Hoy la Asamblea Nacional de Venezuela ha dado pasos importantes: se aprobó un Estatuto de Transición en el que se contempla una duración de un Gobierno de transición, encabezado por Juan Guaidó, de máximo 12 meses a partir de la salida del dictador Nicolás Maduro. Se entiende, entonces, que debe sanearse el país y prepararlo, primero, para concretar la libertad.
También, desde el Parlamento se rechazó la participación de la oposición venezolana en cualquier diálogo —o «grupo de contacto», como el propuesto por Europa— cuyo objetivo sea la prolongación de la agonía de los venezolanos.
Por último, se aprobó un acuerdo a favor de la ayuda humanitaria que, eventualmente, entrará a Venezuela.
También se anunció la designación de tres nuevos diplomáticos del Gobierno legítimo del presidente Guaidó. A Paraguay irá, como embajador, David Olsen; a Brasil, la prestigiosa catedrática, politóloga y abogada María Teresa Belandria, miembro del partido Vente Venezuela de María Corina Machado; y, por último, en Guatemala será embajadora la periodista, politóloga y escritora María Teresa Romero. Las últimas dos, mujeres excepcionales.
Empezar a ver caras frescas, sobresalientes, intachables, en la política venezolana; y presenciar decisiones correctas, provenientes de la Asamblea; era algo que no ocurría en Venezuela desde hace bastante. Una sociedad acostumbrada a los desengaños y a la mediocridad, ahora puede ver cómo, frente a sí, una dirigencia se alza para demostrar qué, por ahora, parece estar a la altura.
Aún existen los saboteadores y los inconvenientes. Están allí, pero, ante una sociedad también adulta, sensata y rígida, pasan de ser cómplices a oportunistas.
“¡Punto aprobado! Acuerdo que reconoce al Grupo de Lima y los países de Europa su apoyo, así como el rechazo a cualquier diálogo o grupo de contacto que alargue el sufrimiento del pueblo. Único objetivo: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, escribió este martes 5 de febrero el presidente de Venezuela, Juan Guaidó.