Slavok Žižek es uno de los filósofos más ingeniosos del momento. También de los más reconocidos. Da vueltas por el mundo dando conferencias en las que mezcla referencias a la cultura pop con buenos chistes.
Se autodenomina marxista y comunista; pero es, al mismo tiempo, uno de los críticos más feroces de la izquierda y las ideologías. Se lanza contra la corrección política, la tolerancia con el Islam, contra el libre flujo de refugiados y, también, contra la demagogia en todos los espectros políticos. Ahora, en una conferencia en el Círculo de Bellas Artes en Madrid, Žižek aprovechó para decir algunas verdades incómodas para los flamantes movimientos feministas, que tanto ruido andan haciendo.
“Cuando las mujeres se visten provocativas, se cosifican para atraer al hombre, están jugando activamente. Y esto es lo que molesta a nuestro chovinismo masculino que se indigna contra una chica que provoca y luego no quiere acostarse con nosotros”, dijo Žižek, quien recibía la Medalla de Oro en el Círculo de Bellas Artes y daba su charla titulada Ernst Lubitsch: Cinismo, humor y compromiso.
“Rechazo la crítica a la cosificación que hace el feminismo. Estoy a favor. Es uno de los mayores logros de la liberación sexual. Las mujeres tienen derecho a cosificarse. Deberían tener el control del juego de la seducción”, agregó Žižek, según reseña el diario El País.
No es la primera vez que el filósofo esloveno cuestiona los métodos y las posturas de este bisoño movimiento feminista puritano con cualidades totalitarias, que ha pretendido determinar cómo se deben comportar las mujeres y que ha tratado de arreciar la lucha entre géneros.
En un artículo publicado en el diario El Mundo en enero de 2018, a propósito de la rebelión #MeToo en Estados Unidos —que tuvo su punto álgido con el caso Weinstein—, Žižek juntó su voz, quizá sin quererlo, con la del antagonista ideológico y brillante filósofo canadiense Jordan Peterson —quien se ha convertido en uno de los principales denunciantes del victimismo en la era posmoderna—, para reprobar ese fenómeno del ofendido.
“Cada contacto con otro ser humano se vive como una potencial amenaza. Si el otro fuma, si me lanza una mirada avariciosa, ya me hiere. Esta lógica de la victimización están universalizada hoy en día. Y va más allá de los habituales casos de acoso sexual o racista”, escribe el esloveno en El Mundo.
“Esta noción del sujeto como una víctima no responsable conlleva la perspectiva narcisista extrema, según la cual cualquier encuentro con el otro se percibe como una potencial amenaza al precario equilibrio imaginario del sujeto”, dice Žižek.
De forma mucho más comedida, el filósofo marxista —y, por ello, con mesura— se une al pequeño tropel de sensatos que se oponen a la terrible idea de que las mujeres siempre son víctimas. Es esa aserción de que toda denuncia, por provenir de algún miembro del género femenino, merece como reacción inmediata que el denunciado arda en la hoguera.
Žižek en su charla en Madrid ha dicho con claridad que la mujer puede cosificarse como medio para lograr objetivos. Son los pactos, como los terribles que se han dado en Hollywood desde sus inicios y que hoy se convierten en escándalo.