos: “Es doloroso para nosotros porque queríamos mantener a nuestro hijo al margen de la situación. Algo así como la película La vida bella. Es injusto que ellos tengan que pasar por esto por culpa de unos ineptos”.