De Washington viajó a Florida. Miami. El corazón del exilio venezolano en Estados Unidos. A la Florida International University. Un evento, organizado por el rector Mark Ronsenberg y The White House, para tratar un único tema: Venezuela.
Fue un evento histórico. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habló media hora, treinta minutos, sobre la crisis que padece el país latinoamericano, hoy secuestrado por el régimen dictatorial de Nicolás Maduro.
Jamás Venezuela había ocupado un espacio tan importante en la agenda del hombre más poderoso del mundo. Y fue una incontestable ratificación del compromiso de Estados Unidos con la causa de los venezolanos. “Por primera vez se ve que esto está llegando a su fin. Lo puedes ver”, dijo, con certeza, Trump. Se basa en un simple hecho: “Porque Estados Unidos respalda a los venezolanos”.
Trump empezó su discurso diciendo que se acercan “días buenos para la región”. Lo encauzó hacia una denuncia del socialismo. Una denuncia con un guiño de optimismo: “En Venezuela el socialismo muere y la libertad nace”.
“Por fin van a ser libres”, espetó. “Años de socialismo llevaron a esta nación rica a la ruina. Ahí está ahora. La tiranía socialista nacionalizó la empresa privada, confiscó, eliminó el libre mercado, hizo trampa en elecciones, destruyó el Estado de derecho y persiguió a sus oponentes”.
Quizá el momento más conmovedor del discurso —y, también, simbólico e importante— fue cuando Donald Trump mencionó a la madre del inspector Óscar Pérez —quien en junio de 2017 se rebeló contra Nicolás Maduro y, casi siete meses después, en enero de 2018 fue asesinado por las fuerzas de seguridad del Estado a pesar de que se había rendido públicamente—. Anita Pérez subió a la tarima junto a Trump y, entre lágrimas, dijo: “Hoy, otro de mis hijos, que también fue asesinado, está de cumpleaños”. Le dio las gracias a Trump. Pidió ayuda humanitaria y “justicia” por Óscar Pérez.
El presidente la aplaudió. “Anita, nuestro corazón se agrieta por tu pérdida. Óscar dio su vida por la libertad de su gente”. “Óscar no habrá muerto en vano”, sostuvo.
Todos, de pie, ovacionaron el histórico momento. Era la primera vez que se reivindicaba al inspector Óscar Pérez de esa forma. Era la primera vez que su madre, Anita, subía a una tarima. Y fue Trump quien lo hizo. No ocurrió en Venezuela. Fue en Estados Unidos.
Trump continuó el discurso insistiendo en el debate ideológico: “El crepúsculo del socialismo ha llegado a nuestra región. Y en muchos otros lados. En Nicaragua y en Cuba (…) Nuestro país jamás será socialista. Jamás”. Fue una maniobra política, claro, pero muy pertinente. Sobre todo cuando en Estados Unidos coge fuerza el discurso compartido por Alexandria Ocasio-Cortez, Bernie Sanders, Elizabeth Warren y otros que se identifican con lo que Trump señala como la causa de la tragedia venezolana.
El discurso del presidente de Estados Unidos fue duro. Muy duro. Quizá el momento más fuerte fue cuando, tajante, áspero, emplazó a los militares venezolanos: “Hoy tengo un mensaje para cada oficial que ayuda a Maduro: los ojos del mundo están sobre ustedes. No pueden evadir el dilema que ahora tienen al frente”.
“Queremos que haya una transición pacífica, pero todas las opciones están sobre la mesa. Queremos rescatar la democracia y creemos que los militares tienen un rol primordial para ayudar a eso. Tienen una oportunidad. Pueden colaborar con eso o pueden elegir lo segundo. Y si deciden continuar apoyando a Maduro, no encontrarán una salida fácil. No podrán escapar, no podrán esconderse. Lo perderán todo”.
A Maduro lo catalogó como “títere de Cuba”. “Eso es lo que es”, dijo, “y recuerden que millones de dólares fueron pagados a Cuba para su apoyo; pero no más. Porque ya no tienen dinero. Las cosas están cambiando y cambian rápido”.
Donald Trump hizo referencia a lo que su asesor en seguridad, John Bolton, ha llamado como la “troika de la tiranía”: Venezuela, Cuba y Nicaragua. Insistió en que, una vez restituida la democracia a Venezuela, los días están contados para los regímenes de Ortega y Castro.
“Cuando Venezuela sea libre, Cuba sea libre, Nicaragua sea libre, vamos a ser el hemisferio más libre en toda la historia de la humanidad”.
Terminante, Trump, ratificó su compromiso. Es claro que se trata de un problema que trasciende las fronteras del país suramericano. El presidente lo encuadró a la perfección. Sabe bien que han sido los recursos de los venezolanos los que se han secuestrado para financiar la expansión del proyecto que hoy se reduce a una troika.