“Hoy publicamos una noticia que le alegrará la vida al señor Nicolás Maduro y a toda su camarilla civil y militar que disfruta del poder sin presentarle cuentas a nadie”, se lee al principio de la editorial del diario El Nacional de este viernes 14 de diciembre.
Es el principal diario de Venezuela, independiente, valiente y libre, anunciando su despedida de los quioscos y panaderías del país.
“El Nacional, ese valiente diario fundado por Miguel Otero Silva el 3 de agosto de 1943, ese periódico que siempre ha sido un luchador incansable por los derechos civiles, que durante el transcurso de 75 años no ha hecho otra cosa que decir la verdad y defender a capa y espada esa democracia a la que tanto le debemos los venezolanos, ese vocero crítico que convirtió en un vicio ciudadano el simple y hermoso gesto de acudir a los kioscos a comprar y leer todos los días el único medio impreso capaz de publicar verdades ciertas y confiables, tanto en dictadura como en democracia, pues ese diario dejará de imprimirse en papel a partir de mañana”.
Lo han dicho todo. Lo demás sobrará. La junta editorial de El Nacional sabe bien qué se apaga. Entienden su casa. Sus valores. Los que ya no se distribuirán en físico por el país que necesita, más que nunca, algún rastro de libertad de prensa.
El diario, en su editorial, dice que los malos no han ganado. Que simplemente se trata de un descanso “que no será prolongado ni definitivo”.
“El Nacional no puede entonces abandonar el campo de batalla ni batirse en retirada, no debe jamás ni nunca ceder espacio a quienes desafían y sepultan los derechos humanos”, agregan.
Pero, dentro de todo, sí ha sido un triunfo de los malos. Su gran victoria contra el último baluarte de la libertad de expresión en medio impreso. Que se apague esa luz, es el logro del totalitarismo sobre la libertad. Porque, como escribieron Jefferson o Tocqueville, la prensa es, al final, la única garante del mayor valor.
Lo que ha puesto fin a la distribución en físico del principal diario de Venezuela, han sido las trabas impuestas por el régimen de Nicolás Maduro para la compra de papel. En una entrevista a ABC de España, el director de El Nacional, Miguel Henrique Otero, dijo que la materia prima se canaliza a través de un monopolio estatal. “Así es como fueron cayendo la inmensa mayoría de los diarios independientes del país, en torno a medio centenar”, se lee en ABC.
“Nosotros duramos más que los demás porque hubo solidaridad de otros periódicos latinoamericanos para que siguiéramos imprimiendo, pero al final no pudimos resistir”, dijo Otero al medio español.
El editor adjunto del diario El Nacional, Elías Pino Iturrieta, dijo también sobre la desaparición físico del periódico: “Nos vamos a meter de lleno en la web. No nos van a callar. La ciudadanía tiene que entender la carencia de la libertad, les tiene que doler”.
Son 75 años de presencia en los hogares venezolanos. En físico. Historia que nació con Miguel Otero Silva, el brillante escritor y político venezolano. Es el símbolo que desaparece y, al mismo tiempo, la imposición de otros: el silencio, la opresión, el terror. Dice bien en su editorial, al principio, que Nicolás Maduro estará celebrando. Seguro sí. Aunque, también seguro, no será por mucho.