Mientras toda la industria de Hollywood se planta firme y protesta contra la nueva ola de agresiones sexuales, un grupo de artistas e intelectuales agregan la firma a un manifiesto que cuestiona la nueva moral “puritana” que se ha erigido en el seno del cine mundial.
El valiente manifiesto —ciertamente—, surge tras la polémica del poderosísimo productor Harvey Weinstein, en Francia.
“La violación es un crimen. Pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”, se lee en la carta publicada en el diario Le Monde, que cuenta con la aprobación de grandes artistas.
Una de las firmas es la de Catherine Deneuve, una de las actrices francesas más destacadas de todos los tiempos. Se consolidó gracias a su participación en películas como Indochina, de Régis Wargnier; en Belle de jour, de Luis Buñuel; y en Repulsión, de Roman Polanski —directos sobre quien también ha caído la condena de Hollywood debido a agresión sexual—.
Pero además, Deneuve ha acompañado a otros grandes directores como Lars Von Trier, Marcel Camus, Dino Risi, Jean-Paul Rappeneau y François Truffaut. Ahora la consagrada artista se levanta en contra de la «falsa moral» de Hollywood y el peligroso activismo.
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“Desde el caso Weinstein se ha producido una toma de conciencia sobre la violación sexual ejercida contra las mujeres, especialmente en el marco profesional, donde ciertos hombres abusan de su poder. Eso era necesario”, se lee en le manifiesto. No obstante, “esta liberación de la palabra se transforma en lo contrario: se nos ordena hablar como es debido y callarnos lo que moleste, y quienes se niegan a plegarse ante esas órdenes son vistas como traidoras y cómplices”.
El manifiesto es una defensa de la «incorrección política». Que no parezca que podría ser, en cambio, una defensa de los agresores. Se aplaude abiertamente que algunas mujeres tengan la valentía de imponerse frente a la violencia y la mordaza; pero ahora, según denuncia el texto, se ha levantado otro autoritarismo: otra mordaza.
Ahora todos denuncian en la red social. Señalan la existencia de un agresor, sin necesidad de indagar. Eso, para los firmantes, se asimila a “una campaña de delaciones y acusaciones públicas hacia individuos a los que no se deja la posibilidad de responder o defenderse“.
“Esta justicia expedita ya tiene sus víctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su oficio, obligados a dimitir (…) por haber tocado una rodilla, intentado dar un beso, hablado de cosas íntimas en una cena profesional o enviado mensajes con connotaciones sexuales a una mujer que no sentía atracción recíproca”, se lee en la carta.
Además de Deneuve, aparecen la escritora, crítica de arte, curadora y fundadora de la prestigiosa revista Art Press, Catherine Millet; la cantante Ingrid Caven; la escultora y artista, Gloria Friedmann; la autora, Stephanie Blake; la filósofa Peggy Sastre; la reconocida periodista Elisabeth Lévy; entre otras.
Se habla, al mismo tiempo, del regreso de una “moral victoriana” que se esconde bajo “esta fiebre por enviar a los cerdos al matadero”. Según los firmantes, no beneficiaría al movimiento de las mujeres, sino que se presta al servicio “de los intereses de los enemigos de la libertad sexual, como los extremistas religiosos”.
“Algunos editores nos han pedido que hagamos a nuestros personajes masculinos menos ‘sexistas’, que hablemos de sexualidad y amor con menos desmesura o que convirtamos ‘los traumas padecidos por los personajes femeninos’ en más explícitos”, señalan los firmantes, sugiriendo la posibilidad de que la corrección política domina a la industria.
Presentan ejemplos: recientemente se censuró un desnudo del pintor y grabador austriaco, Egon Schiele, en el metro de Londres; también, se pidió que se retirara un cuadro de Balthus del Metropolitan Museum of Art de New York (MET), por presentar a una joven en una posición “sugerente” (afortunadamente el MET dejó claro que no retiraría la obra del gran pintor); y, por último, hablan de cuando se pretendió boicotear un homenaje a Roman Polanski (uno de los más grandes directores) en París.
“El filósofo Ruwen Ogien defendió la libertad de ofender como algo indispensable para la creación artística. De la misma manera, nosotras defendemos una libertad de importunar, indispensable para la libertad sexual”, se lee en el manifiesto firmado por cien artistas y pensadoras de Europa.
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