El régimen lleva días transgrediendo los límites que, ellos mismos, se habían impuesto. Habían dejado entrar al presidente Juan Guaidó a Venezuela sin siquiera obstaculizar su marcha triunfal. Venía de estar varias semanas desenvolviéndose con soltura, campante, por el país mientras retaba como nadie lo había hecho a Nicolás Maduro. Pero ese escudo, brazal que lo protegía, parece estar desgastándose. Y cada vez es más vulnerable —y cada vez son mayores los ataques—.
Inició una nueva etapa para Juan Guaidó cuando la dictadura decidió sitiar su entorno directo el día que detuvieron a su mano derecha, Roberto Marrero. Inmediatamente después, otros cercanos al presidente, también fueron acosados. Pero lo último ha sido la muestra de que los más bárbaros del régimen, esos asesinos a sueldo, serán dispuestos precisamente para la tarea de acabar con él. Lo van agrediendo hasta, finalmente, concretar el objetivo: neutralizarlo.
El pasado 26 de marzo, cuando escapaba de un Parlamento rodeado, los mercenarios del régimen, esos paramilitares que se denominan ellos mismos colectivos, atacaron la caravana del presidente Juan Guaidó. Afortunadamente no ocurrió nada más allá de una puerta estropeada de su camioneta.
Para este sábado 30 de marzo el presidente Guaidó convocó a una manifestación, en toda Venezuela, contra la crisis del sistema eléctrico. Miles salieron a las calles pero se tropezaron con una respuesta feroz de la dictadura. Los paramilitares del Estado, matones al servicio de Maduro, salieron a reprimir a los ciudadanos.
Y hoy, primero de abril, hubo dos asedios directos contra el presidente. Mientras el Tribunal Supremo de Justicia chavista, ilegítimo, se reunía para levantarle la inmunidad a Juan Guaidó, en un evento en la parroquia San Bernardino, al oeste de Caracas, colectivos atacaron a los manifestantes. El presidente estaba presente.
#1Abr Rechazo de los vecinos a la PNB, cuando encapuchados efectuaron disparos al aire mientras el presidente (E) @jguaido, desde San Bernardino: "No podemos permitir que ellos se lleven a los periodistas que están informando". Señal #EnVivo: https://t.co/yoPXtaDb8Y pic.twitter.com/2T4I1Hf0Wf
— VPItv (@VPITV) April 1, 2019
El saldo de estas últimas horas, hasta ahora, ha sido bastante moderado —para las víctimas que suelen dejar los asaltos de los paramilitares chavistas—: una anciana fue asesinada en medio de la protesta en el estado Zulia, al occidente del país.; mientras que otro fue herido en la avenida Fuerzas Armadas de Caracas.
Una tragedia que amenaza con empeorar. Y, sin duda, estas arremetidas son una respuesta natural al viraje de la retórica de la comunidad internacional. Estados Unidos ha suavizado el discurso, el Grupo de Lima ha descartado la opción de la fuerza y se fortalecen las iniciativas ingenuas de la Unión Europea. Todo ello amplía el margen de maniobra de Nicolás Maduro y robustece sus pretensiones criminales.
Como me comentaron algunos americanos recientemente: descartar la alternativa de una intervención militar para deponer a Nicolás Maduro —que se activaría, por ejemplo, en caso de detención de Juan Guaidó—, sería equivalente a desmontar un revólver, ya cargado, que apuntaba a Nicolás Maduro.
A medida que baje la amenaza exterior, que se aparte la posibilidad de usar la fuerza, aumentarán las agresiones contra el presidente Juan Guaidó hasta concretar el objetivo de neutralizarlo. La reacción a cada embestida será medida por la dictadura y, si no es contundente, seguirán.
Corresponde lo que comenta el periodista y analista cubano Carlos Alberto Montaner: “El papa, el Grupo de Lima y Estados Unidos, por medio de Pence, tienen la responsabilidad de impedir la detención del presidente interino Juan Guaidó. ¿Cómo? Con una contundente respuesta militar si es necesario. No se puede sacrificar impunemente a Guaidó”.