La respuesta a la desconfianza, el rechazo y la cólera de la sociedad es volver a las antiguos rostros. Los que en su momento también se apartaron por lo que luego provocó esos mismos sentimientos alicaídos.
Incapaces de renovar o de simplemente apartarse, para con honestidad reconocer el fracaso de la contienda. No hay voluntad de ello, sino de seguir manteniéndose como único foco de supuesta disidencia. Aferrándose a la franquicia y monopolizando toda “ofensiva”. Aunque la sociedad exija a gritos una alternativa.
Cuando se conformó la Mesa de la Unidad Democrática en 2008 —antes Coordinadora Democrática—, el principal objetivo era edificar una plataforma política y electoral —posteriormente, en 2012— que lograra aglomerar las principales fuerzas opuestas al chavismo.
La coalición se fue desarrollando hasta asumir el rol de principal potencia opositora y, sobre todo, la condición de partido político. Sin embargo, quizá el único gran logro que algunos pudieran atribuir, más allá de sermones demagógicos, es el resultado de las elecciones parlamentarias de 2015.
Más allá de ello, la Mesa de la Unidad Democrática jamás trascendió como fuerza política. No pudo, de ninguna forma, apartarse de las rutas inertes a las que primero se apostó por ingenuidad y luego por complicidad. Demostró ser una coalición incapaz de confrontar un régimen dictatorial, casi totalitario, como el chavista.
Ramón Guillermo Aveledo, abogado, catedrático, autor y exdiputado, asumió la secretaría ejecutiva de la Mesa de la Unidad Democrática en marzo de 2009. De su gestión surgieron las infortunadas respuestas y reacciones que dio la coalición al valiente movimiento de La Salida —que durante los primeros meses del año 2014 alteró por completo el panorama político en el país— y los primeros encuentros de diálogo con la dictadura —que terminaron por hundir ese movimiento político liderado entonces por el alcalde Antonio Ledezma, la diputada María Corina Machado y el político Leopoldo López—.
La vileza de la Mesa de la Unidad Democrática frente a la sociedad en la calle, durante ese primer cuatrimestre de 2014, provocó un intenso rechazo. Y, ante la inutilidad de ofrecer algo más, las profundas diferencias internas en la coalición y la incomodidad con el fortalecimiento de un nuevo liderazgo (Machado, López y Ledezma), Ramón Guillermo Aveledo renunció en julio de 2014.
“En los últimos meses, una campaña artera y sañuda se ha desarrollado contra la Unidad y su instrumento, la Mesa de la Unidad Democrática, y se ha escogido a fin de golpearla, disparar contra la credibilidad de su vocero y servidor. Empezó en los laboratorios del poder arrogante, pero no se quedó allí, la insensatez lo acogió con lascivia”, dijo en su momento el político y abogado; asegurando luego que no se trataba de un intento de huirle a la crítica ni una muestra de incapacidad de reconocer los errores —aunque fuera así—.
El vacío de la silla que dejó Aveledo, fue ocupado a los dos meses por el periodista y activista Jesús “Chúo” Torrealba. A partir de entonces, lo único que logró la Mesa de la Unidad Democrática fue robustecer y profundizar los vicios inherentes a la coalición.
La gestión de Torrealba sobresalió por los terribles errores comunicacionales. Por las veces que se mintió sobre encuentros entre la MUD y la dictadura —para terminar luego reconociendo reuniones e iniciando estériles procesos de diálogo—. También por la reacción a la crítica. Por la forma cómo también llamaba “laboratorios” o “guerreros del teclado” a quienes expresaban su disconformidad con el comportamiento de la coalición. Si acaso pudiera brillar el 6 de diciembre de 2015.
La historia de Chúo en la coalición terminó a principios de 2017 cuando se hacía insostenible su continuidad. La MUD tuvo que someterse a un intenso proceso de reestructuración que terminó aboliendo el cargo de secretario ejecutivo. Sin embargo, nuevamente solo se trató de un reciclaje de políticos. Se suprimió la secretaría, pero se cayó en el desorden representado en los mismos políticos que desde 2008 formaban parte de la coalición.
Nadie pudo detener la descomposición y el deterioro de la plataforma. 2017 fue el año en el que quedaron más expuestos los vicios, las diferencias internas e, incluso, las complicidades con la dictadura. La gradual putrefacción derivó en que en diciembre de ese año, según la reconocida empresa Venebarómetro, los ciudadanos evaluaran a la Mesa de la Unidad Democrática casi tan mal como al dictador Nicolás Maduro.
El desprestigio, los desaciertos y el colaboracionismo provocó la aversión. Sin embargo, la MUD continuaba aferrándose a la vida. Decidida a no morir, se sometió a un denso cambio de imagen en marzo de 2018. El rebranding terminó convirtiendo a la Mesa de la Unidad Democrática en la nueva plataforma Frente Amplio Venezuela Libre.
Pero era evidente que no se trataba de una renovación profunda y decisiva. Los mismos rostros seguían adornando las ruedas de prensa y las declaraciones. Los mismos políticos y los mismos partidos desprestigiados. Los semblantes de los representantes de Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Primero Justicia continuaban a la cabeza del Frente Amplio Venezuela.
Ahora, este 28 de mayo, se anunció oficialmente otro intento de seguir estirando lo inevitable con respecto a la Mesa de la Unidad Democrática. Como ya era evidente que el Frente Amplio no trascendería —porque a nadie engañaron con el rebranding—, pareció no quedar otra opción que regresar a la infatigable y necia coalición; y volver a rescatar el denostado cargo de la secretaría ejecutiva.
Ramón Guillermo Aveledo vuelve a asumir el puesto. Según dijo este lunes el diputado del Movimiento Progresista de Venezuela, Simón Calzadilla, en el canal Globivisión, el abogado y autor aceptó coordinar nuevamente a la Mesa de la Unidad.
De la necrópolis de los cadáveres políticos, la decadente coalición opositora revive, para el cargo de secretario ejecutivo, a Ramón Guillermo Aveledo, un hombre conocido por moderado y conciliador. También fue el que hace unos días avivó la polémica al escribir este tuit: “¿Por qué no compran aquí los productos de la caja CLAP? No sería en divisas, apoyaría empleos venezolanos y estimularía la economía nacional. ¿Sería contra revolucionario?”.
A Aveledo le condenaron su banalización del sistema opresor y, además, su incapacidad de distinguir que el problema no radica en el proceso de elaboración de las cajas CLAP —quizá el instrumento de control social más perverso del régimen—.
El problema no es si los productos de las cajas son nacionales o no, el problema es el sistema de esclavitud que impone. ¿Ud no es un hombre formado? Debería saberlo. Qué vergüenza, de verdad.
— Lore-lay (@FrauPelusa) May 23, 2018
Pudo haber sido un desliz o una muestra inaceptable de torpeza —o quizá simple e ingenua ironía—. Pero lo notable ahora es la semejanza de estrategias entre el régimen dictatorial de Nicolás Maduro y la coalición Mesa de la Unidad Democrática.
“Insólito. Se quejan a los cuatro vientos del chavismo y sus reciclajes; pero actúan igual o peor. Una verdadera desgracia. Como reza el refranero popular: ‘Hijo de gato caza ratón'”, escribió al respecto el consultor y columnista Armando Martini.
“¿Aveledo de nuevo a dirigir la MUD? Lo único que falta es que propongan a Capriles de candidato. #DeMalEnPeor”, dijo el economista, asesor político y editor del medio Guayoyo en Letras, Miguel Velarde.
Que Aveledo vuelva a la coordinación de la MUD es algo solo relevante para la MUD.
— Rodrigo Blanco Calderón (@atajoslargos) May 28, 2018
https://twitter.com/VicMarquez/status/1001220161263849472
Mientras la ciudadanía exige en las calles, en las redes y en las tribunas de los medios una dirigencia que responda a la coyuntura y a los retos —y que esté, además, apegada a principios y valores—, la degenerada coalición de partidos responde esgrimiendo la maniobra chavista de reciclar hombres y rescatando a un político que en su momento demostró su «talento».