David Smolansky es uno de los jóvenes más valiosos de la política venezolana. Periodista, político y miembro fundador del partido Voluntad Popular. Presente en las calles desde el 2007, fue una de las figuras más reconocidas del movimiento de jóvenes que derivó en la primera gran derrota electoral del expresidente Hugo Chávez. La Cámara Junior Internacional, con sede en Suecia, lo reconoció como el Joven Político Sobresaliente del Mundo 2015.
Hoy en el exilio por amenazas de cárcel del régimen de Nicolás Maduro, Smolansky (quien fuera un exitoso alcalde de un pequeño municipio de Caracas entre 2013 y 2017) trabaja con la Organización de Estados Americanos. Dirige el equipo encargado de monitorear la crisis de refugiados venezolanos. Y, desde Washington, habló con el PanAm Post.
Si alguien conoce a Juan Guaidó, la nueva estrella de la oposición venezolana, es David Smolansky. No solo es compañero de partido del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, sino amigo. Y, como hoy en Venezuela todo gira en torno a Guaidó, en su rol de presidente de la Asamblea —y también presidente interino de Venezuela—, es necesario escuchar a Smolansky. Porque no hay claridad. Porque hay escepticismo. Y existe el riesgo, latente, de que se dé una nueva decepción: que los venezolanos vuelvan a ser timados, como ya lo han sido tantas veces. Pero con la diferencia de que, quizá, el venezolano no aguante otra decepción más. Y de que, además, esta sea la última gran oportunidad para salir de Nicolás Maduro.
A Smolansky le debo una entrevista, larga, mejor, para hablar sobre él. Hoy, no obstante, la coyuntura nos exige mencionar otros nombres. Escudriñar en su percepción sobre Guaidó, lo que atraviesa el mundo castrense; los esfuerzos de algunos canallas que, disfrazados de oposición, buscan torpedear el ascenso del nuevo presidente; el esencial papel que juega la comunidad internacional y lo que ocurrirá el próximo 23 de enero en Venezuela —día sobre el que hay inmensas expectativas por la convocatoria a una gran manifestación—. Sobre todo ello habló el joven dirigente con el PanAm Post.
-David, ¿Juan Guaidó es presidente?
-Es el presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela, en su rol como presidente de la Asamblea Nacional que, ante el vacío de poder que se ha generado a partir del 10 de enero, el artículo 233 dice que el presidente de la Asamblea debe asumir la encargaduría de la presidencia de la República.
-Pero eso no ha quedado claro. Mientras que tú, Almagro, Quiroga, Pastrana, el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, Arria, María Corina, el Gobierno de Costa Rica, dirigentes, la eurodiputada Beatriz Becerra, lo llaman «presidente interino» ; hoy, él mismo, no se llama presidente. Y vemos que, por ejemplo, diputados como José Guerra dicen que no es presidente. Y otros políticos y abogados.
-¿Eso lo dijo José Guerra?
-Sí.
–Bueno, tú sabes mi posición. Juan Guaidó es el presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela. Y esto es algo que le toca asumir, según el artículo 233 de la Constitución, luego de que se terminara de formalizar el vacío de poder a partir del 10 de enero.
Poco a poco, él ha venido asumiendo. Con su discurso que dio el 11 de enero, la Asamblea Nacional adoptó una resolución en la que el Parlamento pasa a tener funciones de Gobierno por el vacío que hay del ejecutivo.
Y creo que es fundamental que no solo los diputados y partidos políticos, sino para mí es trascendental que el ciudadano venezolano, en Venezuela y en el exterior, así como los Gobiernos, empiecen a reconocerlo como presidente encargado de Venezuela.
-Pero ha habido falta de precisión, ambigüedad en el discurso, ¿esto es intencional?
-Mira, yo creo que estamos ante un proceso completamente sui géneris, Orlando. Es decir, si se hubiese cumplido de una manera convencional, donde en democracia el presidente en ejercicio, el presidente electo hubiera fallecido y se da un vacío de poder, perfectamente el presidente de la Asamblea Nacional asume la jefatura de Estado.
Ahora, ¿qué significa ser presidente encargado de Venezuela? Bueno, que a través del Parlamento se pasa a tener la representación del Estado, por ende, pasa a tener un reconocimiento de la comunidad internacional y además de eso pasas a ser el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional.
Y yo creo que eso ha ayudado. Por ejemplo, su detención arbitraria, del pasado domingo, que fue algo menos de una hora. Yo, que como alcalde tuve la responsabilidad de ser encargado de un cuerpo de seguridad —evidentemente salvando las distancias—, el principal valor para un policía es la obediencia. Y lo que pasó ese domingo fue que hubo un acto de desobediencia de esos funcionarios a la dictadura y de obediencia a Guaidó. Lo empiezan a reconocer como presidente encargado y, desde luego, comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional.
Esos son los quiebres que se necesitan y que se están generando porque es la única pieza que le falta al rompecabezas para consolidar esa transición que todos queremos hacia la libertad y la democracia.
-Juan Guaidó asumió la presidencia de la República, pero participó en una sesión, este martes, en la Asamblea, en la que las facultades del Ejecutivo fueron traspasadas al Parlamento entero. Es decir, de alguna manera ahora los 167 diputados asumieron las competencias de la presidencia. Primero, ¿esto no es inconstitucional? Segundo, ¿no es evadir la responsabilidad? Él, como individuo, pareciera estar repartiendo entre todos lo que le corresponde a él.
–Bueno, yo creo que aquí la línea es muy delgada. Porque un Gobierno, un ejecutivo —que lo viví yo, y perdóname que hable de mí, porque lo viví a nivel local, salvando las distancias—, tiene distintas funciones y distintas áreas a cubrir, ¿no? Pero hay una cabeza de Gobierno, que a nivel del Ejecutivo nacional es el presidente de la República; a nivel regional es el gobernador y a nivel local, el alcalde. Ese Gobierno tiene funciones que están encabezadas por una autoridad. Y, en este caso, al haber funciones de Gobierno, que han sido transferidas al Parlamento, quien encabeza el Parlamento, es, como dije antes, el presidente de la República y el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional.
Y es el Parlamento, como la última institución, legítima y democráticamente electa, la que representa a los venezolanos y al Estado. Entonces, ¿qué es lo importante entender y que en veinte años de dictadura hemos olvidado? Que si la Asamblea Nacional va a designar a los embajadores, ante Gobiernos que ya lo reconocen, eso pasa por un trámite administrativo del Parlamento. Eso no es un dedazo de Guaidó. Lo mismo puede pasar con otras decisiones.
Aquí lo que tenemos que diferenciar, en esta situación sui géneris que vivimos, es cuáles son las funciones inherentes al presidente encargado y cuáles son las funciones que tienen que aprobarse —o al menos autorizarse— por el Parlamento. Y es una discusión que, yo no soy abogado constitucional, pero en este momento se está dando.
Lo importante es entender que Guaidó, y vuelvo a tu pregunta inicial, es el presidente encargado de Venezuela. Lo asumió el viernes 11 de enero. Así se ha venido llevando con el Grupo de Lima, la Unión Europea, Estados Unidos, Brasil —que ha ido más allá— y así lo ha reconocido la gente. Creo que es importante que hay un renacer de la esperanza en el país.
Ha sido impresionante la movilización en los cabildos abiertos. Ha sido impresionante la cobertura que ha tenido Guaidó, no solo a nivel nacional —donde hay una censura tremenda—, sino a nivel internacional. Él forma parte de una generación que creció en dictadura, que desconoce una Venezuela libre. Yo creo que más bien ha tenido el coraje y la gallardía —porque incluso ha puesto en riesgo a su familia, como ocurrió el domingo pasado, porque él no iba solo—.
-Sí, es indiscutible que Guaidó está asumiendo una posición corajuda y valiosa; pero, para tomar las decisiones que ha tomado, ha esgrimido tres artículo de la Constitución: el 333, 350 y el 233. Y, de alguna manera, pese a que yo coincido con quienes dicen que esto no se trata de una disputa jurídica sino política, él ha acudido a la Constitución. Es decir, ha blandido el 233 para tomar las decisiones. Y, corrígeme si me equivoco…
-Perdóname que te interrumpa. Eso que menciones es, de hecho, lo que más erosiona a la dictadura, porque no hay forma de que Maduro pueda eludir ese 233 porque es demasiado claro. No tiene muchas lagunas y, en este caso específico, no la tiene.
-Porque nos encontramos en la coyuntura en la que apegarse a la Constitución es, también, una estrategia política. Y eso es importante. Pero, corrígeme si estoy mal: esto que se hizo en la Asamblea, que pasaron las facultades del Ejecutivo a todo el Parlamento y que, como me dices tú, en consecuencia la cabeza de la Asamblea pasa a ser el presidente del país… Eso es una distorsión del 233. Eso no lo establece el artículo. Creo que el 233 es claro con el hecho de que la presidencia le corresponde a un solo individuo. El presidente de la Asamblea Nacional debe asumir las facultades del Ejecutivo y, por lo tanto, él debe separarse automáticamente del Parlamento. Y ahí también entra la discusión del principio de separación de poderes…
-Mira, eso es algo que se está estudiando y precisamente yo lo estoy discutiendo con abogados constitucionalistas. Cuando hay un vacío de poder, como ocurre ahora, con Maduro, y el presidente de la Asamblea Nacional asume la presidencia de la República, yo no sé si esto significa que se tiene que desprender de la presidencia del Parlamento y, entonces, hay un nuevo presidente del Parlamento. Y hay que ver si él tendría que asumir una función transitoria hasta nuevas elecciones.
Hay precedentes no muy lejanos, como fue el caso de Lepage previo a Ramón J. Velásquez. Lepage era el presidente del Parlamento.
Ahora, fíjate: yo creo que Guaidó, poco a poco, está asumiendo esas funciones de Gobierno.
Una atrocidad fue lo que ocurrió en 2013. Ese año Chávez —y a lo mejor para esa fecha ya estaba muerto, el 10 de enero de 2013— no se presentó a tomar juramento y, en vez de asumir quien estaba en ese momento en la cabeza del Legislativo, que era Diosdado Cabello, dejaron a Nicolás Maduro. Eso fue, quizá para mí, de las peores puñaladas que ha habido contra la Constitución. Y eso no está ocurriendo ahorita. No se ha nombrado a alguien de afuera ni a cualquier miembro de la Asamblea. Más bien se respeta la presidencia.
Y, como te dije anteriormente —y me tomo el atrevimiento con esto—, yo no te sabría decir si el presidente de la Asamblea Nacional se tiene que desprender de sus funciones para asumir el Ejecutivo. Y porque precisamente hice la misma pregunta: ¿y la separación de poderes?
-Tienes razón, e igual esto es un terreno pantanoso para nosotros —al menos a mí no me conviene meterme porque yo no soy abogado—. Pero, insisto, el debate acá es político. Y yo quiero insistir en algo, que es en la ambigüedad del discurso. Eso ha derivado en desconfianza…
-Pero, Orlando, perdona que te interrumpa… Desconfianza para algunos. Otros lo están viendo como un signo de nuevamente confiar en la política. Porque las movilizaciones que ha habido en los últimos días, tú sabes muy bien que casi en dos años no se daba algo así. Entonces, puede haber desconfianza en algunos pero también ha representado el renacer de la confianza y la esperanza. Y creo que eso se terminará de confirmar el 23 de enero.
-Déjame terminar la idea porque a eso iba: es verdad, por primera vez en mucho tiempo se está dando algo que, pensábamos, se había perdido. Una sociedad que parecía ya dedicada a salvarse a sí misma —o a huir—, está nuevamente interesada en Venezuela. Y está en las calles. Pero, David, esa esperanza que ha renacido no ha sido en torno al discurso de Guaidó ni en torno a lo que ha dicho —o no ha dicho—, ni en torno a lo que escribió en el Washington Post, sino en torno a lo que representa hoy Guaidó: que es un tipo que se alzó, que está dispuesto a asumir la presidencia y ha desafiado al régimen al tomar esa decisión. Como escribió Íbsen Martínez, si la esperanza ha revivido, fue porque Guaidó supuestamente asumió la presidencia y reta a Maduro como nadie lo ha hecho. Guaidó nació, su figura, él como símbolo de la esperanza, el 11 de enero. Ni siquiera el 10 de enero. Fue el 11 con su discurso en el que insinuó que asumiría la presidencia. Entonces, las expectativas han sido en torno a ello: a Guaidó asumiendo la presidencia. Pero luego vemos que Guaidó publica un artículo en el que dice que “está dispuesto a asumir la presidencia”. Entonces, David, de repente sí asumió, como tú dices…
-Para David Smolansky es el presidente encargado de la República. Para mí, David Smolansky, Guaidó es el presidente encargado de la República.
-Pero, ¿entonces se trata de eso? ¿De que para unos sí es y para otros no?
-Bueno, tú me estás entrevistando a mí y yo te doy mi opinión.
Ahora, fíjate, yo creo que hay dos episodios importantes: el 11 de enero, donde él le dice al país que él está dispuesto a asumir; y creo que lo que pasó el domingo 13 de enero en esa detención arbitraria de una hora, donde él logra zafarse, porque hubo una ruptura en la cadena de mando, un acto de desobediencia; y donde además él llega al estado Vargas y sigue adelante.
Esos dos episodios han sido muy importantes. Creo que demuestra que él está asumiendo funciones dentro de una coyuntura que es muy complicada. Lo hemos visto en la calle, activo, participando en cabildos abiertos.
Yo creo que esto, Orlando, es un efecto bola de nieve. Donde además, fíjate, es muy significativo que presidentes de la región (Macri, Piñera, Duque, el vicepresidente Pence) se han comunicado con él y lo han reconocido a él como cabeza del Parlamento. Eso no es poca cosa. Ninguno de ellos llamó a Maduro. Mucho menos fueron a la ilegal toma de posesión en el TSJ. Lo han llamado a él.
Entonces, ahí se está creando un momentum importante, donde la única pieza que falta en el rompecabezas es la de la Fuerza Armada Nacional y tú lo sabes. Si la Fuerza Armada Nacional asume su posición institucional y se apega al artículo, no solo al 333 sino al 328, para mí los días de Maduro están contados.
-Claro, pero, el hecho de que tú me digas que para ti Juan Guaidó es presidente interino, y que viene José Guerra y dice que no lo es; y vienen diputados de Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo y dice que tampoco lo es. Todo esto quiere decir que él, Guaidó, no ha dejado claro qué es.
– Esas preguntas, y no quiero sonar con esto pedante ni mucho menos, se las puedes hacer a ellos. Que entrevistes a José Guerra, sería mi recomendación. Ellos tienen que entender, obviamente, que Guaidó es el presidente encargado…
-¿Pero todo esto no es síntoma de que hay grupos dentro de la oposición, David, que quieren buscar obstaculizar el hecho de que él asuma la presidencia?
–Quisiera pensar, Orlando, que este es el momento en el que todos entendemos que hay que remar hacia la misma dirección si queremos que en Venezuela pronto haya libertad, democracia, Estado de derecho y oportunidades. Quiero pensar eso.
Yo creo que el que no se monte aquí, se tiene que encaramar. Y el que ni se montó ni se encaramó, lo dejará el tren.
Juan viene de mi misma generación. Tú lo sabes. Te lo comenté antes. Una generación que estuvo en el movimiento estudiantil de 2007. Un movimiento que le ganó a Hugo Chávez. Una generación que ha estado en las calles en otras ocasiones, como en 2009, 2014 y 2017. La generación que se ha desmembrado porque hemos perdido amigos y familiares por el hampa y la emigración. Que no importa cuánto trabaje, para esta generación es muy difícil independizarse en Venezuela por la hiperinflación. Y, a pesar de eso, hemos seguido comprometidos con servirle al país.
Entonces, yo creo que más allá de lo que tú dices, que Guaidó llega en una coyuntura y las ganas de salir del régimen, etcétera, yo creo que, de una u otra forma, él ha enfrentado a Maduro. El vacío de poder se declaró en 2017, Orlando. En 2017. ¿Y qué pasó en la Asamblea Nacional el año pasado? Es muy diferente. O sea, Guaidó (su liderazgo, en estos días) ha hecho más que todo lo que hizo la directiva de la Asamblea el año pasado. Y eso es una cosa para mí rescatable. Ha habido un cambio de 180 grados. Es, además, una cara fresca. Y se ha refrescado el discurso. Y él ha tratado de reconciliar a distintos sectores. Se ha reunido con Soy Venezuela hasta con los partidos que están con él en la directiva. Y hasta ahora creo que ha actuado con mucha humildad. También es muy importante poner en contexto lo que está sucediendo, ¿no?
Tú revisas mi Twitter el 5 de enero de 2018 y, bueno, ahí lo dice todo. Y perdóname si a lo mejor me extendí un poco en la respuesta.
-Tú tienes razón, David, en el sentido en el que Guaidó representa una nueva esperanza. Y se ha convertido en el primero, en mucho tiempo, en inspirar una sociedad. Y muy bien. Ha logrado lo que no han hecho las administraciones anteriores de la Asamblea. Pero, más allá de eso, esta es una oportunidad. Independientemente del romanticismo, esta es una oportunidad. Y hay que ser pragmáticos.
–Sí, claro.
-Y la comunidad internacional, para hacerte la pregunta, ha sido muy clara. La comunidad internacional debe ser hoy nuestro principal aliado. Y países como Estados Unidos, Brasil y otros han sugerido que están dispuestos a apoyar a Guaidó, pero debe darse un acto que formalice la presidencia…
–Bueno, pero eso no lo han dicho públicamente y tampoco está en la Constitución.
-Bueno, vamos a reducirnos…
–No estoy diciendo que no se haga ni que sea excluyente. Pero no lo han dicho públicamente ni la Constitución lo obliga, por lo que creo que esto también hay que saberlo llevar.
-Vamos a reducirnos a un país, que es Brasil. Su Gobierno sí ha dicho que está dispuesto a reconocerlo y, por ejemplo, tomemos la declaración los jóvenes de Rumbo Libertad, que han sido marginados en la política venezolana, pero que tienen mucha influencia en el Gobierno de Brasil. Ellos dijeron que el Gobierno de Bolsonaro está dispuesto a reconocer a Guaidó solo si él lo oficializa y asume primero.
-El Gobierno de Brasil envió un comunicado reconociéndolo. De Itamaraty.
-No han mencionado las palabras «presidente interino».
–Le reconocen a la Asamblea las atribuciones del Gobierno. De hecho fue el primer país que lo hizo. Inclusive fuera del Grupo de Lima. Ese fue un comunicado del 11 de enero, si recuerdo bien.
-Bueno, si tomamos en cuenta los comunicados oficiales, ese es el panorama. Pero backstage, y tú lo debes saber también, ha habido conversaciones no oficiales en las que se ha pedido ese requisito, ese acto, para que los Gobiernos brinden todo el apoyo. Pero, a ver, vamos a someternos a una opinión: la de Andrés Oppenheimer, que es uno de los columnistas más importantes de América. Él recomienda que Guaidó oficialice su presidencia. Y lo dice precisamente porque, en el artículo, hace referencia al desastre comunicacional del que no se puede concluir si Guaidó asumió o no. Entonces, ignorando que haya habido conversaciones no oficiales en las que se ha exigido como requisito que Guaidó se juramente, está la recomendación de Oppenheimer. Y tú tienes razón, no es indispensable ni la Constitución lo establece, pero la gente necesita ver el acto. ¿Tú crees que eso vaya a ocurrir? ¿Tú lo recomendarías?
-Es que, tú dices: “la gente necesita ver el acto”… La gente se ha movilizado como no lo habíamos visto en casi dos años. Yo creo que lo que la gente necesitaba era un liderazgo que hablara con claridad, firmeza y seriedad. Un liderazgo que, en cierta forma, fuese nuevo para la mayoría del país. Se necesitaba un liderazgo que fuera capaz de desafiar a Maduro —y yo creo que Guaidó lo ha hecho—, sobre todo con el episodio del domingo 13 de enero.
Y ese episodio, Orlando, fue más relevante que el discurso del 11 de enero. Esa ruptura de la cadena de mando, la desobediencia a la dictadura y la obediencia al presidente encargado de la República. Y que él, además, de forma muy serena haya acudido al cabildo y haya seguido. Otro abandonaba el juego. Te lo digo coloquialmente. Otro abandonaba el juego después de ese episodio. Otro ni siquiera lo hubiera asumido como él lo hizo el 11 de enero.
Esto ha ido in crescendo. Y creo que su mayor momento será el 23 de enero. Porque no solo habrá una manifestación apoteósica en Venezuela —todavía el régimen no sabe qué hacer ese día—. Y además una manifestación apoteósica a nivel mundial.
Entonces, según el 233 no es obligatorio. Y tampoco ningún país lo ha dicho explícitamente —o lo ha dicho públicamente—. Pero tampoco eso excluye que más adelante eso se celebre. Eso es lo que yo creo.
Ahora, nuevamente, tú me estás entrevistando a mí y me has hablado de otras personas. Y creo que sería interesante que las entrevistaras. Y que cada quien exprese su opinión. Porque para David Smolansky desde el 11 de enero Juan Guaidó es el presidente de la Asamblea Nacional y, apegado al artículo 233, el presidente encargado de nuestro país.
-David, ¿qué debería ocurrir el 23 de enero?
–Lo más importante, en mi opinión, es que la gente salga nuevamente a la calle. No solo en Venezuela sino a nivel mundial. Y hago énfasis en lo de mundial porque solo desde 2014 hay más de tres millones de migrantes y refugiados. Y si contamos a todos en la diáspora, desde hace veinte años, son como cinco millones de venezolanos.
Entonces, creo que encontrarnos todos en las calles nuevamente nos va a inyectar de esperanza. Nos inyectará optimismo y energía. Creo que no solamente los venezolanos vamos a estar viendo lo que sucede ese día. Lo más importante es que la comunidad internacional, los Gobiernos y medios de comunicación estarán muy atento a lo que suceda en Venezuela ese día.
Yo creo que Guaidó, como encargado de la presidencia de la República, debe ir tomando decisiones de Gobierno poco a poco. Debe buscar empoderarse más. Él y el Parlamento. Y al final se reflejará lo que decida la mayoría.
Y ojalá el 23 de enero, Orlando, sea el punto de inflexión para que los militares den el paso institucional que se necesita. Yo he dado varios mensajes a la Fuerza Armada Nacional. A los rangos medios y bajos. A los capitanes y tenientes coroneles. A los sargentos y mayores que llegan a su casa y las neveras están vacías, que no pueden curar a un familiar por falta de medicinas, que, en los últimos años, en promedio, han asesinado a 300 funcionarios, policías y soldados.
Yo en la frontera, que he visitado seis veces en los últimos ocho meses, me he encontrado con policías y soldados que han desertado por la situación. Si ellos logran articularse, y dar un paso institucional —porque yo sé que allí hay un profundo descontento hacia la dictadura, recordemos que hay casi doscientos soldados que están presos—, los días de Maduro están contados. Los soldados tienen la posibilidad de asumir esa postura en los próximos días y así iniciar la transición.
-¿No crees que es el momento de imponerle un dilema a los soldados? ¿No debería dar Guaidó el gran paso y obligar a los soldados a decir: “obedezco a Maduro u obedezco al presidente legítimo Guaidó”? Porque hoy Guaidó dice que no hay comandante en jefe, pero sí lo hay.
-Siendo presidente encargado de la República de Venezuela, Guaidó también es comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional. Y, de hecho, esto te lo estoy diciendo a ti y lo he dicho públicamente. El mismo día de su discurso del 11 de enero, lo dije en un mensaje en mis redes sociales: “Juan Guaidó es el presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela y, por ende, el comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional. Los soldados deben reconocerlo como tal”.
Orlando, sinceramente te lo digo: llegó el momento de la Fuerza Armada Nacional. Han sido muchos años de persecución, amenazas, encarcelamientos y torturas. Y llegó el momento para que la Fuerza Armada Nacional, y no es que tiene que ser opositora ni debe colocarse la camisa de algún partido, sino actuar según lo que dice nuestra Constitución. Debe garantizar la seguridad y la defensa de la nación, entendiendo a la nación como territorio y población. Si ellos dan ese paso, los días de Maduro están contados. Y afortunadamente, tenemos esa vacante cubierta con Guaidó.
-Por último, David, ¿qué debe exigirle el ciudadano, tú, yo, a Juan Guaidó?
-Yo lo que le diría al presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, es que siga actuando con pie de plomo. Que siga actuando con humildad. Que siga ejerciendo las funciones de Gobierno para que esa ruptura en la cadena de mando que se dio el pasado domingo se siga originando y, de esa forma, la Fuerza Armada Nacional, completa, pueda pasar a estar subordinada a Juan Guaidó. Y le exigiría, luego, que lidere una transición pacífica, democrática, que permita el encuentro entre los venezolanos.