Emily Thornberry es una parlamentaria de Reino Unido que pertenece al Partido Laborista de Jeremy Corbyn y, aunque defiende ampliamente las ideas del socialismo que predica su fuerza política, es incapaz de señalar al menos un caso en el que sus ideas hayan realmente triunfado.
En una entrevista para BBC1, un miembro de la audiencia le pidió a la parlamentaria que mencionara un ejemplo de algún país en el mundo que, siguiendo las políticas de Corbyn y el otro político laborista John McDonell, sus “ideas hayan tenido éxito”.
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“Solo menciona un país”, le insiste un periodista del panel, y Thornberry le responde a todos: “Voy a sugerir que de hecho el Partido Laborista es un partido socialdemócrata, de más o menos el centro de Europa”. Al decir eso, todos se ríen. Ella continúa: “Si miras las políticas económicas de Europa, a lo largo de las economías exitosas, donde se ha invertido en infraestructura, en seguridad…”.
En ese momento la interrumpen y le piden que mencione un país. Ahí ella dice: “Alemania, Suecia”. Nuevamente, todos se ríen.
Las políticas del Partido Laborista de Jeremy Corbyn, con respecto a los gastos y los impuestos son bastante apegadas al radicalismo de la izquierda. El líder laborista, Corbyn, es un admirador de Hugo Chávez; y las condiciones de Suecia y Alemania distan mucho de acercarse a lo que pretende la izquierda británica.
A Corbyn le ha costado ascender realmente dentro de la política británica. Aunque lidera con solidez un partido histórico, muchos lo relacionan hoy con el ala más radical de la izquierda y eso ha generado rechazo, a pesar de la simpatía que la juventud de Reino Unido pudiese tener por algunas de sus ideas.
Constantemente lo increpan por la simpatía que guardaba por el expresidente Hugo Chávez y por su incapacidad para condenar al actual régimen de Nicolás Maduro, que este año se responsabilizó de la muerte de cientos de manifestantes durante protestas en Venezuela.