El régimen de Nicolás Maduro excarceló al joven venezolano y perseguido político Lorent Saleh. Llevaba cuatro años secuestrado y este 12 de octubre lo soltaron en el aeropuerto internacional de Maiquetía, periferia de Caracas, con la condición de que viajara a España.
Su madre, Yamilé Saleh Rojas, se trasladó hasta El Helicoide, sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), donde lo tenían secuestrado. Pensaba que iba a poderlo ver ahí; pero, por una llamada de su hijo, se enteró de que Lorent ya no estaba en el centro de torturas, sino en el principal aeropuerto de Venezuela.
“No me dieron mayores detalles (…) Quería que se fuera para cualquier país. Yo decía: ‘Casa por cárcel, para cualquier país; pero bueno… Nos dieron la libertad’. No sé. No sé nada. Son cuatro años. Gracias a ustedes. Me llamó. ¡Está en libertad!”, dijo Yamileh Saleh Rojas, entre lágrimas, a los medios.
Rehén de la dictadura
Desde 2009 Lorent Saleh ha sido un intenso activista contra el régimen chavista. Cuando se le temía a la fiereza de Hugo Chávez, y pocos reviraban, Saleh recorría el país para agrupar voluntades en contra del líder de la Revolución Bolivariana.
En febrero de 2011 inició una huelga de hambre, junto a otros jóvenes, para exigir la liberación de la jueza María Lourder Afiuni, presa política de Chávez. Padeció, entonces, la represión del régimen. La persecución. Arbitrariedades. Ese año Lorent Saleh fue detenido tres veces. Agredido, muchas otras.
Varios meses después, a principios de 2013, intentó salir del país para viajar a Costar Rica. No se lo permitieron. A Lorent Saleh le anularon el pasaporte. No obstante, logró, de forma no convencional, escapar a Colombia. En ese país fundó el movimiento político Alianza Nacionalista por la Libertad.
Desde el exilio, Saleh inició una entusiasta campaña para captar esfuerzos a favor del rescate de la libertad en Venezuela. Se asoció a políticos conservadores en la región. Militantes del uribismo y de Restauración Nacional, un movimiento político colombiano fundado por jóvenes identificados con posturas de derecha.
Sin embargo, una injustificable vileza interrumpió su activismo en Colombia. El 4 de septiembre de 2014 el Gobierno de Juan Manuel Santos detuvo a Lorent Saleh en su residencia en Bogotá. La operación obedeció a que el régimen dictatorial de Nicolás Maduro, que para entonces ya había asesinado decenas de manifestantes en las calles, estaba solicitando al joven, quien entonces tenía 26 años.
El mismo día de su detención el Gobierno de Santos entregó a Saleh a funcionarios de la policía política del régimen, el SEBIN, en San Cristobal, estado Táchira, fronterizo con Colombia.
En Venezuela la dictadura lo vinculó a varios delitos. Dijeron que Saleh se entrenaba en Colombia para ejecutar atentados terroristas en su país. Que recibía entrenamiento paramilitar y que tenía vínculos con el expresidente Álvaro Uribe.
Desde entonces —desde esa imperdonable traición a los principios democráticos y los derechos humanos del Gobierno de Santos— Lorent Saleh padeció duras torturas y tratos criminales. Vivió en «La Tumba», el sótano del Helicoide por varios años. Le llaman así al espacio de 2 x 3 al que son sometido los presos políticos que el régimen considera que merecen el mayor castigo. Ahí no ven el sol. Ni ven la oscuridad. No ven otras personas. Es un aislamiento intolerable que impulsó a Saleh a intentar suicidarse en abril de 2015.
Saleh recibió en 2017 el premio Sájarov del Parlamento Europeo. Se lo dieron en nombre de los presos políticos. Ha sido reconocido como un valiente luchador por la libertad de su país y como un insobornable. Decidido y firme, no ha cedido. Y por ello el régimen lo ha castigado con la cárcel. Hoy queda como uno de los presos políticos que más ha sufrido, al que más lo han torturado. Que, cuando sus compañeros si han visto la libertad —aunque sea a medias— él seguía pagando el precio de la disidencia.
Hoy lo liberan. Lo destierran. Lo hacen luego de diferir 52 veces su audiencia. Sin obedecer a ningún proceso legal. Lo sueltan y ya, en el aeropuerto. Según fuentes, los funcionarios del SEBIN lo hostigaron hasta que el avión despegó.
Liberado, luego de asesinar
El destierro de Lorent Saleh se da en medio del escándalo por el asesinato del concejal del partido Primero Justicia, Fernando Albán. Cuando el régimen ya no puede ocultar que no fue un suicidio, sino un homicidio por el delirio que genera en estos tipos la tortura, le dan una inmensa noticia Yamileh Saleh Rojas y a la sociedad venezolana. Un aparente favor; que en verdad es la muestra de que los presos políticos en Venezuela no son sino fichas de cambio. Son rehenes.
“Lorent Saleh fue desterrado a España. Esa es la verdad. Alegres por él, pero lamentándolo mucho lo que se busca es tapar la muerte del concejal Albán con este tipo de medidas”, escribió en su cuenta de Twitter el periodista Sergio Novelli.
La eurodiputada y vicepresidenta de la Subcomisión de DDHH del Parlamento Europeo, Beatriz Becerra, también reaccionó a liberación de Saleh, pero recordando a Albán: “Sigue detenido Leopoldo López, premio Sájarov. Juan Requesens y cientos de presos políticos, torturas y secuestros en marcha. ¿Qué pasó con Albán? La comunidad internacional no va a bajar la guardia. Lorent Saleh es testigo de excepción de las atrocidades del régimen de Venezuela”.
Saleh va para España. Lo han desterrado. Lo hacen luego de asesinar a Albán. Juegan con los venezolanos.
No tiene nombre lo que hacen estos criminales. O es la muerte o el exilio. O el desarraigo. Hoy a Lorent Saleh lo premiaron con el mejor de los crueles destinos que garantiza la dictadura.