Para la administración de Donald Trump, el cambio de régimen en Venezuela es una prioridad. Forma parte de la agenda de la política exterior de Estados Unidos, sin duda. La reciente postura, acciones y pronunciamientos lo demuestran.
Son muchas las alternativas que existen para que se concrete ese definitivo cambio de régimen. Desde la presión con las sanciones hasta la intervención militar (como el mismo Trump planteó en agosto del año pasado). Pero otra de las opciones es que los venezolanos, incluidos los militares, impulsen la salida de Maduro. Serían movimientos y decisiones amparadas por Estados Unidos.
El director principal para América Latina de La Casa Blanca, Juan Cruz, llamó a todos los ciudadanos del país regido por Nicolás Maduro a “honrar” su Constitución y a desobedecer al autoritarismo chavista.
“Llamamos a todos los ciudadanos a cumplir con sus deberes descritos en esta Constitución e instamos a los militares a respetar el juramento que tomaron para llevar a cabo sus funciones. Hagan honor a su juramento”, dijo Cruz en un discurso este lunes 30 de abril.
En el mismo alegato, el director senior de la Casa Blanca para Latinoamérica llamó “loco” a Maduro. Este demente debería ser derrocado por su Ejército bajo una “disposición constitucional que justifica la rebelión contra las dictaduras”, según se lee en el medio Univisión.
Con respecto al discurso de Cruz, el exembajador de Estados Unidos, John Feeley, dijo a Univisión que “se puede asumir que [el director de la Casa Blanca para LatAm] estaba ofreciendo al menos un apoyo velado de la administración de Trump a la desobediencia civil”.
Es una opción legítima, ciertamente. No necesariamente se trataría de un golpe de Estado; sino de la restitución de un Estado de derecho —si es que los militares están dispuestos a colaborar—. De ser así, como dice el mismo Cruz, Estados Unidos brindaría su respaldo a cualquier arrebato temerario.
Es un planteamiento que ya ha hecho la fiscal general legítima de Venezuela, Luisa Ortega Díaz. En un video publicado a mediados de abril, Ortega Díaz pidió a los militares venezolanos ejecutar la captura de Nicolás Maduro, obedeciendo a las recientes decisiones del Parlamento venezolano y el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio —que acordaron la separación del cargo del dictador por un antejuicio de mérito—.
#VIDEO Decisión de la @AsambleaVE abre la puerta a una salida de la crisis política y humanitaria que vive el país. La autorización del enjuiciamiento del hasta hoy presidente constitucional de #Venezuela es un acto de justicia #17Abr pic.twitter.com/f2qrWjTPsE
— Luisa Ortega Díaz (@lortegadiaz) April 17, 2018
En el audiovisual, la fiscal legítima de Venezuela asegura a los miembros de las Fuerzas Armadas que, si se llegasen a rebelar en contra de Maduro, contaría con su apoyo y su resguardo —además del de la comunidad internacional—.
Y, asimismo, el exsecretario de Estado, Rex Tillerson, también lo llegó a sugerir en su momento. A principios de febrero de este año, en un discurso que ofreció en la Universidad de Texas, justo antes de partir en una gira cuyo tema principal fue la crisis de Venezuela, Tillerson dijo: “En la historia de Venezuela y, de hecho, en la historia de otros países de América Latina y América del Sur, muchas veces los militares son los que se encargan de eso”.
“Cuando las cosas están muy mal y los líderes militares se dan cuenta de que ya no pueden servir al pueblo, ellos se encargan de una transición pacífica”, dijo Tillerson, quien fue destituido poco después por el presidente Donald Trump.
Dispuestos a revertir las sanciones
Una de las dagas que más pende sobre la garganta del chavismo, es la firme política exterior de Estados Unidos contra el régimen chavista. Las sanciones. En febrero del año pasado la administración de Trump se estrenó sancionado al vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, por vínculos con el narcotráfico.
Luego Estados Unidos impuso más sanciones: se congelaron cuentas, se atacó a funcionarios vinculados con la empresa estatal PDVSA y se revocaron visas y privilegios. Son golpes decisivos que afectan la billetera de un régimen que se edificó sobre inmensas cantidades de dineros.
Frente a las sanciones, el régimen de Nicolás Maduro ha invertido tiempo, dinero y esfuerzo en cabildear a favor de que estas se levante. En el último diálogo entre la dirigencia opositora oficial de Venezuela y la dictadura, que se llevó a cabo a principios de año, Maduro planteó como punto inamovible para ceder, que la oposición se comprometiera en ayudar a que Estados Unidos retire las sanciones.
Aquello no ocurrió y la administración republicana continúa amenazando con acentuar la presión. Se habla de bloqueos o embargo petrolero. Sobre todo si el dictador decide continuar con su farsa electoral del próximo 20 de mayo.
Sin embargo, existe la posibilidad de que se dé un viraje de la política exterior de Estados Unidos. Según dijo este lunes el subsecetario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Fitzpatrick, el país norteamericano estaría dispuesto a levantar las sanciones económicas; pero solo si hay genuinos cambios políticos.
“Con mucho gusto revertiríamos esas sanciones financieras cuando el Gobierno o los funcionarios cambien su rumbo”, dijo Fitzpatrick, según reseñó el periodista venezolano Alberto Rodríguez.
“Cuando tengan voluntad de restablecer la rendición de cuentas sobre su control de flujos financieros, cuando tomen simples pasos para respetar la Constitución y la Asamblea Nacional, de abrir canales humanitarios, ese tipo de cosas podría revertir las sanciones”, agregó.
El mensaje es claro, aseveró: Estados Unidos no recompensará “malas conductas”, ni será “cómplice” del “saqueo” de Venezuela. Fitzpatrick consideró “falso” que el agravamiento de la crisis venezolana se deba a las sanciones impuestas por Washington, como afirma Maduro. https://t.co/iKp2x6dmum
— AlbertoRodNews (@AlbertoRodNews) April 30, 2018